Su hijo de cuatro años les enseñó el
sentido de la vida y la fe durante 15 meses de enfermedad.
Mayte, la esposa del futbolista Cañizares, explica
cómo la fe le sostuvo, y la hizo crecer, durante la enfermedad de su hijo.
Mayte
García es la la esposa de Santiago Cañizares, futbolista famoso como portero
del Celta, del Valencia y del Real Madrid y de la selección española.
El
futbolista y su esposa vivieron la enfermedad y muerte de su hijo de cuatro
años, Santi, como una experiencia de crecimiento en la fe y de aprendizaje
vital. Han querido contar su testimonio en una entrevista en el canal de vídeos
católicos MaterMundiTV.
UNA
FAMILIA FELIZ, CON MUCHOS NIÑOS
"Siempre hemos sido una familia muy feliz, conocí a Santi hace doce
años, nos casamos felizmente", explica
Mayte. Pronto tuvieron dos hijos y
después "la vida nos sorprendió y me quede
embarazada de trillizos. Fue un
cambio importante de vida, de organización, de todo. Tres primeros años de
follón, de lío para organizarse, pero mucha ilusión".
La
tragedia llegó cuando el niño se puso enfermo, lo llevaron al hospital y les
dijeron que era una meningitis vírica. "Un día le dieron unas convulsiones. Le entubaron.
Era una cosa seria. Pedimos el traslado de hospital. Y le dieron
dos infartos cerebrales".
"Cambió nuestra vida radicalmente, entramos en estado de shock los dos. Pasamos de una
enfermedad que se puede curar a que te llamen al hospital porque tu hijo se
está muriendo. Y llegas a despedirte de tu hijo, se te viene el mundo abajo, no
entiendes nada".
"ME
AGARRÉ A NUESTRO DIOS"
"Me agarré muchísimo a
nuestro Dios y le pedí que lo salvara de esos dos infartos y que me lo
dejara, sin saber que mi hijo tenía cáncer. Y así fue. Le salvaron la vida. Salió del quirófano con la sorpresita de que
tenía un tumor cerebral diseminado por toda la cabeza y toda la médula
espinal. Tenían que darle quimioterapia ya en la UCI. Él se aferró a la vida, y
nosotros con él".
"Santi y yo siempre hemos
sido cristianos, católicos, pero tampoco éramos practicantes. Dios nos
mandó a los que nos tenía que mandar, dos
personas que nos guiaron en el camino de la luz y la esperanza. Nos enseñaron.
Yo no había rezado nunca un rosario, y ahora creo que he rezado más rosarios que todo el mundo en toda su vida.
Cada día los he rezado mil veces abrazado a mi hijo".
SE
FUE EL MIEDO, Y LLEGÓ LA PAZ Y LA TRANQUILIDAD
A ella le
espantaba estar en la UCI viendo al niño "lleno
de cables, con la cabeza abierta". Mayte incluso se desmayaba las
primeras veces al entrar. "Lo
único que me calmaba era entrar y rezar con él. Empecé a entrar en un estado de
paz y de tranquilidad. Por mucho que yo
hiciera no estaba en mis manos, sino en
manos de Dios y de los médicos".
Poco a
poco el niño fue mejorando, ya podía respirar. Y para sus padres fue "un aprendizaje de fe y de coraje".
"Nos aferramos a la fe inmensamente", añade.
El niño, al salir del coma, sólo podía mover los ojos, pero entendía,
escuchaba.
VIVIR
CON ALEGRÍA LO QUE SE NOS CONCEDE
Su tumor
cerebral, tan extendido, ¿cuánto tiempo de vida le
iba a dejar? Mayte quería vivir ese tiempo en positivo.
En 15
meses que el niño estuvo enfermo, sus hijas no vieron llorar a los padres,
porque querían mostrarles que en la
vida hay retos y hay que afrontarlos de forma positiva.
Con el
tiempo el niño, de 4 años, podía mover el lado derecho del cuerpo, podía comer,
caminar... "Yo le decía que tenía como un
bichito, que se le había puesto en la cabecita, que hacía que se pusiera
malito, pero que poco a poco la medicina le iba curando, que tenía que ser
valiente".
Mayte
recuerda que cuando era una joven modelo y desfilaba en hospitales y visitaba a
niños enfermos, veía a padres que entristecían a sus hijos enfermos con su
propio pesar. Ella decidió vivirlo todo con alegría. "Nunca
me hice la pregunta de 'por qué a mí'".
"LA
FE DA PAZ, TRANQUILIDAD, FUERZA"
"La fe te da paz,
tranquilidad, fuerza. No es 'porque lo crea' sino porque lo he sentido. La fe
mueve montañas. Yo tenía un significado de la palabra amor, que cambia
cuando mi hijo enferma. Con amor, cariño, fuerza y fe se superan ¡tantas
cosas!", añade.
El amor
por el niño enfermo, y el que él daba a sus padres, era "puro, limpio, cero egoísmo, con una mirada, una caricia... Era
un ángel, creo que en la vida sentiré un amor así", añade.
"Entendimos durante esos 15 meses que él se quedó para enseñarnos cuál era su misión en esta vida.
Estoy super orgullosa, porque supo hacerlo perfectamente", explica Mayte. "Era
un sabio en cuerpo de niño que vino a enseñarnos lo que de verdad es la vida para que nosotros pudiéramos enseñarlo
al resto de la sociedad".
"Si para él su enfermedad no era un lastre, sino un canal para
enseñarnos todo, y supo sonreír incluso en el peor día de su tratamiento, yo,
¿cómo no lo voy a hacer?" Sus frutos son incalculables", afirma.
VENCIENDO
EL MIEDO A LA MUERTE
"Antes, cuando yo era jovencita,
tenía pánico a la muerte, quizás porque no había entendido el sentido de
la vida. Tampoco entendía el valor, el significado, que conlleva todo lo que es
la fe. Como ser humano fracasaré mil veces, pero lo importante en volver a
levantarse y seguir ese camino. Ya no
tengo miedo a la muerte: sé que lo primero que me encontraré es a él."
ENSEÑAR
LO IMPORTANTE A LOS JÓVENES
"Doy charlas porque creo que a los jóvenes hay que explicarles lo
que es la vida, saber diferenciar el bien y el mal, lo que te hace crecer como
persona. Con mi hijo aprendí a apartar
lo que no es mi meta en la vida".
Hoy Mayte
colabora en la lucha contra el cáncer infantil como embajadora de la asociación
El Sueño de Vicky, fundada por "una mamá
que vivió algo parecido, las dos somos supercreyentes, hemos vivido lo mismo...
y hacemos eventos benéficos para la lucha contra el cáncer".
Cada céntimo recaudado se dedica a la investigación contra el cáncer infantil,
en proyectos en el Hospital La Luz de Valencia y en la Universidad de Navarra
que ya están en fase de ensayos médicos.
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