miércoles, 20 de marzo de 2013

LIBRES O ESCLAVOS


"Jesús dijo a los judíos que habían creído en él:

– Si os mantenéis fieles a mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Ellos le contestaron:

– Nosotros somos descendientes de Abraham y nunca fuimos esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú que seremos libres?

34 Jesús les dijo:

– Os aseguro que todos los que pecan son esclavos del pecado. Un esclavo no pertenece para siempre a la familia, pero un hijo sí pertenece a ella para siempre. Así que, si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres. Ya sé que sois descendientes de Abraham, pero queréis matarme porque no aceptáis mi palabra. Yo hablo de lo que el Padre me ha mostrado, y vosotros hacéis lo que vuestro padre os ha dicho.

Dijeron ellos:

– ¡Nuestro padre es Abraham!

Pero Jesús les respondió:

– Si de veras fuerais hijos de Abraham, haríais lo que él hizo. Pero a mí, que os digo la verdad que Dios me ha enseñado, queréis matarme. ¡Y eso nunca lo hizo Abraham! Vosotros hacéis lo mismo que vuestro padre.

Dijeron:

– ¡Nosotros no somos unos bastardos! ¡Nuestro único padre es Dios!

Jesús les contestó:

– Si Dios fuese de veras vuestro padre, me amaríais, porque yo, que estoy aquí, vengo de Dios. No he venido por mi propia cuenta, sino que Dios me ha enviado."

Jesús nos indica hoy cuál es el secreto de la libertad: la verdad. Nosotros tenemos el peligro de encerrarnos en las ideologías. Eso nos hace esclavos. Los poderosos nos quieren esclavos. Por eso nos encierran en la mentira, en el miedo y nos obligan a vivir de acuerdo con la línea del partido. En la religión puede ocurrirnos lo mismo. Hay quien quiere que no pensemos, que sólo obedezcamos. Para ello invocan la vuelta a la tradición. Pero esa tradición no es el evangelio. Son meras adherencias medievales, que muchas veces nada tienen que ver con el Evangelio y lo único que hacen es esclavizarnos.

Los judíos se preciaban de ser hijos de Abraham, pero estaban muy lejos de tener su Fe. Se habían quedado con un conjunto de tradiciones vacías. Los cristianos, podemos serlo únicamente de nombre, si nuestra vida no se espeja en el Evangelio. Jesús nos quiere libres para ser nosotros mismos, con nuestra belleza y nuestra fragilidad, con nuestros defectos y nuestras virtudes.

La verdad no la poseemos. La verdad es la realidad. El pobre, el débil, el enfermo, el hambriento que está junto a nosotros, es la verdad. Aceptar esa verdad y entregarnos a ella es lo que nos hace libres.

La Palabra es la verdad. Aceptarla y entregarnos a ella es lo que nos hace libres.


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