lunes, 23 de abril de 2012

¿SE DEBE EL TRATO DE MONSEÑOR A TODOS LOS OBISPOS?


Este fin de semana se suscitó entre mis amigos la clásica discusión (¿quién no ha sucumbido alguna vez a la tentación de discutir sobre el tema?) sobre si el tratamiento de “Monseñor” correspondía a todos los obispos o de si, correspondiendo, era privativa de ellos o, por el contrario, debido también a algún otro tipo de cargo o posición entre los hombres de
iglesia.

El tema me pareció interesante, así que decidí investigar un poquito para ver qué encontraba. Y encontré interesantes aportaciones.

Según la Enciclopedia Católica (en inglés), titulación tal, que ni que decir tiene significa
“Mi Señor”, empezó a utilizarse en el s. XIV aunque sin regla fija alguna. En el s. XVII se empieza a atribuir en Francia al heredero de la Corona, y con él también a todos los implicados en la sucesión de la corona, aunque en la actualidad ha dejado de ser así, y sólo se utiliza en el protocolo eclesiástico.

Una cosa queda clara: no existe en el ámbito eclesiástico la concesión propiamente del tratamiento “Monseñor”, sino la de cargos o posiciones que llevan aparejado el tratamiento, así desde luego el de obispo, pero, como veremos, no sólo.

El 31 de marzo de 1969 el Cardenal Amleto Giovanni Cicognani, Secretario de Estado, es
decir, máxima autoridad de la Curia romana (cargo que hoy ocupa el Cardenal Tarsicio Bertone), firma el documento Ut sive sollicite sobre vestimentas, títulos y escudos de armas de cardenales, obispos y prelados menores, que podemos considerar como el catecismo en esta materia. Pues bien, en su parte segunda titulada “Títulos y escudos de armas”, los números 21 a 26 se refieren expresamente a la utilización de la denominación de “Monseñor”, sobre la cual dicta los
siguientes preceptos:
“22. Para cardenales puede usarse el título “Eminencia” y para los obispos el de “Excelencia”, a los cuales se les puede añadir la frase adjetiva “Muy Reverendo”.
23. Para dirigirse a un cardenal u obispo, por oral o por escrito, se puede utilizar respectivamente Señor Cardenal o, de acuerdo con la lengua italiana, Monseñor.
24. El título “monseñor” cuando sea usado para un Obispo, puede ir acompañado del adjetivo “Muy reverendo”.
25. Para los prelados mencionados en el número 18, el título “Monseñor” puede ir unido a la frase adjetival “Muy reverendo”.
(Los prelados mencionados en el número 18 los siguientes: los prelados superiores de los dicasterios de la Curia Romana que no tengan dignidad episcopal, auditores del Sagrado Tribunal romano de la rota, el promotor general de justicia y el defensor de en el Supremo Tribunal de la
Signatura Apostólica, los protonotarios apostólicos de número, los clérigos de la Cámara Apostólica y los prelados de la ante Cámara Pontificia).

El Deán del Sagrado Tribunal de la Rota Romana y el Secretario del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica pueden usar el título de Excelencia, pero no con el título “Muy reverendo”.
Lo mismo es de aplicación al Vice camarlengo de la Santa Iglesia Católica.
26. Protonotarios apostólicos supra numerum, prelados honorarios de Su Santidad, y también capellanes de Su Santidad, pueden usar el título de “Monseñor” que pueden preceder, por el adjetivo ‘Reverendo’”.

Lo que da la razón a aquellos de mis amigos que sostenían que el tratamiento de “Monseñor” corresponde a todos los obispos, pero no de manera privativa, pues aunque la gran mayoría de los “monseñores” del mundo lo sean, no sólo ellos lo son, sino que han de compartirlo con otras
ilustres personajes de la carrera eclesiástica.

Mañana dedicaremos esta columna a un ilustre “Monseñor”, quizás aquél cuyo nombre más asociado ha quedado al tratamiento, y nos preguntaremos por las razones de su atribución. Pero eso, como digo, queda ya para mañana, por lo que hoy me despido ya de Uds. esperando, como tantasveces les digo, verles por aquí mañana, amigos lectores.

Luis Antequera

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