jueves, 2 de julio de 2009

PARÁBOLA DE LOS SIETE MIMBRES


Era una vez un padre que tenia siete hijos. Cuando estaba para morir, llamó a los siete y les dijo así:

-Hijos, ya sé que no puedo durar mucho; pero antes de morir quiero que cada uno de vosotros me vaya a buscar un mimbre seco y me lo traiga aquí"
-“¿Yo también?” - pregunto el menor, que solo tenia cuatro años.
-Tu también - respondió el padre al menor.
Salieron los siete hijos, y de allí a poco volvieron, trayendo cada uno su mimbre seco.

El mayor tenía veinticinco, y era un muchacho muy fuerte, y el más valiente de la aldea. El padre cogió el mimbre que trajo el hijo mayor, y se lo entrego al más pequeño, diciéndole:
-Parte este mimbre
El pequeño partió el mimbre, y no le costó nada partirlo. Después el padre entrego otro mimbre al mismo hijo más pequeño, y le dijo:
-Ahora, parte ese también
El niño lo partió, y partió, uno por uno, todos los demás, que el padre le fue entregando, y no le costó nada partirlos todos. Partido el último, el padre dijo otra vez a los hijos:
-Ahora, id por otro mimbre y traédmelo
Los hijos volvieron a salir, y de allí a poco estaban junto al padre, cada uno con su mimbre.
-Ahora, dádmelos acá - dijo el padre.
Y de los mimbres todos hizo un haz, atándolos con un junco. Y volviéndose hacia el hijo mayor, le dijo así:
-“¡Toma este haz! ¡Pártelo!”
El hijo empleo cuanta fuerza tenia; pero no fue capaz de partir el haz.
-“¿No puedes?” - preguntó al hijo.
-No, padre; no puedo
-“¿Y alguno de vosotros es capaz de partirlo? Probad...”
Ninguno fue capaz de partirlo, ni dos juntos, ni tres, ni todos juntos.
El padre les dijo entonces:
-Hijos míos, el menor de vosotros partió, sin costarle nada, todos los mimbres; mientras los partió uno por uno; y el mayor de vosotros no pudo partirlos todos juntos, ni vosotros, todos juntos, fuisteis capaces de partir el haz. Pues bien, acordaos de esto y de lo que voy a deciros: mientras todos vosotros estéis unidos, como hermanos que sois, nadie se burlara de vosotros, ni os hará mal ni os vencerá. Pero luego que os separéis o reine entre vosotros la desunión, fácilmente seréis vencidos

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