Generalmente utilizamos el
lenguaje corporal – postura, los gestos, los movimientos físicos – para
comunicarnos. Agitamos la mano diciendo adiós, damos la mano, nos encogemos de
hombros, nos ponemos de pie para saludar a alguien, nos ponemos el dedo en los
labios para pedir silencio. La mayoría de estos gestos son reconocidos en todo
el mundo.
También hay un
lenguaje corporal reconocido y utilizado en la Iglesia Occidental al
entrar en la presencia del Señor resucitado, especialmente durante la misa en
la forma ordinaria.
Antes, durante y después de cada misa, hacemos
genuflexiones, nos ponemos de rodillas, nos paramos, nos sentamos, nos damos
golpes en el pecho.
Genuflexión: Cuando nos
acercamos a “nuestro banco” antes de la misa, hacemos una genuflexión en
reverencia y reconocimiento de la presencia real de Jesús en el tabernáculo. La
genuflexión se hace tocando la rodilla derecha en el suelo mientras miramos al
Santísimo Sacramento. Hacemos una genuflexión porque nuestro Salvador está
presente, reservado en el sagrario o expuesto en el altar.
De
pie:
En
nuestra cultura, ponerse de pie es una señal de respeto; se trata de una
posición de atención, de disposición, de estado de alerta. Los feligreses
permanecen de pie desde la procesión de entrada y hasta que finalice la oración
colecta. También cuando el canto Aleluya, mientras se lee el Evangelio, al
decir el credo y durante la oración de los fieles. También nuestra postura es
de pie cuando el cura dice “oremos hermanos para que este sacrificio…”. La
postura durante el Padre Nuestro y en la mayoría de los casos al recibir la
comunión es de pie, aunque de rodillas es la mejor opción para quien recibe la
comunión. Por último, estamos de pie en la bendición final, incluyendo la
procesión final.
Sentados: Este es un
momento especial para la escucha atenta y la meditación, la contemplación de lo
que ha ocurrido, todo lo que hemos visto y oído. Nos sentamos durante las dos
primeras lecturas y el salmo responsorial, así como durante la homilía y el
ofertorio, y tenemos la opción de sentarnos o arrodillarnos después de la
comunión.
Reverencia: Hay dos tipos de
reverencias que pueden ser utilizadas durante la misa. En primer lugar, asentir
con nuestra cabeza a los nombres de Jesús, María, la Trinidad (Padre, Hijo,
Espíritu Santo), y al santo al que se está celebrando la misa. Un segundo tipo
de reverencia es un acto más profundo, la flexión de la cintura; nos inclinamos
profundamente hacia el tabernáculo o podemos hacer una genuflexión. Este tipo
de gesto se hace del mismo modo al pasar frente al altar y al tabernáculo. Nos
inclinamos durante el credo cuando las palabras “y por el Espíritu Santo se
encarnó…” Al acercarnos al ministro para recibir la Santa Comunión, también nos
inclinamos profundamente.
De
Rodillas:
Cuando
llegamos temprano al templo pasamos unos momentos preciosos de rodillas
preparando nuestros corazones y mentes para entrar en los misterios de la misa.
Durante la misa, nos arrodillamos para la consagración a través del Gran Amén;
siguiendo al Cordero de Dios, nos arrodillamos y humillamos para la comunión
santa. Antes en la historia de la Iglesia, estar de rodillas era considerada
como una postura de penitencia; hoy en día también es un acto de adoración
Señal
de la cruz:
Lo
primero que muchos católicos hacen al entrar en la Iglesia es sumergir sus
dedos en la pila de agua bendita y hacer la señal de la cruz sobre sus cuerpos.
Con este acto, estamos recordando nuestro bautismo y reconocemos que hemos
entrado en un espacio sagrado. La señal de la cruz se hace con la mano derecha
con todos los dedos apuntando hacia arriba (las cinco llagas de Jesús),
mientras se toca la frente, nuestro pecho y los hombros (de izquierda a
derecha): Padre, Hijo, Espíritu Santo – la Trinidad. También hacemos una
versión más pequeña utilizando nuestro pulgar justo antes del Evangelio, que se
hace en la frente, los labios y el pecho: “Que las palabras del Evangelio
estén en nuestras mentes, en nuestros labios y en nuestro corazón”.
Signo
de la paz:
De
acuerdo con la Instrucción General del Misal Romano, el rito de la paz sigue a
la oración del Señor, y los fieles expresan entre sí la comunión eclesial y
caridad mutua antes de comulgar. En cuanto a la señal de la paz que ha de
darse, la forma se establece por las Conferencias de Obispos de acuerdo con la
cultura y costumbres de los pueblos. Sin embargo, conviene que cada persona
ofrezca el signo de la paz sólo a aquellos que están más cerca y de manera
sobria.
Foros de la
Virgen María
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