Marie-Josèphe Bonnet,
«histórica» del movimiento de «liberación» sexual.
Marie-Josèph Bonnet: voz de una parte del movimiento homosexual que no
se siente representado por el lobby LGBTI.
La
historiadora Marie-Josèphe Bonnet
es una figura del movimiento feminista y homosexual. Militó en el Movimiento de
Liberación de las Mujeres en los años 70 y participó en la creación del Frente
Homosexual de Acción Revolucionaria y de las Tortilleras Rojas [Gouines
rouges]. En un ensayo de 2014 titulado Adieu les rebelles [Adiós a
las rebeldes], criticó el “matrimonio” entre personas del mismo sexo y las reivindicaciones
actuales de una parte del movimiento homosexual que, en su opinión, hace el
juego al capitalismo.
Recientemente fue entrevistada por Le Berry Républicain:
-Usted se desmarca del movimiento LGBT al oponerse al matrimonio entre personas del mismo sexo y critica la maternidad subrogada. ¿Por qué se opone a ella?
-Más que de madres portadoras, creo que habría que decir “maternidad de sustitución”. Estoy contra el comercio de bebés, contra la mercantilización del cuerpo de la mujer. Estas prácticas suponen que algunas de ellas se convertirán en vientres disponibles para hacer un hijo y luego abandonarlo en manos de una pareja que lo compra. Lo encuentro muy ofensivo. Es una forma de negar a la madre, de negar a las madres. Es el patriarcado en todo su esplendor. Incluso peor, porque hay una filiación que es masculina, lo que se denomina filiación espermática y la rama materna ya no aparece. Lo considero muy grave. Un niño tiene dos ramas, dos líneas, es lo que favorece la diversidad humana, es lo que hay que respetar.
-Algunos hablan, sin embargo, de una “maternidad subrogada ética”. En su opinión, ¿es un concepto asumible?
-En este terreno no hay ética. De una forma o de otra, lo que hay es dinero, lo que ellos llaman una “compensación económica”. Podría haber una compensación simbólica, pero son casos muy raros. Siempre se nos pone el ejemplo de una mujer que quiere tener un hijo para su hermana, pero, incluso en ese caso, creo que no es una situación precisamente sana: después, la hermana será deudora. Es ilusorio creer que puede haber ética en un intercambio comercial. Además, es fácil ver que los países que, como Bélgica, intentan introducir un poco de orden, practican poco la maternidad de sustitución: la gente va a comprar los bebés al extranjero. Cuando se habla de una maternidad subrogada ética, es una confusión deliberada. El fundamento de la ética es que la vida no se compra.
-Usted va más lejos y se opone también a la procreación médicamente asistida. ¿Por qué?
-Me parece ofensiva la donación anónima de esperma, porque de esa forma se fabrican niños que no tendrán acceso a conocer sus orígenes. Realmente no hay derecho a traer al mundo a un niño de esa forma, sabiendo lo importante que es, para la propia construcción de uno mismo, saber de dónde se viene. Todos los niños que nacen con una X [en su filiación] se obsesionan en un momento dado con su origen.
»¡Hacer niños no ha sido un problema desde el origen de los tiempos! Y jamás fue una elección de los médicos. En realidad, en la paternidad médicamente asistida es el médico quien, en cierto modo, elige al padre. De esa forma, las mujeres aceptan que se les quite ese momento tan importante que es concebir un niño. Es el poder médico quien se adueña completamente de la procreación y de la maternidad. Lo encuentro inquietante para la evolución de nuestro mundo.
-Usted escribe que, al recurrir a la maternidad subrogada, en cierto modo el movimiento homosexual se ha vendido al capitalismo…
-Por supuesto. Aunque haría una precisión: es sólo una cierta parte del movimiento gay. Hay otra parte que sigue siendo proletaria. Entre los gays hay muchos chicos que no pueden permitirse buscar un bebé en Estados Unidos, o en China, o donde sea. En el movimiento homosexual también hay lesbianas, y las lesbianas no están de acuerdo con la maternidad subrogada. En realidad es el sector rico de los gays el que se ve cuestionado, esos que están muy bien integrados en la sociedad, ganan mucho dinero y sólo tienen deseos de normalizarse para que se les acepte mejor. Lo único que les falta es poder tener un hijo. Por lo demás, lo tienen todo. Y como no pueden tener un hijo, compran los servicios de una mujer. Un hijo no es un derecho, un hijo no es una cosa que se compra. Es una persona. Lo quieren todo, el pan y las tortas. Y, más allá del mercado, con la bendición de la ley. Es una normalización a ultranza, sí, un aburguesamiento. Pero hoy no se sabe muy bien qué quiere decir aburguesamiento. Ellos se adaptan al patrón heterosexual, al patrón de la familia, podría decirse incluso que de la familia napoleónica. Haciendo creer que es un derecho. Para mí, es una usurpación total.
-En su origen el movimiento homosexual y el feminismo están vinculados. En estas condiciones, ¿pueden continuar llevando a cabo una lucha común?
-Puede decirse que una parte del movimiento gay ha traicionado la causa feminista. Ellos surgieron gracias a las mujeres. Fueron las lesbianas quienes crearon el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria. Precisamente gracias a nuestro compromiso salieron del armario y de la clandestinidad. Son las mujeres quienes les abrieron la puerta de la libertad. Y creo que ellos han abandonado la lucha por la igualdad entre los sexos en beneficio de la igualdad entre las sexualidades. Es lo que critico en la evolución de cierta homocracia. La igualdad entre los sexos ya no les interesa. Ya no la necesitan para su propia libertad. Pero es un error, porque su libertad depende de la de las mujeres.
Traducción de Carmelo López-Arias.
Recientemente fue entrevistada por Le Berry Républicain:
-Usted se desmarca del movimiento LGBT al oponerse al matrimonio entre personas del mismo sexo y critica la maternidad subrogada. ¿Por qué se opone a ella?
-Más que de madres portadoras, creo que habría que decir “maternidad de sustitución”. Estoy contra el comercio de bebés, contra la mercantilización del cuerpo de la mujer. Estas prácticas suponen que algunas de ellas se convertirán en vientres disponibles para hacer un hijo y luego abandonarlo en manos de una pareja que lo compra. Lo encuentro muy ofensivo. Es una forma de negar a la madre, de negar a las madres. Es el patriarcado en todo su esplendor. Incluso peor, porque hay una filiación que es masculina, lo que se denomina filiación espermática y la rama materna ya no aparece. Lo considero muy grave. Un niño tiene dos ramas, dos líneas, es lo que favorece la diversidad humana, es lo que hay que respetar.
-Algunos hablan, sin embargo, de una “maternidad subrogada ética”. En su opinión, ¿es un concepto asumible?
-En este terreno no hay ética. De una forma o de otra, lo que hay es dinero, lo que ellos llaman una “compensación económica”. Podría haber una compensación simbólica, pero son casos muy raros. Siempre se nos pone el ejemplo de una mujer que quiere tener un hijo para su hermana, pero, incluso en ese caso, creo que no es una situación precisamente sana: después, la hermana será deudora. Es ilusorio creer que puede haber ética en un intercambio comercial. Además, es fácil ver que los países que, como Bélgica, intentan introducir un poco de orden, practican poco la maternidad de sustitución: la gente va a comprar los bebés al extranjero. Cuando se habla de una maternidad subrogada ética, es una confusión deliberada. El fundamento de la ética es que la vida no se compra.
-Usted va más lejos y se opone también a la procreación médicamente asistida. ¿Por qué?
-Me parece ofensiva la donación anónima de esperma, porque de esa forma se fabrican niños que no tendrán acceso a conocer sus orígenes. Realmente no hay derecho a traer al mundo a un niño de esa forma, sabiendo lo importante que es, para la propia construcción de uno mismo, saber de dónde se viene. Todos los niños que nacen con una X [en su filiación] se obsesionan en un momento dado con su origen.
»¡Hacer niños no ha sido un problema desde el origen de los tiempos! Y jamás fue una elección de los médicos. En realidad, en la paternidad médicamente asistida es el médico quien, en cierto modo, elige al padre. De esa forma, las mujeres aceptan que se les quite ese momento tan importante que es concebir un niño. Es el poder médico quien se adueña completamente de la procreación y de la maternidad. Lo encuentro inquietante para la evolución de nuestro mundo.
-Usted escribe que, al recurrir a la maternidad subrogada, en cierto modo el movimiento homosexual se ha vendido al capitalismo…
-Por supuesto. Aunque haría una precisión: es sólo una cierta parte del movimiento gay. Hay otra parte que sigue siendo proletaria. Entre los gays hay muchos chicos que no pueden permitirse buscar un bebé en Estados Unidos, o en China, o donde sea. En el movimiento homosexual también hay lesbianas, y las lesbianas no están de acuerdo con la maternidad subrogada. En realidad es el sector rico de los gays el que se ve cuestionado, esos que están muy bien integrados en la sociedad, ganan mucho dinero y sólo tienen deseos de normalizarse para que se les acepte mejor. Lo único que les falta es poder tener un hijo. Por lo demás, lo tienen todo. Y como no pueden tener un hijo, compran los servicios de una mujer. Un hijo no es un derecho, un hijo no es una cosa que se compra. Es una persona. Lo quieren todo, el pan y las tortas. Y, más allá del mercado, con la bendición de la ley. Es una normalización a ultranza, sí, un aburguesamiento. Pero hoy no se sabe muy bien qué quiere decir aburguesamiento. Ellos se adaptan al patrón heterosexual, al patrón de la familia, podría decirse incluso que de la familia napoleónica. Haciendo creer que es un derecho. Para mí, es una usurpación total.
-En su origen el movimiento homosexual y el feminismo están vinculados. En estas condiciones, ¿pueden continuar llevando a cabo una lucha común?
-Puede decirse que una parte del movimiento gay ha traicionado la causa feminista. Ellos surgieron gracias a las mujeres. Fueron las lesbianas quienes crearon el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria. Precisamente gracias a nuestro compromiso salieron del armario y de la clandestinidad. Son las mujeres quienes les abrieron la puerta de la libertad. Y creo que ellos han abandonado la lucha por la igualdad entre los sexos en beneficio de la igualdad entre las sexualidades. Es lo que critico en la evolución de cierta homocracia. La igualdad entre los sexos ya no les interesa. Ya no la necesitan para su propia libertad. Pero es un error, porque su libertad depende de la de las mujeres.
Traducción de Carmelo López-Arias.
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