LA DESESCALADA DIGITAL NO SE LOGRARÁ POR INERCIA, LOS PADRES HAN DE PERSEVERAR POR SUS HIJOS
Confinamiento, ocio, clases a distancia... los niños se enganchan a las pantallas, y eso es malo para su desarrollo y aprendizaje
Con el confinamiento por coronavirus, las familias europeas vieron
aumentar su tiempo ante las pantallas. Especialmente los
niños, se encontraron ante el ordenador y las tablets hora tras hora,
para recibir algunas clases y también para ver dibujos animados, series o
videojuegos infinitos.
Un
informe elaborado por la plataforma
Empantallados
señala que casi la mitad de las familias españolas (48%)
adquirió nuevos dispositivos de pantallas durante
el confinamiento en primavera. De lunes a viernes, los niños pequeños consumían
casi 4 horas de pantalla para el ocio (un 76% más
que antes del confinamiento) y los
hijos mayores alcanzaban las 5 horas diarias dedicadas al entretenimiento
digital (un 68% más que antes).
¿Cómo desenganchar ahora a los niños de las pantallas? De hecho, muchos colegios e institutos ofrecen
ahora en el nuevo curso clases "semipresenciales",
pidiendo a los niños que estén atentos a las pantallas desde casa,
porque recibirán videoconferencias, trabajos, tests online...
ROMPER
LA INERCIA DE LAS PANTALLAS
Isis
Barajas, en la imprescindible revista Misión (de suscripción gratuita aquí)
ha consultado a la popular doctora en Educación y Psicología, Catherine L’Ecuyer acerca
de la "desescalada digital", el intento de recortar tiempo de pantallas para
los niños.
“En educación, no hay puntos de no retorno, pero hay líneas rojas que al
cruzarse crean inercias o vicios que son difíciles de romper”, explica la conocida autora de Educar en el Asombro (más de 27 ediciones) y Educar en la Realidad (10 ediciones).
Canadiense
con muchos años de vida en España, madre de cuatro hijos y católica practicante
que cita con frecuencia a Chesterton, San Agustín o Tomás de Aquino, L'Ecuyer
da una idea básica: pese a las incertidumbres del coronavirus, si los padres están bien, los niños estarán bien.
Pero pide evitar la inercia, pide “una decisión conjunta de los padres, un
plan de acción decidido y constancia a
la hora de llevarlo a cabo”.
Habla de "plan" porque “la improvisación pasa factura: acabas dejándote llevar por las modas, por lo que hace el vecino o lo
que manda el colegio. Nosotros [los padres] somos los primeros
educadores y cuando actuamos por inercia lo que hacemos es abdicar de esa
responsabilidad”, recalca.
L'Ecuyer
recuerda que el riesgo de adicción a las pantallas es
mayor en los niños que en los adultos. "Para
los niños el riesgo de la adicción siempre existe, porque ellos multitarean
cuando tienen acceso a estos dispositivos y aún no tienen la madurez
suficiente para gestionar esas herramientas de forma responsable”, recuerda.
FORMAR
AL NIÑO: TEMPLANZA FUERA Y DENTRO DE INTERNET
Por esta
razón, insiste en que “la educación para el uso de
los dispositivos no es consecuencia de usarlos, sino que ocurre en el mundo
real: solo es posible cuando hay templanza, fortaleza, capacidad de inhibir
estímulos, comprensión de la diferencia entre lo público y lo privado, etc. La mejor preparación para el
mundo online es el mundo offline”.
Simplemente
prohibir o restringir el acceso de los niños a la tecnología no bastará,
advierte.
"Es necesario dar alternativas excelentes: hacer pan, volar
una cometa por un balcón, coser mascarillas de tela, aprender a poner una bajera, limpiarse
bien los dientes, hacer un sofrito, leer libros, cuidar de una planta, escuchar
música, ver películas clásicas, coser un botón, limpiarse los zapatos…”.
EL
HÁBITO DE LEER LIBROS, LA MEJOR ALTERNATIVA CASERA
L’Ecuyer
recomienda sin paliativos fomentar la lectura. “La
literatura enseña a escribir y a hablar con propiedad. Ayuda a entender los
matices y la complejidad de la psicología humana. Sin embargo, muchísimos niños hoy en día no se han leído
los clásicos. El confinamiento era una ocasión ideal para hacerlo, pero hemos
preferido enchufarles a una tableta que prescribir la lectura de 10 obras
maestras”, lamenta.
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