La cultura del carnaval: ¿cristianismo o paganismo?
Por: Gustavo Daniel D´Apice | Fuente: Gustavo Daniel D´Apice
Siempre las fiestas y expresiones del carnaval estuvieron ligadas a las
demostraciones culturales, populares y autóctonas de un pueblo o etnia, a su
idiosincrasia, con mezcla de imagen, color, sonido y movimiento, perfumes y
sabores.
LA ALEGRÍA LO IMPREGNA, JUNTO AL BUEN HUMOR Y A LA FRATERNIDAD REINANTE.
La virtud que regula las diversiones se llama la “eutrapelia”, palabra derivada
del griego, que quiere decir el justo medio en el divertirse, el saber gozar
sanamente, la mente y el corazón limpios para el sano esparcimiento y diversión
necesitados.
ES SABER GOZAR Y DIVERTIRSE.
Fiesta de creatividad en máscaras, disfraces, vestimenta, baile, música y
artistas de diversa índole, en la cual se da lugar a lo artesanal en la
confección de los vestidos, indumentarias, bastones, adornos, redoblantes,
instrumentos de cuerda, viento o percusión.
Plasmado muchas veces en cuadros y pinturas, fuente de inspiración de artistas
y escritores.
Está lejos del desorden y de las palabras y gestos groseros y soeces, o movimientos
y apariciones eróticas que rozan lo pornográfico.
Fiesta familiar donde van los abuelos, papás, hijos/as y nietos. Donde la
chaya, el papel picado, la nieve, hacen las delicias de grandes y chicos,
mientras algo se degusta y se ve el espectáculo.
No faltan lugares en que hay ponencias y videos, exposición de artes plásticas,
conferencias y grupos folclóricos y artísticos.
Pero ha ido deviniendo en descontrol y permisividad. Abuso de la no vestimenta,
lo lúdico se cambió por desnudez y chabacanería, y lo cultural por expresiones
que dejan mal parada la dignidad de las personas, principalmente de nuestras
niñas, adolescentes y jóvenes, atentando también contra el respeto hacia los
espectadores, que ya deben cuidarse sabiendo de antemano a qué clase de “diversión”
o “espectáculo” van.
El pudor y la modestia naturales parecen haber desaparecido en ciertos
intervinientes, incluso a veces en algunos espectadores exacerbados, que pueden
ser los padres, abuelos, hermanos de aquellas y aquellos que parecieran no
tener otro traje que el del Adán primitivo.
No tendría que ser el “reino del desorden”. Pareciera que retoma la etimología
de los bacanales romanos, orgías de vino, embriaguez y desenfreno, en que la “carne”
(carne-vale) lo vale todo, pero la carne en contraposición a la razón y el
espíritu, los tres componentes armónicos de cada ser humano.
La cuaresma como tiempo litúrgico católico, que generalmente viene después de
los carnavales, es un tiempo de preparación para la fiesta más grande del cristianismo,
la pascua o resurrección corporal de Jesús, de la cual todos participaremos con
nuestros propios cuerpos resucitados.
Por ello la cuaresma no trata de remediar los excesos de la carne “carnavalesca”,
sino para cuidar más y mejor la totalidad del ser humano, cuerpo (carne),
psiquis (razón) y espíritu, y para querer participar con un cuerpo sano, limpio
y puro, de la fiesta de la resurrección, sabiendo que estos mismos cuerpos
resucitarán, por lo que son nuestros compañeros de camino y debemos presentarlos
saludables, alineados, limpios, “elegantes”, ya que tienen tan digno fin.
Desde la misma razón natural esto se nos dicta, y cuando algo trágico sucede
comenzamos a hablar de los efectos trágicos de la droga, del alcohol, del
desenfreno de los “jóvenes” (y no tan jóvenes).
Muchas veces se da lo ridículo de una sociedad que se dice cristiana y en pleno
tiempo de cuaresma continúa con carnavales que poco tienen que ver con el
espíritu cristiano.
Recobremos los valores artísticos y culturales de los pueblos, etnias y grupos,
y pongámolos de manifiesto en estas fiestas populares para el beneficio,
educación y edificación de todos, principalmente quienes son los encargados de
la organización, que tienen que ser verdaderos educadores, los que tienen que dar
el perfil de lo que se pretende brindar, y tamizar, controlar, regular,
observar previamente, las expresiones que se pretenden volcar en la comunidad.
Gustavo Daniel D´Apice
Profesor de Filosofía
Pedagogo.
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