martes, 3 de noviembre de 2009

BULIMIA CONSUMISTA


El hábito de comprar está dentro de los parámetros de normalidad hasta cierto punto. Pero la compulsión puede convertirla en una conducta patológica cuyo fin es aliviar problemas y trastornos psicológicos.

En tiempos navideños, las compras se convierten en una actividad casi habitual de nuestra agenda. Nos dejamos llevar por el impulso de adquirir nuevos productos para regalar y autoregalarse. Este comportamiento, normal en determinados períodos, puede transformarse en una conducta patológica si se repite durante todo el año.

Se trata de los compradores compulsivos que llegan a disipar fortunas en su ansiedad continua por gastar, identificada con el deseo inconsciente de aliviar tensiones. La característica de esta enfermedad es que produce una excitación comparable a otras adicciones como al sexo, al juego, a la droga, etc. Claro, de la misma manera que éstas, se apaga pronto, incluso antes de llegar al hogar con las nuevas compras. Por eso, lo que menos importa es aquello que se adquiere, que suelen ser productos completamente inútiles o repetidos: una docena de polleras iguales en distintos tonos o media docena de carteras imposibles de combinar.

La sensación inmediata, luego de la efímera excitación primera, es la culpa o los remordimientos acentuados por las discusiones familiares provocadas por esos gastos irracionales. Frente a esta depresión, el único camino posible para el enfermo es un nuevo atracón consumista. Es decir, se trata de compradores insaciables que luego tienen necesidad de calmar su sentimiento de culpa con nuevas compras, de aliviar sus tensiones visitando un shopping. Esta patología suele compararse con la bulimia y con algún tipo de conducta adictiva: piromanía, cleptomanía o la adición al juego.

De todas maneras, por ejemplo, en el caso de la cleptomanía, no se trata de una conducta socialmente aprobada, está mejor visto comprar que robar. Por eso, no se suele dar demasiada importancia al consumo irracional, dado que en la sociedad todos somos consumidores, aunque, y vale la aclaración, no todos compulsivos.

El perfil típico del comprador compulsivo es una mujer, cerca de los 30 años, que ha desarrollado este hábito a fuerza de comprar ropa, zapatos, accesorios y productos de belleza. Los artículos que los compradores compulsivos adquieren con más frecuencia son ropa, zapatos, cosméticos, joyería, aparatos electrónicos, artículos coleccionables, antigüedades, equipos de sonido, discos, piezas de arte, autopartes y regalos.

La compra compulsiva se desarrolla por dos mecanismos: en unos casos este hábito inadecuado se adquiere básicamente a fuerza de repetir una conducta que en un principio resulta agradable y que luego se realiza de forma compulsiva, mientras que en otros esta conducta hay que entenderla predominantemente como una evasión, como una forma inadecuada de hacer frente a los problemas personales, por ejemplo, mejorar su autoestima o satisfacer necesidades emocionales.
Fuente: consultapsi.com

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