DANIEL ANGE HA SIDO UN PIONERO EN LA EVANGELIZACIÓN CALLEJERA
FUNDADOR DE LA ESCUELA DE EVANGELIZACIÓN JEUNESSE
LUMIÈRE
Nacido en 1932, el padre Daniel Ange, una de las figuras
más queridas del catolicismo francés, sigue incansable. Fue misionero en
Ruanda en los años 60, ermitaño en Suiza durante 5 años, predicador después en más 40 países,
y fundador en 1984 de la Escuela de Evangelización para jóvenes Jeunesse Lumière por la que han
pasado ya 30 promociones, con
docenas de vocaciones sacerdotales y consagradas.
Es un pionero de la Nueva Evangelización
callejera, de la formación de jóvenes evangelizadores, del discipulado
católico. Es un enamorado del cristianismo oriental, de la
espiritualidad carismática y la
música de alabanza, de la liturgia en latín y la forma extraordinaria del rito latino.
Y es un manifestante convencido. Dice que hay que salir a la
calle, no sólo a predicar el Evangelio (que es lo primero) sino también a
defender la vida y la familia.
Ha asistido a las macromanifestaciones francesas, las Manifs Pour Tous, y las defiende.
Sus reflexiones sirven para Francia, para toda Europa y para buena parte del
mundo occidental donde la vida y la familia son atacadas con leyes injustas y
políticos anti-familia.
Estas son sus reflexiones después de 5 mega-manifestaciones en
París que no han impedido que el
Gobierno francés redefiniese el matrimonio, facilitase el aborto más y en las
que el movimiento pro-familia se ha visto sacudido por desacuerdos internos.
También responde a los clérigos que consideran que no es
responsabilidad cristiana animar esa agitación en las calles.
Así argumenta el padre Daniel Ange. (Estas
reflexiones fueron realizadas en 2014 en el contexto de la Manif pour Tous y
las grandes manifestaciones en Francia en defensa del matrimonio natural).
¿PARA QUÉ SIRVEN LAS MANIFS POUR TOUS?
Se oyen reflexiones desilusionadas, gente descorazonada: ¡las mega Manifs no han servido para nada! Es
verdad que el gobierno no sólo no las ha tenido en cuenta, como tampoco a las
700.000 firmas presentadas al CSESE, encapsulado como está en su obstinación
ideológica, sino que han hecho todo lo posible para relativizarlas (cifras,
fotos escandalosamente falseadas, etc.).
Y sin embargo, estas manifestaciones tendrán, de ahora en adelante, un impacto
innegable y una utilidad estratégica en diversos ámbitos.
CONSTATO DIEZ LOGROS:
1. Han permitido a una multitud de personas «poder hacer algo» por fin, aunque sólo sea salir
a la calle. Han sido un consuelo para todos aquellos que no tienen otra
manera de gritar su hastío, su hartazgo, su casi desesperación, aplastados como están bajo la apisonadora de un régimen prácticamente
dictatorial.
No les queda nada más que esto si no quieren asistir totalmente impotentes al
naufragio de una sociedad, al torpedeamiento
de una civilización, que
ha sido la suya durante siglos.
2. Han demostrado que somos capaces de organizar
mega-manifestaciones a gran escala, pacíficas, sin un resbalón,
ante el asombro de todos.
Nos han dado confianza en nuestra capacidad de resistencia pasiva y masiva
frente a un régimen de tipo totalitario. Nunca podremos expresar
suficientemente nuestro agradecimiento a los distintos movimientos, redes,
organismos y personas que se han dedicado a tiempo completo para organizarlas.
Todo ha sido realizado con una estrategia impecable, una solidaridad
ejemplar entre las distintas organizaciones.
¿Somos verdaderamente conscientes de este magnífico
éxito de orden de una obra maestra social? ¿No será un milagro?
3. Las Manifs han tenido, a pesar de las apariencias, mucho
más impacto de lo que pensamos en el gobierno, que no ha podido negar su amplitud a pesar de las
mentiras de los medios de comunicación censurados por el Estado. Gracias a
ellas, los proyectos de la PMA (Procréation Médicalement Assistée –
Reproducción medicamente asistida)
para personas del mismo sexo y de la GPA (Gestation pour autrui – útero de alquiler)
han sido pospuestas,
aunque debían ser aprobadas rápidamente a hurtadillas. Aunque se trate
solamente de un respiro, éste da tiempo para reflexionar y que se suscite una
toma de conciencia jurídica y política.
4. La gran multitud que ha participado ha conseguido
reventar las pantallas, incluso las teledirigidas por el Estado,
que se han visto obligadas a mostrar, a pesar de todo, las imágenes, aunque
falsificándolas, como también las cifras.
5. También han contribuido a hacer reflexionar a un gran
número de ciudadanos medios que,
hasta ese momento, se tragaban a ciegas los proyectos de ley que se les
imponían.
Unos eslóganes simples aparecidos en los medios de comunicación (Un papa, una
mamá: no se miente a los niños; Padre, madre, es elemental, etc.) han hecho que muchos
se planteara que «cuando el río suena, agua lleva».
6. Para los jóvenes – numerosos entre los manifestantes (la gran mayoría de
ellos Veilleurs - centinelas),
ha sido una experiencia fabulosa, histórica, que ha marcado sus
vidas, por lo menos su juventud.
Han visto con sus propios ojos que no eran los desgraciados últimos mohicanos,
marginados en la escuela, casi excluidos socialmente sin atreverse a afirmar
sus convicciones sin correr el riesgo del desprecio o, peor aún, el sarcasmo. Forman parte de toda una generación que está a punto de levantarse
sabiendo afirmar sus valores pacíficamente,
con la orgullosa humildad de ser criaturas de Dios, por lo menos para
los creyentes.
7. Han suscitado una fantástica creatividad juvenil, alegre, entusiasta,
arrancándoles de la tristeza del ambiente, del «¡bah!» desengañado, de las
amargas desilusiones.
Sí, podemos hacer algo para cambiar las cosas. No estamos
condenados a la impotencia exasperada, al
aburrimiento de una sociedad que robotiza y nos convierte en mercancía.
Podemos luchar. Podemos resistir. Podemos guiar la disidencia.
Podemos seguir el ejemplo de nuestros mayores que vivieron bajo los regímenes
totalitarios precedentes.
No tenemos menos valor, menos imaginación, menos audacia que ellos. Ya no somos
peones, juguetes, loros u objetos de consumo.
Debemos “ser” para el niño que tiene que nacer, para el niño que hay que
proteger de la de-sexualización, de las perversiones, de la
violación de su inteligencia, de su sentido común, de su confianza, de su
inocencia: no, esto no está pasado de moda, no es un juego
viejo, ¡es lo más nuevo! Este
combate da sentido a mi vida, la eleva.
Puedo luchar pacíficamente, no por el dinero, sino gratuitamente, por los más
frágiles que hay que defender.
Es
humanitario al máximo, la caridad suma, la generosidad n° 1, la evangelización
al nivel más alto.
Estas son las grandes manifestaciones que han suscitado, despertado, provocado
esta increíble creatividad: los veilleurs
(centinelas), les veilleurs debouts (centinelas
de pie), las madres veilleuses, los Hommen
[hombres pro-familia, alternativa pacífica a las Femen], las mil iniciativas
para manifestar nuestra resistencia, etc.
8. Han tenido un impacto sobre los diputados,
senadores y los alcaldes que luchan valientemente contra la ideología
destructora de nuestros valores, de nuestro pueblo. Si pueden hacerlo con tanta
valentía es porque se sienten rodeados y apoyados
por todo un pueblo: sí, nosotros
hablamos en nombre de un gran número de personas a las que representamos como
toda persona elegida debe hacer.
¿Diálogo
o manifestación?: ¡ambos son necesarios! ¡Ambos son,
inseparablemente, necesarios! Pero ¿cómo
hacerlo cuando el diálogo se convierte en un diálogo para sordos?
Los debates en el parlamento rozan lo ridículo. Ni siquiera se escucha a
cuantos se oponen a estas leyes inicuas (se juega a Scrabble mientras se abordan estas
cuestiones cruciales de bioética y se amañan los votos).
9. Son las manifestaciones que han roto la
amalgama que causa espanto al mundo islámico tradicional: esta
decadencia moral occidental, esta desaparición del sentido mismo de la vida y
del respeto hacia el más frágil, era…. ¡el
cristianismo identificado con Occidente!, incapaces como son [los musulmanes,
N.d.T.] de imaginar una separación entre Estado y religión.
Y he aquí que, por fin, por primera vez, estos musulmanes de
corazón sincero, con un sentido tan profundo de la vida y de la
familia, han podido ver que los cristianos están tan horrorizados
como ellos por estas aberraciones.
Unas declaraciones de los obispos no hubieran bastado para clarificar
esta ambigüedad. Por esto ha sido importante la presencia
de estos hermanos en humanidad en las distintas manifestaciones. Nosotros estamos orgullosos de
los que han tenido el valor de adherirse a las «jornadas
sin niños» dando vergüenza a nuestra indiferencia.
10. Y por último, pero no por ello menos
importante: el enorme impacto en otros países. Sólo unas manifestaciones
como estas han sido capaces de romper las pantallas, de
imponerse en la página principal de los periódicos del mundo entero.
Han levantado grandes esperanzas, particularmente en los países de Europa que
han sido sometidos durante 50 o 70 años a un régimen totalitario. Les han
recordado todo lo que se vivió en los fantásticos años del 80
al 89: fueron unos imparables movimientos de masa lo que
acabaron con el comunismo, dinamitándolo desde dentro.
Temblando ante la amenaza inminente de encontrarse atados de pies y manos económicamente,
bajo una nueva ideología dictatorial, han visto que es
posible reaccionar, luchar, resistir y finalmente vencer, como hicieron sus
padres hace 30 años. Por
esto, el 2 de febrero ha habido manifestaciones en varias capitales de Europa.
Sólo nuestro pueblo alzándose para rechazar que lo anestesien, lo amordacen y
lo aplasten ha hecho posible que se convocaran.
¿EN LOS DESPACHOS O EN LA PLAZA BEAUVAU?
Todo se juega, se truca por adelantado. Están obligados a votar siguiendo las consignas del partido, apenas mayoritario, sin ningún
respeto por su conciencia personal, como
si fueran marionetas o loros, seguros en todo caso de salir vencedores.
Ciertamente, hay que dar prioridad en todas partes a un debate sereno, a una
explicación objetiva, a una argumentación concreta, a una información exacta,
citando los hechos y los textos; pero a menudo el diálogo es apasionado y se
torna violento.
¿Con quién dialogar pacíficamente? Incluso
cuando hay una escucha sincera entre dos personas, puede suceder que no se den
ninguna de las condiciones señaladas más arriba (impacto en el Islam, otros
países, etc.). Desde luego, hay que intentarlo, tanto en
los despachos como en las calles.
Encuentro lamentable que ciertas personas que defienden el fondo de este
combate hayan decidido no participar, aunque sólo el aspecto
masivo permite un impacto. ¿Por quién,
entonces, vibran al final?
Implicarse en la política, pero ¿por qué?
Las Manifs Pour Tous han despertado en muchos
jóvenes una conciencia viva de su responsabilidad política.
Ahora bien, algunos acusan también a los manifestantes y a algunos
organizadores de entrar en política, de presentarse a las próximas elecciones
políticas y europeas.
¡Extraño! Por una parte, sabemos que en un
régimen democrático occidental, los únicos que detienen el poder legislativo
son los elegidos. Prácticamente unidos se pasa una ley, incluso una ley que
puede comprometer a un país durante años, si no decenios, y en la que está en
juego la vida y la muerte de las personas. Cada voz cuenta.
Por otra parte, los Papas no han dejado de animar a los jóvenes a
dedicarse con valor a la política.
Es
utópico gritar en la calle si luego no nos comprometemos políticamente,
dejando el puesto a otros.
Es incoherente manifestarse y, al mismo tiempo, lamentarse de que el Parlamento
no está de nuestro lado. ¿De quién es el error?
En la situación actual, en la que todos los partidos nos han decepcionado, pues
ninguno responde plenamente a lo que un gran número de personas espera, es urgente inyectar sangre nueva en este mundo de tiburones, donde todos se
excluyen mutuamente; es necesario salir de una vez por todas de
estos carriles paralelos derechas-izquierdas que giran hacia el maniqueísmo.
Ahora bien, ¿dónde respirar este aire
fresco? Evidentemente, con la generación joven.
¿Dónde están? Una gran mayoría en las Manifs
pour tous y, en especial, con los audaces veilleurs.
Es necesario que una multitud se comprometa seguidamente para las
próximas elecciones, sin adherirse a un partido o clasificarse
derechas-izquierdas.
La vida humana, el niño, la sexualidad, la familia: todo
es, sencillamente, humano. Que yo sepa no hay una
existencia de derechas y otra de izquierdas, un bebé de derechas y otro de izquierdas.
Saludo el valor de todos los jóvenes que afrontan su miedo a comprometerse con
la esperanza de convertirse en nuestros alcaldes, diputados, senadores y, a lo
mejor, un día, en Presidente. Empezando por el humilde escalón del edil
municipal. Entonces, Francia y Europa estarán a salvo del desastre actual, del
naufragio que se avecina.
EXTREMISMO Y VIOLENCIA: ¿DE QUÉ LADO?
Estigmatizan a todos los participantes como integristas, extremistas,
fachas, racistas, homófobos (la más peligrosa de las etiquetas) ¡odiosa amalgama! o simplemente de pertenecer a
este Front National [partido fundado por
Jean-Marie Le Pen, después dirigido por su hija Marine; ndr] considerado
diabólico.
Desgraciadamente estos calificativos se ponen de manifiesto en eslóganes que ignoran al 99% de buenas
personas que se sublevan contra el integrismo, el fascismo o el racismo.
¿Cómo se puede hacer una tal amalgama entre algunos
grupos efectivamente integristas o violentos y esta gigantesca masa de buenos
ciudadanos, creyentes o no, que no tienen otro modo de expresarse más que
echarse a la calle?
Y si algunos pueden sentirte tentados por la violencia ante la ineficacia de
los métodos no violentos y el callejón sin salida de los diálogos, yo pregunto:
¿en qué lado está la violencia?
Cuando un partido y su gobierno - elegido con un porcentaje
mínimo que no representa más que una minoría de la población, visto el número
de abstenciones -, se arroga el
derecho de imponer a todo un pueblo, sin la mínima consulta popular,
una ideología destructora de la identidad nacional y de la matriz
cristiana de Europa y de Francia, ¿no es esto
violencia?
Cuando se pretende cambiar sin dudarlo de civilización, creando un hombre nuevo
(«no se puede construir una república con la
religión católica» frase de
Vincent Peillon, ministro de Educación en el gobierno Hollande, NdT]) ¿no
es esto violencia?
Cuando se ataca el respeto mismo de la vida en su fragilidad, desestabilizando
a la familia por todos los medios, ¿no es esto
violencia?
Cuando se imponen casi manu militari cursos de educación sexual que pervierten a la infancia, inoculando en los niños desde el
parvulario una ideología que socava lo que les quedaba: un hombre es un hombre, una mujer es una mujer, un niño es un niño,
¿no es esto violencia?
Cuando se quiere a-sexualizar, de-sexualizar y a veces trans-sexualizar a los niños, desvinculando
anatomía y psicología, falsificando también su inteligencia, minando su
confianza, inutilizando finalmente su existencia, violando su conciencia: toda violación, ¿no es eso acaso violencia?
Cuando ningún psicólogo, psiquiatra infantil, maestro y,
sobre todo, ningún padre es consultado; cuando los profesores son obligados a «de-construir
los estereotipos sexuales y familiares»; cuando se arranca al niño a su
familia por medio también de los nuevos ritmos escolares [El ministerio de Educación quiere alargar la semana
escolar a cinco días -actualmente en Francia es de cuatro días-, alargar el
horario escolar y acortar las vacaciones; ndt], ¿no es esto violencia?
Cuando los padres se atreven a protestar y son vilipendiados públicamente por
el poder, e incluso penalizados (en Alemania encarcelados) y sus niños
perseguidos: ¿no es esto violencia?
Cuando se pasan leyes a la fuerza, a hurtadillas, aprobadas en pocas horas de
sesión parlamentaria;
cuando se miente descaradamente para engañar a la opinión pública («no es
cuestión de género» mientras que todos los documentos avalados por la Educación
Nacional imponen la ideología de género desde el primer curso de la escuela
primaria), ¿no es esto violencia?
Cuando una política [se atribuye
a la senadora socialista Laurence Rossignol, ndr] declara fríamente: «el
niño pertenece al Estado» (¡tesis de Hitler y Stalin!) y el Estado,
efectivamente, se arroga el derecho de raptarlos moralmente, ¿no
es esto violar los derechos imprescriptibles de los padres?
Repudiar las cartas de la ONU sobre los derechos del hombre y los derechos del
niño, firmadas por Francia, y situarse en oposición frontal a estas cartas
internacionales, ¿no es traicionar sus compromisos
políticos internacionales?
Cuando estudiantes pacíficos son agredidos, arrestados,
aporreados, molestados por haber cometido el crimen de no pensar con el
pensamiento único impuesto; por
haber cometido el crimen de reflexionar y de expresarse o de permanecer de pie
en silencio en plena noche, ¿no es esto violencia?
Cuando nuestro gobierno, por una parte aprueba
las mega-manifestaciones de Kiev y condena la represión violenta contra
los manifestantes que luchan día y noche contra una dictadura, pero por la otra
reprimen violentamente nuestras manifestaciones, ¿no es
esto una incoherencia?
Cuando se preparan a fabricar huérfanos que no conocerán jamás nada de su
ascendencia y genealogía porque papá viene en contenedores de
Suecia y mamá de ovocitos de Japón, comprados según su cociente intelectual, ¿no es esto violencia?
Cuando obligamos a un niño a llamar Papá a una mujer joven
y Mamá a un señor barbudo; cuando decimos a los niños desde el jardín de infancia: tu
cuerpo es masculino pero tú puedes ser femenino, ¿no es esto una
violencia extrema?
Cuando un médico puede atribuirse (en Holanda) el derecho tremendo de matar a un niño minusválido, incluso sin el
consentimiento de los padres porque estos no pueden ser objetivos porque lo
aman, ¿no es esto una violencia extrema?
Cuando queremos liquidar «dulcemente» a un enfermo que
cuesta demasiado caro a la sociedad, o que no es económicamente rentable, sin ni siquiera su
consentimiento o el de su familia, cuando queremos ayudar a un
adolescente deprimido a quitarse la vida
antes de que se lamente amargamente, ¿no es
esto violencia?
Todo esto acumulado, ¿no es acaso integrismo ideológico? ¿Extremismo dictatorial? En resumen, ¿un neo-fascismo?
Entonces, al saber todo esto, al ver con nuestros ojos a nuestros hijos tan
engañados, ¿cómo osan reprochar a la gente que aún
tiene el sentido común intacto de que hagamos la única cosa que nos queda, que
es gritar nuestra indignación, resistiendo con nuestros gritos ante el Arco
de Triunfo?
Sí, de nuevo sí, nos negamos a ser amordazados,
anestesiados, timados, engañados, aterrorizados.
En nombre de los sin voz y de los más pequeños: el
niño en el seno materno, el niño minusválido, el niño en la escuela.
(Traducción del francés de Helena Faccia
Serrano, Alcalá de Henares; artículo adaptado del publicado originariamente en
ReL en 2014)
P.J.G./ReL
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