lunes, 2 de noviembre de 2009

Y... ¿QUÉ GANAN LOS MUERTOS?


¿Por qué las misas de difuntos? ¿Por qué el luto? ¿De qué le sirve al muerto que yo vaya a "verlo" al cementerio?

En este nuevo siglo XXI, que nos ha sido dado conocer, nos damos cuenta de cómo se mezclan cristianismo y paganismo, y no sólo eso, también notamos que el cristianismo comienza a considerarse como un mito antiguo, algo ya pasado de moda que se está superando y que el paganismo es lo actual, lo moderno, lo "adecuado" para nuestra época...

Esta mezcla de cristianismo-paganismo se hace patente en la celebración del día de los difuntos. Cada cultura tiene sus tradiciones y sus costumbres
, y los católicos tenemos las propias, que aunque las llevamos a cabo, en ocasiones no estamos tan familiarizados con ellas como lo estamos con fiestas como Halloween. Por esto algunas veces nos preguntamos: ¿Por qué las misas de difuntos? ¿Por qué el luto? ¿De que le sirve al muerto que yo vaya a "verlo" al cementerio?

Hay celebraciones de naturaleza popular, como las que se realizan en las afueras de los cementerios, que tienen un carácter festivo y suelen ser una forma de mitigar el dolor que implica la pérdida de un ser querido; otro tipo de celebración consiste en la visita individual o colectiva al cementerio para entregar un homenaje póstumo al difunto o sencillamente demostrar el inolvidable cariño hacia su persona.

Las celebraciones de naturaleza religiosa se basan también en la rica experiencia acerca de la muerte que tiene nuestra cultura y en la larguísima tradición de la Iglesia a través de la historia.

Mencionaremos las más comunes y así sabremos el por qué de las mismas y "qué ganan los muertos" con ellas.

Preparación cristiana para la muerte.
El cristiano se prepara para la muerte durante la vida, mas cuando en una casa llegan los avisos de la muerte, es obligación grave así como costumbre cristiana y deseo ferviente, tanto por parte de quien muere como de sus deudos, que alguna persona de la familia o vecino cercano se encargue de avisar a la parroquia para que vayan a darle los últimos sacramentos al enfermo o, como suele decirse, el santo óleo o extremaunción y en el lenguaje popular, "santolio".

Este sacramento, la Unción de los enfermos, está especialmente destinado a reconfortar a los atribulados por la enfermedad; se administra en caso de grave enfermedad, antes de una operación importante, o a las personas de edad avanzada cuyas fuerzas se debilitan. Se celebra en forma litúrgica y comunitaria, teniendo lugar en familia, en el hospital o en la iglesia, para un solo enfermo o para un grupo de enfermos. Catecismo de la Iglesia Católica (1499-1523).

Y... ¿qué gana el enfermo con este sacramento?
1. Un don particular del Espíritu Santo que da al enfermo la gracia de consuelo, de paz y de ánimo, renovando en él la fe y confianza en Dios y fortaleciéndolo contra las tentaciones, especialmente de desaliento y angustia ante la muerte. Con esta gracia el Señor, por la fuerza del Espíritu, quiere conducir al enfermo a la curación del alma, pero también la del cuerpo, si es voluntad de Dios.

2. El enfermo recibe la fuerza y el don de unirse a la Pasión de Cristo y el sufrimiento recibe un sentido nuevo.

3. Una gracia eclesial en la que la Iglesia, por medio de la comunión de los santos, intercede por el bien del enfermo, y el enfermo, a su vez, contribuye a la santificación de la Iglesia y el bien de todos los hombres.

4. Una preparación para los que están a punto de salir de esta vida que ofrece un escudo para defenderse en los últimos combates y entrar en la Casa del Padre. Catecismo de la Iglesia Católica (1499-1523).

El viático.
La Iglesia ofrece como viático, en el momento del paso hacia la muerte, la Comunión de Cuerpo y la Sangre de Cristo, siendo así la Eucaristía el sacramento de paso de la muerte a la vida, de este mundo al Padre. Catecismo de la Iglesia Católica (1524-1525)

El día de la muerte.
El día de la muerte inaugura para el cristiano, al término de su vida sacramental, la plenitud de su nuevo nacimiento comenzado en el bautismo. La Iglesia, que ha llevado al cristiano en su seno durante su peregrinación terrena, lo acompaña al término de su caminar para entregarlo en las manos del Padre. La Iglesia lo ofrece a Dios y deposita en la tierra, con esperanza, el germen del cuerpo que resucitará en la gloria. Esta ofrenda se celebra plenamente en el sacrificio eucarístico. Catecismo de la Iglesia Católica (1681-1683). La Eucaristía es el centro de la vida cristiana y en cuanto a sacrificio es ofrecida también en reparación de los pecados de los vivos y los difuntos, y para obtener de Dios beneficios espirituales o temporales.

La agonía: la devoción a la Virgen del Carmen y la práctica del Santo Rosario.
Durante la agonía de una persona, cuando ha sido devota de la Virgen del Carmen, el uso del Escapulario de la Virgen,
que encierra las promesas de morir en gracia de Dios y salir del purgatorio lo antes posible, y el rezo del Santo Rosario como el medio más conveniente y eficaz para obtener la ayuda maternal de la Virgen, son devociones que ayudarán al enfermo a tener una buena muerte, siempre y cuando él mismo se encuentre sin pecado grave y con disposición para recibir estas gracias, pudiendo ganar la indulgencia plenaria. El Papa Pío XI, en su lecho de muerte, deja como testamento el rezo del Rosario por ser "un Evangelio compendiado y dará a los que lo rezan los ríos de paz de que nos habla la Escritura; es la devoción más hermosa, más rica en gracia y gratísima al corazón de María".

Indulgencias por los difuntos.
Todo pecado lleva una culpa y una pena. La culpa se perdona en la confesión. La pena hay que expiarla en esta vida o en la otra. La Iglesia tiene el poder de expiar esta pena por medio de las indulgencias. La indulgencia es parcial o plenaria, según libere en parte o del todo de la pena temporal debida por los pecados. Nadie puede aplicar la indulgencia que adquiere por personas que viven aún, pero pueden aplicarse por los difuntos a modo de sufragio.

La indulgencia plenaria se puede adquirir solamente una vez al día, salvo "In articulo mortis", es decir, que si no hay un sacerdote que pueda administrar los sacramentos y la bendición apostólica con la indulgencia plenaria adjunta, la santa Iglesia concede al moribundo, dispuesto convenientemente, la indulgencia plenaria, con tal de que el interesado, durante su vida, haya recitado habitualmente algunas oraciones.

La religiosidad popular.
El sentido religioso de los cristianos, ha encontrado su expresión en formas variadas de piedad en torno a la vida sacramental. Estas expresiones prolongan la vida litúrgica de la Iglesia pero no la sustituyen.

Las exequias expresan el carácter pascual de la muerte cristiana y responden a las situaciones y las tradiciones de cada región. En ellas se expresa la comunión eficaz con el difunto por parte de la Iglesia y de la asamblea reunida, a la que se le anuncia la vida eterna.

La visita a los cementerios con la oración, aunque solo sea mental, por los difuntos, y aplicada solamente a las almas del purgatorio, del día 1 al 8 de noviembre, tiene indulgencia plenaria.

Otras prácticas como son la mortaja, el velatorio, el entierro o cremación, y el luto, son costumbres determinadas por la cultura y la sociedad, que llevadas a cabo con un sentido religioso y esclareciéndolas a la luz de la fe, la Iglesia favorece por enriquecer a la vida cristiana.
Autor: P. Clemente González

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