Esta semana se cumplió el 85 aniversario de la revelación de la Coronilla a la Divina Misericordia a Santa Faustina Kowalska en el convento de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, en Vilna (Lituania).
El viernes 13 de septiembre de 1935, un “ángel
ejecutor de la Ira Divina” visitó a Santa Faustina en su celda del
convento. Ella lo describió en su diario con un rostro gloriosamente brillante,
vestido con una túnica deslumbrante y de pie sobre una nube que emitía truenos
y relámpagos.
La santa le rogó que se detuviera para que “el
mundo hiciera penitencia” pero “mi súplica
–escribió– no fue nada frente a la ira divina”.
“En ese momento vi la Santísima Trinidad. La grandeza de Su majestad me traspasó
profundamente y no me atreví a repetir mis ruegos. En ese mismo momento sentí
en mi alma el poder de la gracia de Jesús, que habita en mi alma”, escribió.
Ella le suplicó a Dios con las palabras hoy conocidas del rezo de la
Coronilla: “Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la
Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu amado Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, por
nuestros pecados y los del mundo entero; por Su dolorosa Pasión, ten piedad de
nosotros”.
A la mañana siguiente, en la capilla del convento, mientras oraba esas
palabras como se le indicó, escuchó en su alma: “Esta
oración servirá para aplacar Mi ira. La recitarás durante nueve días, en las
cuentas del Rosario, de la siguiente manera”. Entonces el Señor le
enseñó a Faustina la forma en que Él quería que se rezara la Coronilla a la
Divina Misericordia.
Ese día resultó ser la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el 14
de septiembre de 1935.
El P. Michael Gaitley, director de evangelización de la Congregación de
los Padres Marianos de la Inmaculada Concepción y autor de libros que explican
la Divina Misericordia, exploró la fecha en la que Jesús compartió la coronilla
con la santa polaca.
“Junta a la fiesta del Triunfo de la Cruz, la
Coronilla de la Divina Misericordia es tan poderosa porque estamos pidiendo
misericordia ante el sufrimiento y la pasión de Jesús. Cuando pensamos en la
cruz y en el sufrimiento de Jesús por nosotros, la sangre y el agua que
brotaron son el fundamento de la misericordia para nosotros”, explicó el sacerdote en una entrevista
con el National Catholic Register.
El P. Gaitley, apuntó que la fiesta de Nuestra Señora de
los Dolores este 15 de septiembre sigue apropiadamente el recuerdo de la Santa
Cruz, porque “el dolor de María no es solo por el sufrimiento de su
Hijo, sino también por el sufrimiento de sus hijos en todo el mundo”.
“Cuando miramos a Nuestra Señora de los Dolores, es
un indicador que indica por qué está triste y debería motivarnos a rezar la
coronilla por la humanidad que sufre”, añadió.
Además, el presbítero cree que “la Coronilla
es muy poderosa para la gente de hoy porque cuando parece que las cosas en el
mundo están fuera de control con tanto caos y confusión, la Coronilla a la
Divina Misericordia les da la seguridad de que pueden hacer algo efectivo, que
es llamar a la Divina Piedad en nuestro mundo que sufre”.
Redacción ACI Prensa
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