Cuando escribo en este blog, a veces escribo de las pequeñas cosas que pasan por mi vida o por mi mente. Muchas veces es lo que ha pasado por mi mente, lo que constituye la sustancia de un post.
Pero hay otros post en los que, a pesar de mi carácter optimista, no puedo menos que advertir a los que me leen, de lo mal que están las cosas.
No penséis de ninguna manera que es que creo en las profecías de algún visionario o algo así. Simplemente leo la actualidad a la luz de la Biblia. Únicamente me limito a leer la sociedad actual a la luz de los profetas.
Si creemos que la sociedad (otrora cristiana) puede seguir alejándose de Dios año tras año, decenio tras decenio, y que todo seguirá igual, estamos en un error. ¿Es que no recordamos que dijo Nuestra Amada Madre en Fátima acerca de la II Guerra Mundial y Rusia? Sí, lo que hay debajo de todo esto son nuestros pecados. ¿Cuáles? Abortos, fornicación, pecados contra el modo natural de procrear, transexualidad, codicia, destrucción de la familia, abandono de los padres, abandono de la religión, abandono de la fe, drogas, etc, etc, etc, la lista sería larga. ¿Se puede hacer todo esto sin que esto tenga consecuencias? Sólo el aborto ya nos hubiera acarreado terribles castigos divinos. Pero son muchas más pesos los que se han ido colocando en la balanza año tras año.
No, no necesito a ningún vidente, ni a ningún iluminado, ni creerme todas las falsas profecías que van corriendo por Internet. La Biblia es clara y suficiente. Las decisiones de nuestra voluntad tienen repercusiones. Las decisiones de cientos de millones de voluntades tienen grandes repercusiones. Por eso ahora nos acercamos a una gran purificación colectiva. De eso no tengo la menor duda.
Soplad, vientos, soplad. Os han convocado. Pues ahora sed vosotros los heraldos de un mensaje que no son palabras, sino hechos.
PUBLICADO POR PADRE FORTEA
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