Pretende una uniformidad litúrgica que el propio Concilio Vaticano II desechó
El arzobispo y
cardenal electo Arthur Roche, Prefecto del Dicasterio de Culto Divino, ha
vuelto a comentar la supuesta oposición en algunos sectores de la Iglesia a las
reformas litúrgicas posteriores al Concilio Vaticano II. Lo cierto es que el
prelado pretende una uniformidad litúrgica que es literalmente contraria a las
enseñanzas de dicho concilio.
(Kath.net/Infocatólica) Las polémicas y «luchas» sobre este tema son una «tragedia»,
lamentó roche en una reciente entrevista con Radio Vaticano; «porque la Eucaristía es por su propia naturaleza el
sacramento que une a toda la Iglesia».
Hay «una»
ley
litúrgica que ayuda a transmitir la enseñanza de la Iglesia,
dijo Roche. «Así que la reforma de la liturgia es un
asunto muy importante y además no es algo que deba considerarse opcional».
El
individualismo y el relativismo en la línea de «yo prefiero esto» es uno de los
retos
de hoy,
añadió el prefecto. Sin embargo, dijo, la celebración de la misa no es una
cuestión de elección personal. «Celebramos como
comunidad, como toda la Iglesia, y la Iglesia a lo largo de los siglos siempre
ha regulado la forma de liturgia que consideraba más apropiada para
un momento determinado».
El trasfondo de las
declaraciones es el actual debate sobre la llamada «Misa
Antigua». El papa Francisco, en oposición a Benedicto XVI, ha establecido la «forma ordinaria» de la misa establecida en la
reforma litúrgica posterior al Vaticano II, el conocido como Novus Ordo, como «única expresión» del rito romano de la misa. Lo
hizo hace un año con el decreto «Traditionis custodes». Por tanto, la «forma extraordinaria» de 1962, permitida en mayor medida en el
pontificado de Benedicto XVI en 2007 sólo puede celebrarse en
condiciones especiales.
En la historia de la Iglesia
también hubo puntos de discordia en el pasado, por ejemplo
en la cuestión de la comunión en las dos especies, recordó Roche, «pero nunca
ha habido una controversia sobre la liturgia en la forma en que la vivimos hoy. En parte porque nunca antes hubo dos versiones del
Misal Romano».
En la entrevista, Roche
también se refirió al jesuita de Innsbruck, liturgista y asesor del Concilio,
Josef Andreas Jungmann (1889-1975). En sus estudios, Jungmann había mostrado
cómo la misa se había modificado a lo largo de los siglos para satisfacer las
necesidades de la época.
«Así que todo lo
que se está llevando a cabo es la regulación de la antigua liturgia del Misal
de 1962, deteniendo la promoción de esta liturgia», sostuvo Roche sobre el decreto
del Papa sobre la «Misa antigua»:
«Porque estaba
claro que el Concilio, los obispos del Concilio, bajo la inspiración
del Espíritu Santo, propusieron una nueva liturgia para la vida
vital de la Iglesia. Y eso es realmente muy importante. Oponerse a eso es algo
realmente muy serio».
LO QUE DE VERDAD
DICE EL CONCILIO VATICANO II
La realidad es que, a diferencia de lo que indica el prefecto de Culto Divino, el
Concilio Vaticano II, en la Constitución Sacrosanctum
concilium sobre la sagrada liturgia, decretó lo siguiente:
«Por último, el
sacrosanto Concilio, ateniéndose fielmente a la tradición, declara que la Santa
Madre Iglesia atribuye igual derecho y honor a todos los ritos legítimamente
reconocidos y quiere que en el futuro se conserven y fomenten por
todos los medios. Desea, además, que, si fuere necesario, sean íntegramente
revisados con prudencia, de acuerdo con la sana tradición, y reciban nuevo
vigor, teniendo en cuenta las circunstancias y necesidades de hoy».
Es
evidente que «los obispos del Concilio, bajo la inspiración del Espíritu Santo» no
pretendieron la uniformidad litúrgica que el
prefecto de Culto Divino quiere imponer a toda la Iglesia. Y es claro que el Concilio quiso que se conservaran todos los ritos. Tanto más el
tridentino, que fue el usado durante el propio
concilio. Sin duda, «oponerse a eso es algo realmente muy serio»
No hay comentarios:
Publicar un comentario