La lista de conductas éticas puede ser aplicada también hoy y sirve además de reflexión para otras profesiones.
Fuente: A12 Formação
Alfonso María de Ligorio fue
un hombre de una personalidad extraordinaria: noble y abogado; pintor y músico;
poeta y escritor; obispo y amigo de los pobres; fundador y superior general de
su congregación; misionero popular y confesor lleno de unción; santo y doctor
de la Iglesia.
Hay que mi admirar los múltiples talentos que
tenía Alfonso y la fuerza creadora que poseía. A los 12 años era estudiante
universitario y a los 16 era doctor en derecho, es decir, abogado. Como
misionero popular y superior general de su Congregación y obispo, llevó a cabo
una gran labor, a pesar de su delicada salud. Desde los 47 a los 83 años de su
vida, publicó más o menos 3 libros por año.
Alfonso María de Ligorio, a los 20 años de edad,
estaba en el auge de su carrera como abogado, sin que hubiera perdido una sola
causa en Nápoles, Italia, a principios del siglo XVIII. Estaba muy empeñado en
dedicarse al Derecho con desinterés y ganaba todas las causas porque sólo
defendía aquellas que juzgaba justas.
En su vida particular Alfonso vivió actitudes
que podemos interpretar como protesta frente a la corrupción de su medio
ambiente. Con su estilo de vida ejerció una fuerte crítica de su tiempo y de su
sociedad.
Preocupado por la malicia y la mentira con que actuaban sus colegas de
profesión, antes de desistir de la carrera y ser ordenado sacerdote, san
Alfonso escribió una lista de conductas éticas que pueden ser aplicadas también
hoy. Son estas:
1 – No es lícito jamás aceptar causas
injustas, porque son perniciosas para la conciencia y el decoro.
2 – No se debe defender una causa con
medios ilícitos.
3 – No se debe cargar al cliente con
demasiados gastos, teniendo la obligación de restituir lo no necesario.
4 – Las causas de los clientes deben
ser tratadas esa dedicación con la que se tratan las propias causas.
5 – Es necesario el estudio de los
procesos para sacar de ellos los argumentos precisos para la defensa de la
causa.
6 – Muchas veces, la dilación y la dejadez de los abogados
perjudican a los clientes y los perjuicios deben ser reparados; de lo
contrario, se peca contra la justicia.
7 – El abogado debe implorar a Dios su
auxilio en la defensa, porque Dios es el primer protector de la justicia.
8 – No es digno de elogio un abogado que
acepta muchas causas, superiores a sus talentos, a sus fuerzas y al tiempo que
frecuentemente le faltará con el fin de prepararse para la defensa.
9 – La justicia y la honradez nunca
deben separarse de un abogado; al contrario, deben siempre guardarse como se
guardan las niñas de sus ojos.
10 – Un abogado que pierde una causa por
negligencia suya, está obligado a reparar los daños.
11 – Al defender las causas es preciso
ser verdadero, sincero, respetuoso y razonable.
12 – Finalmente, los requisitos de un
abogado son: ciencia, diligencia, verdad,
fidelidad, justicia.
Fonte: Michelotto,
João Batista. C.Ss. R. Peripécias de um Santo. 3ª ed. Editora Santuário. 1980.
No hay comentarios:
Publicar un comentario