¿Solo? NUNCA
Por: Redacción | Fuente: la-oracion.com
¡Me siento tan sola! ¿Cuántas veces me he aferrado a este pensamiento? ¿Cuántas
veces me he auto-compadecido por no tener a alguien a mi lado?
La “soledad” en que me
encuentro ha sido utilizada como justificación para mis ratos de amargura e
incluso también por el enemigo como un pretexto para colocarme en situación de
pecado.
No, no es fácil vivir solo, decidir solo,
enfrentar todo solo. El deseo de compañía está plantado en lo más profundo del
corazón.
Pero todo ese sentir
puede ser erradicado con simplemente abrir los ojos y cambiar el foco para que
la verdad salga a relucir.
No quiero estar solo… pero
no lo estoy. ¡Nunca lo he estado!
Anhelo ser amado y… lo soy. ¡He sido amado hasta el extremo!
Cada noche, al terminar con mi última tarea del
día, cuando siento deseos de platicar con alguien, ahí estás tú, mirándome de
frente y dispuesto a escuchar desde el icono colgado en mi pared. (Esto dice
Yahvé: en el momento preciso te escuché… Is 49,8)
Cuando estoy triste y busco consuelo, cierro mis
ojos y me imagino abrazada a tu costado o sostenida por la palma de tu mano.
(…Este es mi consuelo en mi miseria: que me da vida tu promesa… Que tu amor sea
mi consuelo como prometiste a tu siervo. Sal 119,50, 76)
Cuando el desánimo y el miedo inundan mi
corazón, te veo siguiendo el camino de la cruz y diciéndome: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados
por la carga y yo os aliviaré” (Mt 11,28)
Cuando mi corazón añora
simplemente cariño, te oigo decir “¡Permanece en mi amor!” (Jn 15,9)
Todo esto es don. Es obra tuya, a través del
Espíritu Santo, que en otro acto de amor supremo, quisiste dejar en mí y de tu
palabra “viva y eficaz” que está siempre a
mi disposición.
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