Hoy, 10 de febrero, la Iglesia celebra a Santa Escolástica, religiosa italiana, hermana melliza de San Benito de Nursia, fundador del monacato occidental, patrono de Europa. Al lado de su hermano, Escolástica contribuyó a la formación, fortalecimiento y desarrollo de la vida contemplativa dentro de la Iglesia desde finales del s. V.
Escolástica y Benito
se consagraron desde muy jóvenes a Dios y
compartieron el espíritu de lo que hoy conocemos como espiritualidad
benedictina, alcanzando, a través de esta, la santidad.
LLAMADOS A LA SANTIDAD
DESDE EL VIENTRE
Los benedictinos señalan que mientras Benito residía en el célebre
monasterio que fundó, Montecassino (Italia), Escolástica se estableció en
el monasterio de Plombariola, fundado también por su hermano, con la idea de
albergar allí a las mujeres que quisieran vivir dedicadas a la contemplación.
Allí, Escolástica llegó a ser abadesa.
Otras fuentes indican como probable que la santa haya vivido no
exactamente en un monasterio sino en una ermita, junto a una o dos religiosas,
construida en la base del monte en cuya parte más alta estaba el monasterio en
el que vivía su hermano (Montecassino).
Sea como fuere, los hermanos mantuvieron un lazo espiritual a todas
luces ejemplar para quienes desean seguir a Cristo de cerca, a través de la
oración. Quizás, entre ellos hubo esa “complicidad”
que tienen los hermanos, pero encaminada a agradar al Señor.
LA ORACIÓN PRODUCE EL VÍNCULO
MÁS FUERTE
Santa Escolástica nació hacia el año 480, en lo que hoy es el municipio
italiano de Nursia, en el seno de una familia noble. La historia más difundida
sobre ella señala que solía pasar la mayor parte del tiempo en oración y, por
lo menos una vez al año, iba a visitar a su hermano y compartir con él asuntos
espirituales. Cuando llegaba el tiempo, San Benito salía de su monasterio a su
encuentro, dado que a Escolástica -como a la gran mayoría de mortales- le
estaba prohibido ingresar a Montecassino.
Sobre la última vez que los hermanos se encontraron, San Gregorio
escribió una hermosa narración. De acuerdo a dicho relato, Escolástica, estando
en compañía de su hermano y presintiendo que no volvería a verlo más, le rogó
que no partiera aquella noche sino al día siguiente. Inicialmente San Benito se
negó -no quería contravenir las reglas de su monasterio-; pero, Santa
Escolástica le pidió a Dios con fervor que interviniera, e inmediatamente
estalló una fuerte tormenta que impidió que su hermano pudiera partir.
Ambos pasaron la noche en oración, hablando de Dios y de las delicias
espirituales. Tres días después, Escolástica súbitamente murió. La noche de su
muerte Benito tuvo una visión del alma de su hermana ascendiendo al cielo en
forma de una paloma.
Cuarenta días
después, Benito también fue llamado a la Presencia de Dios.
FRUTOS DE LA
FRATERNIDAD
Grande era el amor fraterno entre Escolástica y Benito, lleno de
intensidad espiritual; grande era también el deseo de ambos de vivir la
santidad como obediencia perpetua a Dios, asentada sobre la confianza en Él;
grande el premio que Dios les dio manteniéndolos unidos en su nombre para
siempre.
Santa Escolástica de Nursia fue la fundadora de la rama femenina del
monaquismo benedictino. Es patrona de las monjas, de los niños que sufren
convulsiones y de algunas ciudades como Le Mans en Francia, o Alcolea de
Calatrava en España. También se pide su intercesión en las tormentas y las
lluvias torrenciales. Su fiesta se celebra el 10 de febrero.
Redacción ACI Prensa
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