EL RETO. Hoy os propongo un reto. Hace quince años fui a una iglesia y me encontré con que su sagrario estaba sostenido por cuatro tortuguitas, una en cada esquina. Le pregunté al párroco. Era evidente que el hecho debía tener algún simbolismo. Pero no lo sabía. Me olvidé del asunto. Pero hace unos años me volví a encontrar, en otra iglesia, que otro sagrario totalmente distinto, de nuevo, cuatro tortugas en su base. Aquello me corroboró que tenía que existir un mensaje en algo tan curioso. Pero me olvidé del tema, hasta que hace un par de meses me encontré el tercer sagrario, totalmente distinto de los anteriores, con otras cuatro tortugas. He mirado en la Red, pero no he encontrado nada. Si alguno logra saber algo, se lo agradecería.
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LO
QUE NO ES. Desde
luego no se coloca en los sagrarios por su aparición en la mitología hindú. En
la Biblia no aparece, aunque algunos autores afirman que Levítico 11,29 podría
referirse a la “tortuga”. En la versión de
los LXX la traducen por “cocodrilo de tierra”.
Quizá
la respuesta va en el sentido del simbolismo del animal.
Por
un texto de san Jerónimo, a la tortuga algunos la asocian con un símbolo del
mal:
https://www.christianiconography.info/Venice%202018/Aquileia/turtleCock.html
Pero
no me convence que se ponga un símbolo del mal justo debajo del sagrario, en el
lugar más santo de un templo.
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MI
OPINIÓN. Me
inclino a pensar que quizá sea un recordatorio para el sacerdote de su
humildad, perseverancia y concentración. La tortuga interpreto que podría ser
un recordatorio de que hay que recogerse en el interior para adorar a la
Eucaristía. Recogerse y cerrar las ventanas a toda distracción.
En fin,
es una suposición. Si alguien puede aportar algo, se lo agradeceré. Advierto a
los que hagan búsquedas en inglés que “tortuga”
se traduce por tortoise, si escribís turtle os encontraréis con muchos artículos sobre las
tórtolas y la Biblia.
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TONTERÍAS
FINALES. La fortoise es
la tortuga del padre Fortea. En español debe traducirse por fortuga.
Aunque ese cargo está vacante en mi casa. Todos saben que lo que tengo en mi
salón es un ornitorrinco. Contrariamente a lo que se piensa es un animal que
hace mucha compañía. Un poco cascarrabias, pero como no canta, no molesta en
las horas nocturnas. Lo que nadie me advirtió es que es una mascota que
subrepticiamente suele comerse el chocolate de la casa. Pero me encanta la
carita que pone de “yo no he sido”.
P. FORTEA
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