jueves, 20 de febrero de 2020

CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A JESUCRISTO POR MEDIO DE MARIA
¡OH JESÚS, SABIDURÍA ETERNA Y ENCARNADA, verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo único del Padre Eterno y de María, siempre Virgen!

Te adoro en la gloria del Padre, durante la eternidad y en el seno virginal de María, tu Madre, en el tiempo de tu Encarnación.

Te doy gracias porque, anonadándote, haz venido el mundo, hombre entre los hombres y servidor del Padre, para librarme de la esclavitud del pecado.

Te alabo y glorifico Señor, porque has vivido en obediencia amorosa a María para hacerme fiel discípulo suyo. Desgraciadamente, no he guardado los votos y promesas de mi bautismo y no soy digno de llamarme hijo de Dios. Por ello, acudo a la misericordiosa intercesión de tu Madre, esperando obtener por su ayuda el perdón de mis pecados y una continua comunión contigo, Oh Sabiduría Encarnada.

Te saludo pues, oh María Inmaculada, templo viviente de Dios: en ti ha puesto su morada la Sabiduría Eterna para recibir la adoración de los ángeles y de los hombres.

Te saludo, pues, oh Reina del cielo y de la tierra: a ti están sometidas todas las criaturas.

Te saludo, refugio seguro de los pecadores: todos experimentan tu gran misericordia. Acepta los anhelos que tengo de la Divina Sabiduría y mi consagración total.

Yo, consciente de mi vocación cristiana, renuevo hoy en tus manos mis compromisos bautismales.

Renuncio a Satanás a sus seducciones, a sus pompas y a sus obras, y me consagro a Jesucristo para llevar mi cruz detrás de Él, en la fidelidad de cada día a la voluntad del Padre.

En presencia de toda la corte celestial, te elijo en este día por mi Madre y Maestra. Me entrego y me consagro a ti, como tu esclavo, mi cuerpo y alma, mis posesiones tanto internas como externas, incluso el valor de todas mis buenas accionas, pasadas, presentes y futuras, dejando en ti, entero y completo derechos de disponer de mí, y todo lo que me pertenece, sin excepción, de acuerdo a tu voluntad, para mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad.

Madre del Señor, acepta esta pequeña ofrenda de mi vida y preséntala a tu  Hijo, si Él me redimió con tu colaboración, debe también ahora recibir de tu mano, el don de mí mismo. En adelante, deseo honrarte y obedecerte en todo como verdadero esclavo tuyo.

¡Oh Corazón Inmaculado de María!, que yo viva plenamente esta consagración para prolongar en la amorosa obediencia de tu Hijo y dar respuesta a la misión trascendental que Dios te ha confiado en la historia de la salvación.

¡Madre de misericordia!, alcánzame la verdadera Sabiduría de Dios, y hazme plenamente disponible a tu acción maternal. Colócame así, entre los que tú amas, enseñas, guías, alimentas y proteges como hijos tuyos.

¡Oh Virgen fiel!, haz de mí un auténtico discípulo e imitador de tu Hijo, la Sabiduría Encarnada. Contigo, Madre y modelo de mi vida, llegare a la perfecta madurez de Jesucristo en la tierra y en la gloria del cielo. Amen.

¡Totus Tuus!

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