miércoles, 23 de enero de 2013

NUEVA ERA Y CINE


Como hemos ya apuntado, la Nueva Era utiliza profusamente los medios de comunicación para difundir sus ideas. Hemos citado algunos bestsellers. Muchos libros de autoayuda están parcial o totalmente empapados en los principios de la New Age, otros son novelas envueltas en el misterio con matices históricos. Se habla de una sabiduría milenaria pero escondida voluntariamente por los detentores del poder durante siglos y siglos. Pero ahora ha llegado el tiempo de desvelarla a todos… Algunos libros han sido llevados al cine con gran derroche de medios y publicidad, como algunos títulos de Dan Brown como “El código Da Vinci” o “Ángeles y demonios”. Pero son muchas las películas que transmiten la ideología de la Nueva Era de modo más o menos explícito. No soy un especialista en la materia pero quisiera detenerme en dos o tres artículos a examinar algunas de ellas. En particular he seleccionado seis: Avatar, la brújula dorada, el laberinto del fauno, la profecía de Celestino, el atlas de las nubes y el regreso de los defensores.

Antes de nada me parece interesante detenerme en los puntos comunes de todas ellas que me mueven a calificarlas, cada una en grado distinto, de “películas Nueva Era”. Llama la atención el hecho de que algunas son grandes producciones con inversiones millonarias, derroche de efectos especiales, actores de primer orden y nominaciones a los premios Oscar. Esto nos dice que no es un fenómeno aislado ni de poca importancia, sino que hay mucha gente y muy poderosa interesada en promover este tipo de “creencias” y algunos están muy metidos en el mundo del Cine. No es vano recordar que en una película cada escena, cada palabra del guión, cada escenario quiere producir un efecto determinado en el espectador. Nada, absolutamente nada es casual. El entretenimiento es sólo uno de los fines y aunque sea uno de los principales alicientes del consumidor del cine, no suele serlo del productor que pretende siempre trasmitir un mensaje muy concreto, dar una visión del mundo y del hombre. Es también importante destacar que algunas son películas infantiles, pues se quiere educar a las nuevas generaciones en este nuevo modo de pensar y vivir.

Las películas seleccionadas presentan un modo de mirar al hombre y al mundo que choca con el modelo que podemos llamar “tradicional” en un sentido muy general. Se trata de romper esquemas y crear otros nuevos, o si no nuevos, distintos a los que generalmente rigen nuestra vida cotidiana. En “Avatar” es una relación nueva con la naturaleza (animales y plantas). Los indígenas azules establecen un vínculo muy especial conectándose por medio de sus cabelleras con los animales en medio de una selva llena de una energía especial que parece tener cierta personalidad “impersonal”. En “la brújula dorada” hay que escapar de la institución rígida (el Magisterio) que impide a los niños comunicarse con su “Daimonion” (como una segunda alma en forma de animal) impidiéndoles dejarse guiar por la espontaneidad, sesgando este vínculo y con ello su libertad. En “el regreso de los defensores” se trata de salvar la fantasía y la magia y desterrar el reinado del terror. En la profecía de Celestino es un mundo nuevo de energía presente en la naturaleza y en las personas. En el laberinto del fauno la dictadura pretende imponer el odio y la violencia que en la película se contrapone al mundo mágico del fauno. En el atlas de las nubes es la reencarnación la que cambia el modo de comprender la vida y la muerte.

Al mismo tiempo se presenta un viejo modo de actuar y de pensar marcado por la ignorancia de estas fuerzas ocultas maravillosas, por la imposición violenta de creencias falsas, de una educación rigorista que niega la libertad, establece mandamientos y reglas con el fin de manipular las masas y los individuos, con el consiguiente empobrecimiento del mundo interior del hombre. Un mundo viejo, corrompido y atado al poder que reacciona contra las nuevas creencias con la más terrible violencia: el exterminio de los habitantes del planeta Pandora en Avatar, en las otras la persecución y condena a muerte de los rebeldes que pretenden romper las reglas y salirse del cauce establecido.

Finalmente es muy curioso el modo como, de modo explícito o encubierto, se relaciona este mundo oscuro y violento con el cristianismo o con la Iglesia. Puede ser a través de la presencia de sacerdotes, pastores protestantes, monjas, obispos que hacen el papel de “malos”; o en el caso de que hagan de buenos se presentan en rebeldía con la iglesia institucional. En cambio cuando se quiere disfrazar el mensaje se presentan instituciones educativas (la brújula dorada) que pueden hacer pensar fácilmente en escuelas confesionales. En los próximos post profundizaremos en las películas más en concreto.

Trataremos hoy de examinar dos películas que, sin ser claramente de ambiente Nueva Era, recogen algunos elementos característicos: Avatar y el Laberinto del fauno. Ambos presentan de modo diverso un grupo armado oficial que se enfrenta con un grupo marginal. Los “malos” son fuertes, detentan el poder, no hay en ellos compasión por los débiles, sólo buscan sus intereses personales y están dispuestos a eliminar al que se ponga en medio. Los “buenos” son representados por un pequeño grupo de débiles pero que defienden altos ideales y que están dispuestos a luchar para recuperar su libertad y defender sus derechos. No quiero en ninguna manera negar los valores y antivalores que se ponen de manifiesto en ambas películas y que reflejan los males de todos los tiempos: los grandes que oprimen a los débiles por sus intereses políticos y económicos.

Me interesa sobre todo leer entre líneas las historias de ambas películas para individuar el contenido New Age. En Avatar el protagonista descubre un modo nuevo de existir al habitar en el cuerpo alienígeno creado artificialmente. Ellos viven en armonía con la naturaleza, haciendo uso de una energía que llena todo, presente sobre todo en animales y plantas. Al final de la película decide abandonar su vida anterior y abrazar la nueva vida. El mensaje de la película es positivo, sin duda, pero no se debe perder de vista que es ciencia ficción, y que si volvemos a la realidad no existe esa posibilidad de establecer una “conexión personal” con el mundo animal y vegetal. No estoy diciendo que no exista una armonía entre el hombre y el entorno y un intercambio continuo, eso es evidente, pero no es una relación personal en sentido estricto. Los hombres son personas pero los árboles, los perros y los caballos no. En este sentido si quisiéramos, como pretende la Nueva Era, encontrar y dominar fuerzas ocultas escondidas en la naturaleza (no experimentables desde las ciencias naturales) caeríamos en una superstición irracional y fuera de la realidad.

El laberinto del fauno es mucho más sutil. Es una película con una carga ideológica impresionante. El “malo, malísimo” es oficial del ejército de la España de Franco poco después del final de la guerra civil. Es un hombre sin entrañas que mata y tortura sin pestañear y sin hacer distinción entre hombres, mujeres y niños, con la anuencia del gobierno y de la Iglesia. Esto se sobreentiende claramente en todo el contexto de la película y en algunas escenas concretas, en las que se hace una caricatura de algunas partes de la doctrina católica. No sé si tal esperpento y desfiguración de la fe cristiana es algo voluntario o nace simplemente de la ignorancia religiosa del director, guionista y demás implicados. Un sacerdote aparece banqueteando espléndidamente con los militares y se muestra complacido por el hecho de que la gente pase hambre, porque lo importante es la salvación de sus almas. El capitán está preocupado por el próximo nacimiento de su hijo, pero para él lo único importante es que el niño nazca sano, mientras que se muestra carente de afecto e indiferente ante el dolor e incluso la muerte de su esposa. El mensaje que se quiere transmitir es claro: el cristianismo, o sea, la Iglesia es violencia, crueldad y machismo, obediencia ciega, rigorismo, amiga de poderosos y ricos, de banquetes y comodidades y totalmente indiferente a los pobres o incluso enfrentada con las clases obreras y con los débiles en general.

Pero es el fauno el que representa la conexión con otro tipo de creencias que deben abrazar los “buenos”. En primer lugar, su mismo aspecto con sus grandes cuernos enroscados parece evocar algunas representaciones del demonio. Resalta mucho la diferencia si lo comparamos con el fauno de las crónicas de Narnia que refleja bondad, inocencia, sencillez. El fauno del laberinto es más bien arrogante. Invita a la niña (gran protagonista de la película) a utilizar la magia para curar a su madre. La “medicina mágica” surte efecto, pero las creencias religiosas cristianas se oponen a la magia y cuando la extraña raíz mágica es descubierta debajo de la cama de la mujer en cinta y es arrojada al fuego, la enfermedad se agrava y la mujer muere. Moraleja: la fe cristiana mata, la magia salva = New Age.

Existen otros muchos detalles interesantes que no nos podemos detener a analizar porque sería demasiado largo. Próximamente comentaremos otros largometrajes.

Roberto Visier

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