sábado, 26 de mayo de 2012

EL PEQUEÑO GESTO CATÓLICO DE MARGEAUX GRAHAM PARA NO «OFENDER» CON LA MISA DOMINICAL


Un ejemplo de dignidad.

El camino de la fidelidad se hace con decisiones en apariencia intrascendentes, pero que sirven de modelo de coherencia.

El mundo conoce a diario pequeños y grandes testimonios del esfuerzo de muchos cristianos por dar razón de su fe, si es preciso a costa del sacrificio personal.

El caso de Margeaux Graham es uno más, pero ha gozado de cierta viralidad, y eso lo ha dado a conocer, para edificación de muchos que apreciarán el pequeño gesto de esta joven católica norteamericana en una situación en la que sintió ofendida nada menos que la misa. El contexto: la determinación de Barack Obama de acabar con miles de instituciones católicas obligándolas a suministrar gratuitamente a sus empleados planes anticonceptivos, algo a lo que se van a negar, y que ha convertido la libertad religiosa, histórica seña de identidad de los Estados Unidos, en un imprevisto tema de campaña electoral.

El caso es que Margeaux, que vive en Florida, es una alumna brillante y fue escogida para asistir a una experiencia de nueve días con la Legión Americana Auxiliar, durante la cual los jóvenes aprenden el funcionamiento del gobierno y las instituciones, además de convivir y hacer amigos y comenzar a formarse como futuros líderes sociales.

UNA CHICA CON CARÁCTER
Lo curioso (por lo que vamos a ver) es que la esencia del programa, en palabras de su director que recoge The American Catholic, "proteger los privilegios y responsabilidades que implica nuestra forma democrática de gobierno".

Durante la preparación del evento, se informó a los participantes de que no podrían ira a misa el domingo, y que su única opción sería asistir a un servicio "no ofensivo" y no denominacional que se ofrecería para todos.

A Margeaux, que es una chica católica practicante y devota, eso de "no ofensivo" le molestó. Solicitó que se la dejase salir del campamento para cumplir con sus obligaciones religiosas, pero se lo denegaron alegando que el programa es interno cien por cien. Su madre se ofreció entonces a ir a recogerla para que fuese a misa, y luego a llevarla, pero no hubo forma. Margeaux propuso entonces buscar ella un sacerdote que se acercase al campamento para decir misa a los católicos -bastante numerosos entre los chicos paticipantes-. La misma negativa.

Y ya cuando un funcionario del Estado la abroncó por su insistencia, y le dijo que Dios no le reprocharía nada por saltarse una misa, la joven escribió una carta al presidente de la Legión Americana local, declinando la invitación a asistir al evento - que ella habia ambicionado desde hacía mucho tiempo y era un reconocimiento a su trayectoria académica -, y al diploma correspondiente, de bastante valor para su currículum, si no se le permitía ir a misa el domingo.

Si bien la inasistencia a misa dominical por fuerza mayor -como era el caso- excusaba moralmente a la chica de la obligación, la negativa de la organización a facilitar una misa, al tiempo que permitía un servicio "no ofensivo", sí lo consideró Margeaux ofensivo. Y en vez de acomodarse, no pasó por ese aro, aun a costa de perder una buena oportunidad en su vida.

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