El santo cura de Ars es ejemplo de la sencillez y carisma benevolente que deben caracterizar a los sacerdotes, apóstoles de la misericordia divina y administradores de los sacramentos. Pues, supo sacar sabiduría de la vida diaria y gloria en la sencillez de la entrega a los fieles.
A simple
vista, al retrato del Santo cura de Ars nos ofrece a un hombre maduro, de ojos
dulces y de aspecto benévolo. Algunos podrían decir que irradia sabiduría,
pero, ¿qué tipo de sabiduría? El cura de Ars nunca fue un hombre que
sobresaliera por su inteligencia, pero supo transformar su entrega y su
misericordia en sabiduría que atraía los corazones de nuevo a Dios.
BREVE BIOGRAFÍA
Jean
Marie Baptiste Vianney, nació en 1786 en Dardilly, un pueblo cerca de la ciudad
francesa de Lyon. Fue el cuarto de ocho hermanos pertenecientes a una modesta
familia de campesinos. Desde pequeño trabajó en los campos, por lo que no tuvo
una profunda formación escolar.
En su
adolescencia comenzó a sentir la vocación del sacerdocio, por lo que fue al
pueblo de Ecully a recibir formación de manos del Padre Balley. Sus maestros
pronto notaron que, a pesar de tener buenas intenciones, no tenía memoria ni
aptitud para el estudio. Por lo que Juan María decidió regresar a su pueblo.
Por
entonces, Napoleón Bonaparte llevaba a cabo sus campañas militares en Europa y
Juan María era joven, por lo que fue reclutado a la fuerza. Fue así que tuvo
que servir en el ejército, pero por un descuido se separó de su batallón. Quiso
reincorporarse, mas ya era demasiado tarde para alcanzarlo, por lo que se
convirtió en desertor. Algunas personas buenas le ofrecieron alojamiento
mientras era perseguido por desertar. Tuvo que esconderse hasta 1810, año en
que los desertores fueron perdonados.
En
seguida continuó sus estudios en el seminario mayor de Lyon en 1813. Luego de
muchas dificultades académicas logró terminar sus estudios satisfactoriamente.
El 13 de agosto de 1815 fue ordenado sacerdote. Posteriormente, luego de la
muerte de su benefactor, el Padre Balley, fue enviado como capellán al pueblo
de Ars, que apenas contaba con 300 habitantes aproximadamente. El pueblo de Ars
era entonces famoso por su la actitud licenciosa de sus habitantes: había
muchas tabernas y salones de baile y casi nadie se ocupaba de alimentar y
ejercitar el espíritu. Inmediatamente el cura de Ars se propuso ganar aquellas
almas perdidas de nuevo para Dios.
Primeramente
visitó a sus feligreses, casa por casa. Les hablo con sencillez y benevolencia
y los invitó a ir a misa con más frecuencia. Renovó la casa cural y el templo
parroquial, así como algunos ornamentos litúrgicos. Al principio no tuvo mucho
éxito, por lo que se remitió a Dios y oró con paciencia, confianza y constancia
por la conversión de sus feligreses. Poco a poco la gente comenzó a acercarse a
la iglesia. Muchos de ellos quedaban maravillados por la sencillez de los
sermones del Padre Vianney y por su coherencia de vida cristiana. Dentro de
poco, los habitantes se convirtieron y muchas tabernas y salones de baile
tuvieron que cerrar.
El mayor
ministerio del Santo cura de Ars fue la administración del sacramento de la
penitencia. Llegaba a pasar hasta 12 horas diarias en el confesionario. Las
conversiones que lograba, según la gracia de Dios, eran impresionantes. Daba
consejos claros y sencillos y recibía con misericordia a los pecadores
arrepentidos. En algunos casos se negaba a dar la absolución a los pecadores
que tuvieran la intención de cometer de nuevo sus pecados. Su fama como
confesor se extendió fuera de la región, y en los últimos años de su vida llegó
a recibir miles de penitentes en su confesionario al año. Al principio sus
superiores lo apartaron de los confesionarios porque pensaron que no tenía la capacidad
ni la fortaleza suficientes para tal tarea. Sin embargo, probó ser un confesor
excelente.
Sus
mortificaciones eran duras. Su dieta se componía de algunas papas cocinadas y
algunos huevos hervidos. Dormía muy poco y se entregaba por completo a la atención
de sus feligreses. Muchas veces fue tentado y asediado por el demonio, pero el
Santo cura pudo resistir, por la fe en Dios, y continuó con la atención de las
almas hasta su muerte en 1859.
MODELO DE LOS SACERDOTES
San Juan
María Vianney, siendo un cura de aldea, fue proclamado patrono de todos los
sacerdotes del mundo. Especialmente, de los párrocos. San Juan María Vianney
nos enseña que la misericordia y el celo por el bien de las almas son las
mejores armas con las que un sacerdote puede contar. Más que la erudición
académica y la elocuencia del púlpito.
El santo
cura de Ars es ejemplo de la sencillez y carisma benevolente que debiera
caracterizar a los sacerdotes, apóstoles de la misericordia divina y
administradores de los sacramentos, pues, realmente, San Juan María Vianney
supo sacar sabiduría de la vida diaria, así como gloria en la sencillez de la
entrega a los fieles.
Pidamos
por los sacerdotes y trabajemos a su lado para que, siguiendo el ejemplo de San
Juan María Vianney y por su intercesión, puedan ellos ser rostros sencillos de
la misericordia de Dios y sencillos predicadores de la Palabra de Amor y
Verdad.
Gabriel González
Nares
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