ES UNA TEORÍA INCOMPATIBLE CON LA FE
CRISTIANA, SOSTIENE.
Hablar de «karma» ya no es propio solo de los
adeptos de la Nueva Era: empieza a formar parte del lenguaje popular.
"¡Eso ha sido el karma!": cada vez es más frecuente escuchar ésta u otras expresiones similares
para explicar acontecimientos que antes se atribuían a la suerte, a la
casualidad o a la voluntad de Dios en el hacer o en el dejar hacer.
Hoy, como
tantos conceptos procedentes de las religiones orientales, y en particular del budismo, degradados para consumo occidental, el karma ha
pasado a formar parte del habla popular sin una idea precisa de qué
significa ni de cuáles son sus implicaciones.
Lo cierto es que "nadie cree en él, ni siquiera
los occidentales que dicen creer en él, porque si creyesen, no se quejarían
cuando sufriesen de dolores o disgustos", afirma Angelo Stagnaro, prestidigitador y mentalista católico,
terciario franciscano, de nombre artístico Erasmus.
Angelo Stagnaro (Erasmus) fue finalista en el Got Talent 2019 de Myanmar
(Birmania), con este espectacular número en el que teletransporta a un joven a
un supermercado para que haga la compra que los miembros del jurado le han
pedido en ese momento. [Más sobre el mentalismo en ReL: El nuncio advirtió al mago jesuita:
«Dígame cómo lo ha hecho o suspendo ahora mismo la función»]
Porque,
en efecto, "según la teoría kármica, todo lo que le pasa
a alguien es lo que merece", al ser el karma una especie
de mecanismo compensatorio que reequilibra el universo y hace justicia a través
de sucesivas reencarnaciones.
Lo cierto
es, dice Stagnaro -quien ha estudiado a fondo esa teoría para la preparación de
sus espectáculos, que juegan en apariencia con el tiempo y el destino-, que
"el karma no ofrece ninguna respuesta, solo desorientación y
ofuscación". ¿Por qué? Lo sintetiza en veinte razones en un
reciente artículo en el National
Catholic Register, cuyas ideas básicas recogemos a
continuación:
1. El karma es una filosofía esencialmente fatalista y determinista, un sistema que sugiere la aceptación
pasiva de un universo mecánicamente regulado en sustitución de
la responsabilidad moral individual.
2. Si el karma formase parte del cosmos como las
principales constantes físicas (la constante de gravitación universal, la
velocidad de la luz en el vacío o la carga del electrón) o las fuerzas
fundamentales de la naturaleza (gravitatoria, electromagnética, nuclear fuerte
y nuclear débil) habría sido detectado alguna vez. No lo ha sido.
3. Si, como presupone la filosofía del karma, éste
integra la estructura del universo, por definición carecería de
conciencia, por lo cual no podría dar lugar a un movimiento
espiritual ni distinguir el bien del mal, y por tanto tampoco la justicia de la
injusticia. Difícilmente puede así reequilibrar nada.
4. Dado que el karma no puede reconocer un orden de justicia ajeno a él, él es su propio sistema de justicia. ¿Qué atribuimos entonces al karma? ¿Es culpable el
terrorista islámico que asesina a cientos de cristianos que aparentemente no lo
merecen, o sí lo merecen y el crimen es solo aparente, expresión de una
compensación cuyas claves se nos escapan? La autosuficiencia moral del
karma, subraya Stagnaro, "suena a explicación
que no explica nada".
5. El karma
es irreconciliable con el cristianismo porque está ligado a la doctrina de la reencarnación, reprobada
por San Pablo:
"El destino de los hombres es morir una sola vez; y después de la muerte,
el juicio" (Heb 9, 27).
6. Si la reencarnación es el resultado final de toda
una vida de hacer el bien o hacer el mal, ¿por qué
el alma reencarnada no tiene conciencia de ello? Es un castigo que hace
imposible la rehabilitación, pues el hombre reencarnado
desconoce el porqué de su estado actual. En consecuencia, tampoco dispone de un
criterio para influir sobre el sentido de sus futuras reencarnaciones.
7. El creyente en el karma tiene cosas muy poco
compasivas que decir a quien sufre, más allá de que él (o sus seres queridos,
si son la causa de su sufrimiento) "hicieron
algo horrible en una vida anterior". El cristiano sabe al menos que
el sufrimiento que Dios permite tiene un sentido en su plan para cada uno de los hombres, a quienes ama y por quienes Él también sufrió.
8. El karma hace imposible la justicia
humana y la misericordia. ¿Por qué
castigar al asesino por matar a su víctima, si su víctima mereció esa muerte
horrible en una vida anterior? ¿Por qué ayudar a los pobres, si ser pobres es
la retribución en esta vida a sus maldades de la anterior?
9. Si el karma gobierna el universo, y eso incluye la
mente y el corazón de todos, y si ejecuta una justicia cósmica sobre todos los
seres humanos a lo largo del tiempo, ¿qué lugar
queda para el libre albedrío individual?
10. Para que
el karma dispensase justicia, tendría que controlar todos los aspectos físicos
y emocionales del universo entero. Por tanto, una espiritualidad basada en el
karma no sería una espiritualidad, sino una ciencia y, en cuanto ciencia, debería responder a una
demostración objetiva y experimental. Pero ninguna ciencia lo detecta...
11. La virtud, tal como la concibe el cristianismo, no
tiene lugar en un sistema kármico, porque en éste no son la gracia de Dios
y la perseverancia la que nos
fortifican en el bien para crear el hábito virtuoso, sino el impulso
desconocido de una vida anterior (luego no hay gracia) de la que no sabemos
nada (luego no hay voluntad que siga al conocimiento).
12. Distinguir
el bien del mal en algunos casos exige una gran especialización
teórica y práctica en la teología moral.
Pero, según el sistema kármico, cualquier creyente en las filosofías orientales
tiene una perfecta comprensión del karma, lo que degrada la misma idea del
discernimiento moral.
13. Según el karma, "las
buenas cosas le suceden a las buenas personas, y las malas cosas a las malas
personas". Esto solo tiene sentido autorreferencial, pues lo bueno y lo malo sería lo que sucede
según el karma. En cualquier caso, ese principio no solo contradice la experiencia común (¿son malos los niños a quienes suceden cosas malas?)
sino la literalidad del Evangelio: "Vuestro
Padre celestial... hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a
justos e injustos" (Mt 5, 45).
14. Si algunos creyentes en el karma afirman que Jesucristo creyó en él y lo enseñó, es porque desconocen por
completo la vida y enseñanza de Nuestro Señor, que discurrió exactamente en
sentido opuesto: "En aquel momento se
presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había
mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús respondió:
«¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque
han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos
pereceréis lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé
y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los
demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos
pereceréis de la misma manera»" (Lc 13, 1-5).
15. El carácter mecánico del karma hace inexplicable la conciencia, la moralidad y la libertad del hombre, con su
condición de misterios excepcionales que remiten a la existencia de un Creador
que -a diferencia del karma- trasciende el plano materialista de la existencia.
16.
La popularidad del karma en
Occidente, afirma Stagnaro, no es más que fruto de un "orientalismo
exótico y racista", porque presumir de budista, como presumir de
feminista o de vegano, es algo cool y te hace aparecer como "espiritualmente
superior" sin tener que aprender, ni estudiar, ni rezar, ni atender
a los leprosos. Pero "no hay nada fácil en la
espiritualidad, si no, el planeta estaría lleno de santos y los
países con mayor número de creyentes en el karma serían los más justos, serenos
y humanitarios del
mundo, lo cual es rotundamente falso".
17. ¿Quiénes son y dónde
están esos santos de carne y hueso que produciría la creencia en el
karma? "Los charlatanes hablan mucho pero no aportan nada para demostrar
sus alegatos, que solo se creen los ingenuos", afirma Stagnaro: "Exigen fidelidad y obediencia, pero enfurecen
cuando se les exigen pruebas".
18. El karma se desconoce a sí
mismo. La visión del mundo judeocristiana puede explicarse a sí
misma. El karma no puede explicar por qué está aquí y cómo llegó.
19. Cristo y
su Iglesia son suficientes para la salvación. ¿Cómo
lo sabemos? Porque Jesús lo dice, lo cual quiere decir que un católico no tiene que introducir en la Iglesia ideas no cristianas
como el yoga, el karma, la reencarnación o el
veganismo, de las que Jesús no habló nunca.
20. El karma
impersonal no puede sanar, guiar, consolar, instruir o amar a nadie, no te
reconocería ni aunque te presentaras a él. Toda auténtica experiencia de
sanación, orientación, consuelo, iluminación o amor lo que prueba es que hay alguien, Dios, una conciencia personal que nos ama.
DOS
OPCIONES
En
resumen, concluye Stagnaro, quien busca la Verdad se halla ante dos opciones: o la fe en un Dios
omnisciente y omnipotente que es Amor y quiere llevarnos con Él ("Cuando
yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí", Jn 12, 32) y
nos promete la redención y la misericordia, la sabiduría y la virtud; o la fe
en un karma que carece de conciencia personal y moral y por arte de
magia todo lo sabe y todo lo controla.
Por si
alguien tiene dudas, él recomienda meditar un par de versículos del libro de Josué: "Pues bien: temed al Señor; servidle con toda sinceridad;
quitad de en medio los dioses a los que sirvieron vuestros padres al
otro lado del Río y en Egipto; y servid al Señor. Pero si os resulta duro
servir al Señor, elegid hoy a quién queréis servir: si a los dioses a los que
sirvieron vuestros padres al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos,
en cuyo país habitáis; que yo y mi casa serviremos al Señor" (Jos
24, 14-15).
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