La Unción de los
Enfermos es una preparación para el paso de esta vida a la gloria eterna y son
muchos los efectos y gracias que confiere al enfermo.
Por: Daniel Alberto Robles Macías | Fuente: ConMasGracia.org
El sacramento de la unción
de los enfermos es un sacramento de curación, el cual es un regalo de Dios que
ayuda a sanar y purificar el espíritu de quien lo recibe. A través de él, se pide al Señor, la salud del
cuerpo, del alma y del espíritu del cristiano que pasa por una grave enfermedad
o vejez avanzada. Asimismo, al recibir la unción bien dispuesto y en gracia, si
es la voluntad de Dios, puede obtenerse, incluso, la curación o la salud que
necesita el enfermo.
La Iglesia lo define así: “La gracia primera de este sacramento es una gracia de
consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de
enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez. […] Esta asistencia del Señor,
por la fuerza de su Espíritu, quiere conducir al enfermo a la curación del
alma, pero también a la del cuerpo, si tal es la voluntad de Dios” (CEC 1520).
Este sacramento sólo puede ser administrado por
el obispo o el sacerdote, quien ungirá con aceite consagrado en la frente y en
las palmas de las manos, pronunciando a su vez las palabras:
“Por esta santa unción, y por su bondadosa
misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que,
libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad” (Sacram Unctionem Infirmorum; cf CIC, can. 847,
§1).
Ahora bien, no se debe pensar que este signo
sacramental está reservado solamente para quienes estén cerca de la muerte,
sino que también pueden recibirlo aquellos que sean conscientes y que, por
voluntad propia, consideren necesario recibirlo en caso de grave enfermedad. De tal modo que, si un fiel está en peligro de muerte, está sufriendo una
grave enfermedad, pasa por avanzad edad o recibirá una operación delicada,
puede solicitar que se le administre dicho sacramento.
No hay un límite de veces para poder recibir
este sacramento, sino que puede recibirse las veces que sean necesarias,
siempre y cuando se encuentre en peligro de muerte, pase por momentos de
debilidad en la salud, o bien, las personas con edad avanzada.
Así que resulta conveniente no esperar hasta el
último momento para poder recibir este sacramento, ya que su fin no es alcanzar
milagros, sino preparar espiritualmente a quien lo recibe. Además, es
importante decir que este sacramento, como todo otro sacramento, es de vivos;
es decir, que debe recibirse en estado de gracia. Aunque la Iglesia establece que, si el enfermo no pudo
recibir el sacramento de la penitencia y, por alguna razón se encuentra
inconsciente, se le podrá dar la absolución de sus pecados bajo condición y,
luego, se le puede administración el sacramento de la unción, también bajo
condición.
Si un enfermo de gravedad
falleció sin recibir este sacramento, la Iglesia recomienda, aun así,
administrarlo durante las primeras horas en que ha fallecido. Así lo establece el Código de Derecho Canónico: “En la
duda sobre si el enfermo ha alcanzado el uso de razón, sufre una enfermedad
grave o ha fallecido ya, adminístresele este sacramento” (1005
CIC).
Es importante que, como
creyentes en Cristo, procuremos prepararnos para el momento de nuestra muerte,
ya que no sabemos cuándo llegará. Por lo
tanto, es recomendable que con frecuencia acudamos a los sacramentos que
alimentan y fortalecen nuestro espíritu como son la comunión y la penitencia.
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