Una anciana se presentó a la caja del banco para hacer un retiro en efectivo.
Le
entregó al cajero su tarjeta y le dijo:
Quisiera
retirar $1.000.
El cajero
le respondió:
- Para retiros de menos de $50.000, use el cajero automático.
La
anciana preguntó:
-
¿Por qué?
El cajero
le contestó, sin mayor explicación, mientras le devolvía la tarjeta bancaria:
- Esas son las instrucciones. Por favor, hay gente detrás suyo esperando.
!!Por favor, vaya al cajero automático!!"
La
anciana permaneció en silencio unos segundos, luego devolvió la tarjeta al
empleado del banco y le dijo:
-
Por favor, ayúdeme a retirar todo el dinero de mi cuenta…
El cajero
se asombró cuando revisó el saldo de la cuenta de la anciana y le dijo:
- Tiene $ 10.000.000 en su cuenta y el banco no puede entregar esa
cantidad en este momento. ¿Puede volver mañana?
Sin
inmutarse, la anciana le preguntó cuánto podía retirar en el acto. El cajero le
respondió:
- Cualquier cantidad hasta $300.000.
La
anciana le pidió entonces:
-
Bueno, por favor, entrégueme 300.000 pesos.
El cajero
regresó enojado sacó una pila de fajos de $20, $50 y de $100 y pasó los
siguientes diez minutos contando esos billetes de pequeña denominación hasta
llegar a los $300.000 solicitados. Se los entregó a la anciana y le dijo:
- ¿Hay algo más que pueda hacer por usted?
En
silencio, la anciana guardó 1.000 pesos en su cartera y le dijo:
-
Sí, quiero depositar estos $299.000 en mi cuenta.
Moraleja:
“No
te pongas difícil con los viejos y los experimentados, porque han pasado la
vida aprendiendo habilidades”.
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