viernes, 17 de mayo de 2013

PADRE AMORTH, EXORCISTA: «DENTRO DEL VATICANO TAMBIÉN HAY SATANISTAS»


Por su interés, reproducimos el artículo publicado hoy mismo por el diario La Razón, y firmado por Mar Velasco, donde el exorcista italiano Gabriele Amorth asegura que «hay muchos obispos y sacerdotes que no creen en el demonio» y otras declaraciones ya conocidas que suelen hacer los exorcistas sobre su ministerio. Pero lo que más llama la atención es la afirmación de la presencia de miembros de grupos satánicos en el Vaticano.

El sacerdote italiano Gabriele Amorth, uno de los exorcistas más respetados del mundo, no se muerde la lengua: «Tenemos muchísimos sacerdotes y obispos que ya no creen en Satanás», asegura. A sus 85 años acaba de publicar sus memorias, en las que alerta contra la presencia de su mayor enemigo fuera y dentro de la Iglesia. Así lo corrobora en una reciente entrevista al diario italiano Il Foglio: «Muchos prelados no creen en el demonio e incluso llegan a decir en público que el infierno y el demonio no existen. ¡Y sin embargo, Jesús, en el Evangelio, habla de ello abundantemente, por lo cual cabría preguntarse si no han leído el Evangelio o no creen en él en absoluto!», sostiene.

A la pregunta de si hay miembros de sectas satánicas en el Vaticano, responde sin vacilar: «Sí, los hay. Sacerdotes, monseñores y también cardenales. Lo sé por personas que lo han conocido directamente. Y además es una cosa “confesada” en otras ocasiones por el mismo demonio, bajo obediencia, durante los exorcismos», explica. Asegura que el Papa está al tanto de todo: «¡Claro que lo sabe! Pero hace lo que puede. Es algo sobrecogedor. Tenga presente que Benedicto XVI es un Papa alemán, viene de una nación decididamente contraria a todas estas cosas. En Alemania, de hecho, prácticamente no hay exorcistas – ¡hay naciones enteras sin exorcistas!–, y sin embargo el Papa cree en ello: he tenido ocasión de hablar con él en tres ocasiones, cuando todavía era prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe. Nos recibió como asociación de exorcistas, hizo un gran discurso, animándonos y elogiando nuestro apostolado. Ha hablado de esto explícitamente y en público en varias ocasiones. Y no olvidemos que del diablo y de exorcismos habló muchísimo también Juan Pablo II», recuerda. «Pablo VI levantó un velo de silencio y censura cuando dijo aquello de que “el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia”, pero no tuvo consecuencias prácticas. Y creo que es necesario dar la señal de alarma», afirma.

El Padre Amorth recibe en su estudio a centenares de personas al año. De éstas, «sólo unas pocas están verdaderamente poseídas. La mayoría tiene simplemente graves problemas psiquiátricos. Pero hay poseídos», dice. Se presentan para ser liberados. Lo hacen espontáneamente, aunque la «presencia» que posee su cuerpo hace todo lo posible para que los exorcismos no surtan efecto. La mayor parte de la gente queda poseída después de haber participado en misas negras o ritos satánicos. «Don Amorth» tiene un método para reconocer si una persona está verdaderamente poseída: el agua bendita. «Una vez preparé para una mujer una mesa con dos vasos, uno con agua común y otro con agua bendita. Cuando bebió el agua bendita, pasó de niña atemorizada a persona encolerizada. Con un timbre de voz grave, como si un hombre hablara dentro de ella, me dijo: “¡Te crees muy listo, cura!”. Comencé la oración de exorcismo y sólo una hora después, cumplido el rito, sucedió la liberación en la iglesia».

«FALTAN EXORCISTAS FORMADOS»

La batalla del padre Amorth se libra en dos frentes: contra su habitual enemigo y contra el silencio o la incredulidad de la Iglesia: «El Código de Derecho Canónico dice que los exorcistas deberían ser elegidos entre la flor y nata del clero», explica. «Y sin embargo, no es así. A menudo, los mejores sacerdotes son destinados a ser obispos u a otros cargos. Y los exorcistas que hay tienen poca experiencia, cuando debería ser al revés», se lamenta, mientras recuerda su formación al lado del padre Amantini, exorcista durante más de 40 años en Roma: «A él le debo todo lo que soy», afirma.

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