miércoles, 5 de agosto de 2015

SAN JUAN MARÍA VIANNEY, EL CURA DE ARS


El santo cura de Ars es ejemplo de la sencillez y carisma benevolente que deben caracterizar a los sacerdotes, apóstoles de la misericordia divina y administradores de los sacramentos. Pues, supo sacar sabiduría de la vida diaria y gloria en la sencillez de la entrega a los fieles.

A simple vista, al retrato del Santo cura de Ars nos ofrece a un hombre maduro, de ojos dulces y de aspecto benévolo. Algunos podrían decir que irradia sabiduría, pero, ¿qué tipo de sabiduría? El cura de Ars nunca fue un hombre que sobresaliera por su inteligencia, pero supo transformar su entrega y su misericordia en sabiduría que atraía los corazones de nuevo a Dios.

BREVE BIOGRAFÍA

Jean Marie Baptiste Vianney, nació en 1786 en Dardilly, un pueblo cerca de la ciudad francesa de Lyon. Fue el cuarto de ocho hermanos pertenecientes a una modesta familia de campesinos. Desde pequeño trabajó en los campos, por lo que no tuvo una profunda formación escolar.

En su adolescencia comenzó a sentir la vocación del sacerdocio, por lo que fue al pueblo de Ecully a recibir formación de manos del Padre Balley. Sus maestros pronto notaron que, a pesar de tener buenas intenciones, no tenía memoria ni aptitud para el estudio. Por lo que Juan María decidió regresar a su pueblo.

Por entonces, Napoleón Bonaparte llevaba a cabo sus campañas militares en Europa y Juan María era joven, por lo que fue reclutado a la fuerza. Fue así que tuvo que servir en el ejército, pero por un descuido se separó de su batallón. Quiso reincorporarse, mas ya era demasiado tarde para alcanzarlo, por lo que se convirtió en desertor. Algunas personas buenas le ofrecieron alojamiento mientras era perseguido por desertar. Tuvo que esconderse hasta 1810, año en que los desertores fueron perdonados.

En seguida continuó sus estudios en el seminario mayor de Lyon en 1813. Luego de muchas dificultades académicas logró terminar sus estudios satisfactoriamente. El 13 de agosto de 1815 fue ordenado sacerdote. Posteriormente, luego de la muerte de su benefactor, el Padre Balley, fue enviado como capellán al pueblo de Ars, que apenas contaba con 300 habitantes aproximadamente. El pueblo de Ars era entonces famoso por su la actitud licenciosa de sus habitantes: había muchas tabernas y salones de baile y casi nadie se ocupaba de alimentar y ejercitar el espíritu. Inmediatamente el cura de Ars se propuso ganar aquellas almas perdidas de nuevo para Dios.

Primeramente visitó a sus feligreses, casa por casa. Les hablo con sencillez y benevolencia y los invitó a ir a misa con más frecuencia. Renovó la casa cural y el templo parroquial, así como algunos ornamentos litúrgicos. Al principio no tuvo mucho éxito, por lo que se remitió a Dios y oró con paciencia, confianza y constancia por la conversión de sus feligreses. Poco a poco la gente comenzó a acercarse a la iglesia. Muchos de ellos quedaban maravillados por la sencillez de los sermones del Padre Vianney y por su coherencia de vida cristiana. Dentro de poco, los habitantes se convirtieron y muchas tabernas y salones de baile tuvieron que cerrar.

El mayor ministerio del Santo cura de Ars fue la administración del sacramento de la penitencia. Llegaba a pasar hasta 12 horas diarias en el confesionario. Las conversiones que lograba, según la gracia de Dios, eran impresionantes. Daba consejos claros y sencillos y recibía con misericordia a los pecadores arrepentidos. En algunos casos se negaba a dar la absolución a los pecadores que tuvieran la intención de cometer de nuevo sus pecados. Su fama como confesor se extendió fuera de la región, y en los últimos años de su vida llegó a recibir miles de penitentes en su confesionario al año. Al principio sus superiores lo apartaron de los confesionarios porque pensaron que no tenía la capacidad ni la fortaleza suficientes para tal tarea. Sin embargo, probó ser un confesor excelente.

Sus mortificaciones eran duras. Su dieta se componía de algunas papas cocinadas y algunos huevos hervidos. Dormía muy poco y se entregaba por completo a la atención de sus feligreses. Muchas veces fue tentado y asediado por el demonio, pero el Santo cura pudo resistir, por la fe en Dios, y continuó con la atención de las almas hasta su muerte en 1859.

MODELO DE LOS SACERDOTES

San Juan María Vianney, siendo un cura de aldea, fue proclamado patrono de todos los sacerdotes del mundo. Especialmente, de los párrocos. San Juan María Vianney nos enseña que la misericordia y el celo por el bien de las almas son las mejores armas con las que un sacerdote puede contar. Más que la erudición académica y la elocuencia del púlpito.

El santo cura de Ars es ejemplo de la sencillez y carisma benevolente que debiera caracterizar a los sacerdotes, apóstoles de la misericordia divina y administradores de los sacramentos, pues, realmente, San Juan María Vianney supo sacar sabiduría de la vida diaria, así como gloria en la sencillez de la entrega a los fieles.

Pidamos por los sacerdotes y trabajemos a su lado para que, siguiendo el ejemplo de San Juan María Vianney y por su intercesión, puedan ellos ser rostros sencillos de la misericordia de Dios y sencillos predicadores de la Palabra de Amor y Verdad.

Gabriel González Nares

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