Hay algo que permite ver más allá de los sufrimientos del presente.
Por: P. Fernando Pascual, LC | Fuente: Catholic.net
Buscamos, en las noticias, señales de esperanza:
cuándo terminará la epidemia, cuándo llegará un buen gobernante, cuándo
mejorarán los salarios, cuándo terminará la violencia en la calle.
Muchas veces no llegan esas señales de
esperanza: los hospitales tienen serios problemas de acogida, los gobernantes
luchan más por su puesto que por el bien de la gente, los salarios quedan
desinflados por nuevos impuestos...
Cuando las malas noticias se acumulan, cuando no
aparecen signos de mejora en el horizonte, el corazón experimenta un peso que a
veces se hace asfixiante. Si, además, las noticias familiares son alarmantes,
la situación se hace insostenible.
En cambio, quien teme a Dios tiene un recurso y
una fortaleza para resistir a las malas noticias, porque está seguro de que el
Señor no lo abandonará: Él es fiel, y siempre ayuda
a quienes buscan su ayuda (cf. Sal 112,7-8).
Las malas noticias siguen allí, los problemas no
desaparecen de golpe, pero hay algo que permite ver más allá de los
sufrimientos del presente y así tener la certeza de la victoria de Cristo.
Sí: el Cordero de
Dios ya ha vencido, ya está a la derecha del Padre, ya intercede por nosotros,
ya nos ha enviado al Espíritu Santo. Entonces surge la verdadera esperanza, la
que se basa no en apoyos humanos, sino en Dios.
No vivimos sin esperanza: nos hemos acercado a Cristo y somos ya parte de su
Iglesia (cf. Ef 2,12-13). Por eso, ante las noticias que hoy
aparezcan ante mis ojos y mis oídos, reaccionaré con valentía, porque estaré
apoyado en Aquel que es la fortaleza de los
débiles y la ayuda de quienes mantienen viva la lámpara de la fe.
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