viernes, 13 de abril de 2012

LA ALEGRÍA DE PASCUA


En un programa deportivo de la televisión, se nos mostraba la forma diametralmente opuesta
de celebrar los goles que tienen dos jugadores. Lo atribuían a la manera diferente de ser de los dos. Uno egocéntrico y el otro agradecido con los demás por haberle ayudado a marcar. No importa quiénes son esos jugadores. Lo que quiero señalar es que existen dos alegrías diferentes.

Anthony de Mello, en una meditación, señalaba que hay dos tipos de sentimiento:
La alegría que se siente cuando nos alaban, cuando vencemos, cuando triunfamos, cuando nos
vemos "arriba"...

La alegría que se siente cuando nos sentimos bien en nuestro trabajo, cuando contemplamos
un amanecer, un paisaje, cuando estamos rodeados de amigos, dedicando nuestro tiempo a los demás...

Él dice que el primer tipo de alegría es mundana, mientras que el segundo es anímico. La
primera clase de sentimientos produce una felicidad pasajera, superficial y que a la larga nos llena de vacío. Mientras que la segunda es una alegría íntima, duradera y que nos hace crecer. Anthony aplica a esta reflexión la cita del evangelio de Mateo:"¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?"

La alegría pascual es del segundo tipo. Estamos alegres porque la Pascua nos indica la Luz, la Vida...En ella nos sentimos hermanos. Es la alegría del seguidor, del que se sabe resucitado con
Él. La alegría del darse y del compartir. La alegría del nuevo amanecer. La alegría del que se siente salvado. Por eso los tres símbolos pascuales son el Fuego, la Luz y el Agua. El Fuego que nos acrisola. La Luz que nos ilumina. El Agua que nos da vida...

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