Hoy estaba pensando acerca de la película La Pasión y me he dado cuenta de un detalle. Filmarlo en las lenguas originales se hizo para darle verismo histórico. Pero no me percaté de que, en realidad, los presentes en la escena de hace 2 000 años, cultos e incultos, ricos y pobres, entendían las lenguas en las que hablaban los personajes primarios y secundarios.
Al
rodarla en las lenguas originales, el director está introduciendo un elemento
que no estaba presente en la escena original: la
ininteligibilidad. Y eso es una distorsión acerca de cómo se vivió ese
hecho histórico.
¿Distorsiona más entender (dado que ellos entendieron) que no entender
(para que suene como en la época)? Después
de darle algunas vueltas al asunto, lo veo claro. Lo poco que aporta ese
detalle verista es mucho menos que lo que se pierde al añadir el elemento de la
ininteligibilidad.
Algunos elementos más:
A eso hay
que añadir que, solo en la parte latina, que era la que yo entendía, había
varios errores indudables de pronunciación. Las cosas en el siglo I no se
pronunciaban igual que unos siglos después. Además, la parte latina la entendía
directamente, pero sonaba artificiosa. Por más que se esforzaron, no era fácil
interpretar en latín. No, no sonaba natural.
He
escuchado hablar en latín al cardenal Ottaviani y eso sí que era natural. Lo de
la película no me transmitió esa sensación.
Un último detalle
Además, y
con esto acabo, la idea le sobrevino a Mel Gibson. Pero alguien experto debería
haberle explicado que, aunque la intención era buena, la verdad es que no se
tiene mucha idea de cómo sonaban en concreto las tres lenguas que usan en la
película.
Es decir,
se sabe más o menos, pero se escucha muy distinto el español-andaluz del
español-asturiano. Se sabe, más o menos, cómo sonaban esas tres lenguas. Pero
lo poco que no se sabe las podía hacer sonar de forma notablemente distinta: ¿se comían algunas consonantes, qué música había al
hablar? Tanta es la diferencia con esos factores que el verismo se
vendría a los suelos si escucháramos la reconstrucción y la verdad.
Con lo
cual, el tema del verismo de las lenguas es justamente la parte más débil de
esa reconstrucción. Cuando de algo se sabe muy poco, se reconstruye si no hay
otro remedio. Si tiene que estar, de algún modo habrá que suponer que era.
Pero, en este caso, no había ninguna necesidad. Incluso aunque se supiera cómo
era el acento de esas lenguas, era mejor no ponerlas, en mi opinión, porque su
presencia suponía una distorsión en la reconstrucción. Pero es que, además, era
la parte menos histórica de la reconstrucción. La que más se prestaba a la
creación. Salvo que hablaran de forma neutra, que, sin duda, no lo hacían.
P. FORTEA
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