Ser
rico no es un problema en sí mismo. El problema está en la actitud con que enfrentamos
esta realidad, en lo que hacemos con ella. Por lo tanto, una persona no se condena o se
salva por ser rica o pobre, sino por amar a Dios y al prójimo, como
Jesús nos enseñó en el Evangelio.
El criterio clave para el uso
de las riquezas será la caridad, entendida como
virtud. Porque el mismo Jesús nos ha dicho que sobre eso seremos evaluados al
final de nuestros días. Es interesante que Jesús hable directamente sobre este
tema con mucha claridad, justamente después del episodio del encuentro que
tiene con el joven rico.
El cual no está dispuesto a
seguir lo que Jesús le pide, es ahí cuando el Maestro lanza la siguiente
afirmación: «Les aseguro que difícilmente un rico
entrará en el Reino de los Cielos. Sí, les repito, es más fácil que un camello
pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos» (Mt.
19,23-24).
1. LA CLARIDAD CON LA QUE HABLA JESÚS FRENTE A ESTE
TEMA
Con qué claridad, fuerza y
quizás dolor habla Jesús. Después de este encuentro que lo debe haber dejado
con la tristeza ante la negativa de este joven a vivir algo grande, por estar
esclavizado a sus bienes materiales.
Y esto lo dice, no porque las
riquezas sean malas en sí mismas, sino porque si no están bien orientadas, si
no están acompañadas de una mirada profunda y sobrenatural de la vida, lo más
probable es que terminen arrastrando a la persona hacia un estilo de vida que
pone en riesgo la felicidad aquí en la tierra y la vida eterna que nos espera
a todos.
La afirmación de Jesús nos
exhorta y llama a que profundicemos en los peligros a los que estamos expuestos
frente a las riquezas. Porque lo que está en juego es nuestra propia vida.
2. SER RICO NO ESTÁ MAL, ESTE ES EL EJEMPLO QUE NOS
DA JESÚS
Comencemos por mirar el
ejemplo de Jesús, quien con toda su riqueza se hizo pobre
para enriquecernos. Él, Señor del
Universo, el Hijo de Dios, se hizo servidor de todos, se hizo sencillo y
humilde para enseñarnos cómo vivir el camino de la auténtica felicidad.
«Si yo, que soy
el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse
los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo
hice con ustedes» (Jn. 13,14). Él enseña por tanto que el
hombre rico tiene una gran responsabilidad con los demás: la de vivir una vida de gratitud que se manifieste en un
amor generoso desde la riqueza material que tiene y que Dios ha permitido que
tenga.
Podríamos hablar también de la
riqueza espiritual, pero nos enfocaremos en la riqueza material. Por eso
recordemos lo que dice Jesús:
«Venid, benditos
de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la
creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer. Tuve sed, y me
disteis de beber. Era forastero, y me acogisteis. Estaba desnudo, y me
vestisteis. Enfermo, y me visitasteis. En la cárcel,
y vinisteis a verme.
Entonces dirá también a los de
su izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego
eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me
disteis de comer. Tuve sed, y no me disteis de beber. Era forastero, y no me
acogisteis. Estaba desnudo, y no me vestisteis. Enfermo y en la cárcel, y no me
visitasteis» (Mt 25,31-44).
3. SER RICO TAMBIÉN CONLLEVA RESPONSABILIDADES
Jesús deja claro que hay una
responsabilidad y un deber con los que sufren, y si tengo posibilidades
económicas para ayudarlos, mi responsabilidad será mayor. Dios me preguntará
sobre ello en el momento final de mi vida.
Otro riesgo frente a las
riquezas, es que creamos que con ellas lo tendremos todo, corramos locamente
tras el dinero, y cuando tengamos todo eso nos demos cuenta que en esa carrera
loca, perdimos cosas muy importantes. Amistades, amores profundos,
familia, valores, integridad, fe, etc.
Parece que al final tenemos
todo, pero no tenemos lo más importante. Aquello que no se puede comprar con
dinero: el amor,
la amistad y la familia.
4. QUE EL DINERO NO TE HAGA CIEGO
Si has trabajado y fruto de
este trabajo, de las habilidades y dones que Dios te ha dado, has podido salir
adelante y tener un patrimonio bueno que te permita tener una vida buena a ti y
a tu familia. Debes saber que no estás pecando, no es algo malo, ni causa de
condenación eterna.
Crecer económicamente, salir
adelante, tener un buen trabajo o una buena empresa que además dé trabajo a
otras personas, no tiene nada de malo. Responde a desarrollar las capacidades
que Dios nos dio, el problema está en que el dinero ocupe un
lugar que no le corresponde y en que permitamos que cambie nuestras prioridades
y valores en la vida.
5. CONSEJOS PARA QUIENES VIVEN EN ABUNDANCIA
Me atrevo a dar algunos
consejos que quizás podrían ayudar a quienes viven en medio de la abundancia.
Para seguir creciendo en su vida de fe, ser luz para otros como nos pide Jesús
y alcanzar la santidad:
1. NO OLVIDES QUE ESTA VIDA ES PASAJERA: y que por más poder y dinero
que se tenga, todos hemos recibido la vida como un don y debemos reconocer que
hay un Dios que nos la dio. Y al cual le tendremos que dar cuenta de nuestros
actos.
2. NO TE OLVIDES DE LOS POBRES: sobretodo el que más tiene,
debe recordar que no debe olvidarse nunca de quienes menos tienen. Mirar
siempre a su alrededor, a su prójimo. Que la abundancia de bienes y la
comodidad de la vida no te hagan perder de vista que hay algunos que no tienen
nada.
Ni el mínimo de comodidades,
ni lo básico para vivir, y por lo tanto debemos aprender a ser solidarios con
todos aquellos que Dios va poniendo en nuestro camino, porque seguro los
pondrá. ¿Y si no les pone? ¡Pues sal a buscarlos,
porque seguro que los encontrarás!
3. SABER DISCERNIR: sobre todo en los gatos, ver si son realmente necesarios. Tener cuidado
de no derrochar el dinero en cosas vanas, en cosas que realmente no necesitamos
y que quizás podríamos ahorrarlo para otras cosas o para ayudar a alguien.
No digo que no podamos darnos
un gusto, comprarnos algo rico o bonito. Sino que tengamos cuidado con los
excesos, y realmente cada uno haga un discernimiento y piense si eso lo
necesita, o si simplemente es un capricho. Vuelvo sobre el criterio de mirar
alrededor, pues no estamos solos en el mundo.
4. TEN PRESENTE QUE ERES EJEMPLO PARA TUS HIJOS: ten cuidado en cómo estás
educando a tus hijos. En la abundancia del tener, hay que educar en la
solidaridad, en la caridad, en la humildad.
Y en el criterio de dar de lo
que Dios nos ha dado, en la generosidad, en el compartir sin esperar nada a
cambio, en valorar a los demás por lo que son y no por lo que tienen. Si tienes
el privilegio de llevar una vida acomodada, no te olvides nunca de ser
agradecido.
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