Una de las metáforas más
empleadas para explicar la salvación, la acción redentora, es la de
"médico y medicina" que se aplican tanto a Dios en general como a
Jesucristo en particular.
VAMOS A FAMILIARIZARNOS CON EL
LENGUAJE DE LOS PADRES DE LA IGLESIA.
Es Médico eficaz que no teme
acercarse al enfermo, sino que lo toca, diagnostica su mal para, a
continuación, sanarlo.
"Muchas veces uno sigue estando
enfermo bajo el cuidado de los médicos, incluso con técnicas y medicamentos, la
ciencia no es eficaz y se escapa el poder de un determinado tratamiento.
Respecto a Dios no sucede eso, sino que cuando los pones delante del Médico,
sucede que la herida es curada totalmente. En efecto, no se trata de una
ciencia humana que carezca de efecto, sino un poder divino que se adueña de
naturaleza, enfermedades, perversidad y de todo mal" (S. Juan Crisóstomo,
Com. al salmo 6,3,2).
Nada hay que temer; al contrario,
es preferible mostrar las llagas, las heridas, las enfermedades al Médico
porque sólo buscará sanar con amor infinito.
El Médico es nuestro protector y
consuelo en las enfermedades y en toda tribulación. Su sola presencia es ya
consuelo infinito, nuevo, desconocido, que tonifica el alma por dentro con
suavidad. Sus palabras calman todo el interior y renace la esperanza con
fuerza.
"Protector en las
tribulaciones, que harto nos sobrevinieron. Lo que he dicho con frecuencia,
también lo digo ahora. No impide que venga aflicciones, sino que cuando vienen
nos asiste, nos hace más idóneos y experimentados. Ahora bien, el harto
tiene que ir unido al protector. En verdad, no auxilia como de pasada, sino
con generosidad, consiguiendo más consuelo del auxilio que molestia de las
aflicciones. Y no nos consigue sólo el auxilio que reclama la naturaleza de los
males, sino mucho más" (S. Juan Crisóstomo, Com. al Salmo 45, 1,2).
Un Médico
divino ha venido a nosotros. Acerquémonos a Él para ser sanados.
Javier Sánchez Martínez
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