Es evidente que la aceptación de la propia imagen física no es contraria a la búsqueda de un mejor estado de salud.
Por: Fernando Morales | Fuente: Fernando Morales
El grupo terrorista
Estado Islámico reivindica el atentado de Orlando, Florida, que masacró a 50
personas en un club gay. Acto seguido, muchos medios acusan al cristianismo y a
la Iglesia por promover el odio hacia los homosexuales. Más allá de lo ridículo
de esta reacción, es interesante la resistencia a comprender la postura
católica sobre este asunto particular. Baste un símil para explicarnos:
Muchas personas obesas
sufren discriminación, burlas y acoso, sobre todo entre los más jóvenes. Pero ¿es injusto o discriminatorio decir que la obesidad es un
desorden?
Hipertensión,
colesterol, diabetes, cardiopatías, derrames cerebrales, apneas, problemas
óseos o de hígado, son algunas de las
consecuencias físicas de la obesidad, sin mencionar las psicológicas que se dan
en muchas personas obesas, como problemas de autoestima, estados depresivos y
otros desórdenes emocionales.
¿El
gordito nace o se hace? La mayoría de las
personas con sobrepeso no eligieron ser así. Algunos sufren de ansiedad al
comer o simplemente son sedentarios. Otros tienen predisposiciones físicas o
emocionales. Otros más fueron educados con pésimos hábitos alimenticios. Y lo
peor: muchos han intentado cambiar y no lo han logrado.
Por tanto ¿no será mejor desclasificar la obesidad de la lista de
enfermedades y comenzar a considerarla un estado normal? Al ser tan
común en muchos países, ¿no sería mejor hablar sólo
de aceptación social y normalización? Tal vez sería un gran servicio a
aquellos que se sienten acomplejados o rechazados por su figura. Abrir la mente
a la diversidad es lo que hoy se predica. Se podría pensar en un desfile del «Fat Pride» u «Orgullo
Gordo».
Muchos factores influyen
en esta condición, y hay muchos tipos de obesidad, pero ante este fenómeno lo
importante es ser tolerantes. Ofrecer dietas o terapias para bajar de peso
quizá sólo aumente la discriminación; hablar de las consecuencias de la
obesidad tal vez contribuya a reafirmar los estereotipos sobre la gordura y las
burlas hirientes de los intolerantes. Y sería una crueldad pretender que estas
personas vivieran siempre reprimidas con dietas y ejercicios. Obeso: acéptate como eres, sé feliz, vive libremente tu
condición…
Hablando en serio: es evidente que la aceptación de la propia imagen física
no es contraria a la búsqueda de un mejor estado de salud.
De manera semejante, hoy
es un tabú hablar de las consecuencias de la conducta homosexual. Las
estadísticas revelan que la esperanza de vida de los homosexuales ronda los 52
años, 20 menos que los heterosexuales, y no por las agresiones homofóbicas. El
78% de las personas que practican la homosexualidad aceptan haber tenido
enfermedades de transmisión sexual.
El siguiente párrafo es
del informe
gubernamental de la CDC de los Estados Unidos, de febrero de
2016:
«Los hombres gay,
bisexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres
representan aproximadamente el 2 % de la población en los Estados Unidos, pero
son el grupo más gravemente afectado por el VIH. En el 2010, los hombres
jóvenes gay y bisexuales (entre 13 y 24 años) representaron el 72 % de las
nuevas infecciones por el VIH en todas las personas de 13 a 24 años y el 30 %
de las nuevas infecciones en todos los hombres gay y bisexuales. Al final del
2011, un número estimado de 500 022 personas (57 %) que vivían en los EE. UU. y
habían recibido un diagnóstico de VIH eran hombres gay y bisexuales, u hombres
gay y bisexuales que además usaban drogas inyectables».
Y aquí no se habla con
detalle de los desproporcionados porcentajes de drogadicción, alcoholismo y
suicidio entre quienes han «salido del armario», lo cual se suele atribuir
únicamente a la homofobia, sin querer ver la realidad completa.
Que la Iglesia califique
las conductas homosexuales como «pecaminosas» o
«antinaturales», según su vocabulario
tradicional, tal vez dificulta a muchos comprender lo que esto significa. Así
como nadie quiere atacar a las personas con sobrepeso cuando se advierte de los
peligros, del mismo modo la Iglesia no quiere humillar a los homosexuales
cuando señala el desorden, las consecuencias y peligros de ese estilo de vida,
incluso antes de insistir en su aspecto moral, que es lo que más le compete.
El sexo es reproductivo
como el comer es nutritivo. Que también tengan un aspecto placentero, innegable
y necesario, no es motivo para ponerlo en primer lugar. Desechar lo reproductivo
en el sexo es dañino, de manera similar a descuidar lo nutritivo del comer. Sin
embargo hoy se promueve el sexo sin procreación y la procreación sin sexo.
Las palabras «matrimonio» y «familia»
designan el modo como el ser humano pone su vida al servicio de la
sociedad: amando, procreando, educando, cuidando al
niño y también al anciano. Querer extender estos conceptos a las
relaciones homosexuales es una falsificación. Sería como querer incentivar u
otorgar certificados de donación deducibles de impuestos a quienes apuestan en
los casinos, porque tienen derecho a usar su dinero como les plazca. Significa
equiparar lo que es benéfico y vital para la existencia de la humanidad con lo
que es una conducta atípica y estéril, además de peligrosa y dañina para los
que la practican.
Respetemos a las
personas con sobrepeso, combatamos la discriminación hacia ellos, pero también
luchemos contra la obesidad. Amemos a las personas con tendencia homosexual,
condenemos la homofobia, pero digámosles la verdad sobre su conducta. Aplaudir
o exaltar este estilo de vida no beneficia a nadie, y daña a muchos.
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