La historia de vocación de David Jasso,
que sentía que Dios no le dejaba de llamar.
David Jasso, encantado de ser sacerdote y muy
agradecido por lo aprendido como directivo en el mundo del fútbol.
"Tuve novias, viajé, me
divertí, del Cielo a la tierra, del seminario a la cancha de futbol, en un ambiente de lujos, de trato VIP en muchas
partes, de estar cerca de los famosos, de estar ahí en el mejor momento
del equipo..." Pero
cuando en 2011 tuvo un tiempo para reflexionar, se dio cuenta de que Dios le seguía llamando para ser sacerdote.
Es la historia de David Jasso, directivo de fútbol durante 7 años en los
Rayados de Monterrey. La ha explicado a Alejandro Peregrino en "Desde la fe", el semanario de la
diócesis de México.
EL
DIRECTIVO DE RAYADOS QUE SE VOLVIÓ SACERDOTE
por Alejandro Peregrino
¿Qué tiene que suceder para que un reconocido directivo abandone el
mundo del futbol –y sus lujos- para convertirse en sacerdote? La del padre David Jasso es una historia de fe y de
mucho fútbol.
Su camino
vocacional inició como el de otros jóvenes que, al terminar la preparatoria, piden su ingreso al seminario para ser
sacerdotes.
No
obstante, ocho años después, en 2003
tras un periodo de discernimiento, volvió a la vida laical. “Llegué hasta tercero de Teología, me faltaba año y medio
para terminar y, fruto del discernimiento con los padres superiores, yo salí
del seminario. Entré con 17 años y salí
de 26, con 20 pesos en la bolsa”, recuerda.
Un mes
después se entrevistó con Jorge Urdiales, entonces presidente del Club de Futbol
Monterrey, quien lo invitó a incorporarse a la institución como coordinador de Responsabilidad Social.
Después fue Jefe de Prensa por un corto periodo hasta que fue nombrado Gerente
Deportivo.
En ese
momento su historia dio un vuelco que lo llevó a viajar durante años con el
primer equipo, a convivir todos los
días con los jugadores y el cuerpo técnico, a compartir sus logros y sus
fracasos, las fiestas y reuniones familiares.
UN
‘CURITA’ EN EL MONTERREY
El padre
Jasso recuerda dos momentos específicos durante su carrera como directivo, en
los que se replanteó seriamente volver al seminario: el primero fue la muerte de Antonio de Nigris, en 2009.
Aunque jugaba en Grecia, era un jugador muy querido por la afición, y su
hermano Aldo jugaba en Rayados. Por ello, a él le tocó gestionar la repatriación del cuerpo y acompañar a la familia.
“Yo estaba en el vestidor y Chuy
Arellano me pidió que dijera una oración. Solamente había jugadores y
cuerpo técnico, yo era el único de pantalón largo. Entré, me puse a un lado de
Aldo, él se hincó, puse la mano en su
hombro y empezamos a rezar. No me acuerdo qué recé, pero traté de crear
un ambiente de hermandad, de equipo y de comunidad”.
El otro
momento, durante el primer campeonato que vivió como Gerente Deportivo, de
nueva cuenta los jugadores del
Monterrey le pidieron que dirigiera una oración de agradecimiento a Dios. “Fueron esos dos momentos, en la alegría y en el dolor,
en que me pregunté ‘¿Qué ven en mí que
yo no estoy viendo? ¿Qué estoy transmitiendo que yo no me doy cuenta?’”,
recuerda.
Quizá por
eso, el ahora técnico del Club América, Miguel Herrera, uno de sus amigos más
entrañables en el mundo del futbol, siempre lo apodó El Curita.
DEJÓ
EL MONTERREY Y VOLVIÓ EL LLAMADO
Pese a
que la cosquillita por volver al seminario nunca desapareció en todos esos
años, la intensidad del trabajo en el Monterrey no le permitió detenerse para
discernir qué era lo que Dios quería de él, hasta que en 2011 dijo adiós a Rayados, fundó una empresa de mercadotecnia
deportiva y comenzó a dar clases.
ENTONCES,
EL LLAMADO DE DIOS SE HIZO FUERTE.
“Ahí empezó el discernimiento en serio, cuando dejo Rayados. La espinita
estuvo todo el tiempo, pero había momentos en que se iba. Tuve novias, viajé,
me divertí, del Cielo a la tierra, del seminario a la cancha de futbol, en un
ambiente de lujos, de trato VIP en muchas partes, de estar cerca de los
famosos, de estar ahí en el mejor momento del equipo”.
A partir
de su salida tuvo un año para discernir y en 2012 finalmente pidió su readmisión al seminario.
El camino
para llegar al sacerdocio fue largo. No sólo su readmisión tomó tiempo. Además, durante su formación lo operaron a corazón
abierto y su padre falleció. Ambas situaciones reafirmaron su
vocación.
PLANEAR
Y METODOLOGÍA
Cinco
años después, en enero de 2018, David Jasso se ordenó sacerdote. Ahora trabaja
en una parroquia de Monterrey y colabora con el Vicario Episcopal de Pastoral,
en el acompañamiento del Plan de Pastoral Diocesano, lo que le ha permitido
poner en práctica lo aprendido en materia de planeación, procesos y
metodología.
Si antes,
a su llegada a Rayados, asumió el reto de aprovechar su experiencia como
seminarista para aplicar esos valores en el club. Ahora, asegura, el camino es
a la inversa. “Quizá ese es el mayor reto ¿cómo integrar aquello que aprendí con la
Iglesia y con mi ministerio?”.
El camino
que David Jasso debió recorrer para convertirse en sacerdote fue muy distinto y
mucho más largo que el de muchos de sus compañeros. Sin embargo, asegura, el día de su ordenación no lo vivió como el
final del trayecto: “no es la meta, sino un nuevo
inicio”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario