Son muchos los mensajes que intentan transmitir las canciones.
Por: José María Sosa | Fuente: New Fire
La música va de copiloto en el carro, ameniza las horas que me encuentro frente a una computadora y, a veces, me susurra ideas al oído que luego transcribo, convirtiéndolas en historias. Pero, lo cierto es que siempre -o casi siempre- está ahí.
Es versátil, pues se adapta perfectamente a cualquier situación. Por ende, varía sus estilos conforme lo deseen mis oídos. Desde un
jazz improvisado, pasando por un flamenco hondo y sentido, los clásicos
vallenatos, las denominadas llaneritas o el reggaeton, todos son parte de mi
playlist diario. Como verás, son muchos los mensajes que intentan transmitir
las canciones y puede que alguno de ellos se aloje en mis pensamientos durante
el día.
¡Comprobado!
Paola Bahamón, reconocida socióloga y poeta colombiana, dice:
“…la música en general es un objeto simbólico, pero aquellas
melodías con letra tienen una transmisión de discursos que son determinantes en
la conformación de la personalidad, la identidad, la memoria y la visión del
mundo que conforman los adolescentes y jóvenes…”
Ahora bien, ¿nuestros temas preferidos o las canciones que están de moda se reproducen solo en la mente? ¿Acaso pueden tocar también lo más profundo de nuestro ser?
DIME QUÉ ESCUCHAS Y TE DIRÉ QUIÉN ERES
Muchas
veces nos encontramos en la ducha repitiendo como loros la letra de una
canción, sin darnos cuenta de lo que realmente dice. Pareciera que pasamos por
alto -en el caso del reggaeton- su lenguaje obsceno y la degradación constante
hacia la mujer. Lo mismo ocurre con las frases de índole destructivo y violento
que ofrece, por ejemplo, el heavy metal. De esta manera, somos transmisores de
un mensaje que nos perjudica como individuos y al mismo tiempo, empobrece
nuestro lenguaje, limitando nuestra capacidad de raciocinio.
Por el
contrario, existen una infinidad de temas que denotan calidad en cada estrofa.
Letras que cuentan historias y voces que no se olvidan. Géneros como el jazz y el flamenco se conciben desde la necesidad del
artista por expresar sus sentimientos, transmitir pasiones, alegrías y
desventuras a través de su voz e instrumentos. Aquí,
la creatividad se hace presente, combinando sonidos y ritmos que dan forma a
una auténtica obra de arte. Se puede decir entonces, que aportan valor agregado
tanto al individuo como a la sociedad.
Lo que no
sabemos o no nos damos cuenta es que las canciones pueden influenciar nuestro
actuar y, en cierta forma, moldear el alma. Es decir, esta pasa a ser una
especie de cofre que atesora todo aquello que depositamos dentro. Por
consiguiente, deberíamos -sí, me incluyo- ampliar nuestro abanico musical y
educar los oídos con piezas que nos nutren culturalmente, que transmiten
armonía lírica y rítmica y que, en consecuencia, elevan el intelecto.
En mi
caso, suelo acompañar cada momento del día con un estilo de música en
particular. Por ejemplo: un buen flamenco para empezar la semana. Este se
caracteriza por transmitir fuerza y sentimiento y me brinda el empuje necesario
para arrancar a tope. A mitad de semana bajo un poco el tempo y el exquisito
jazz entra en escena. Así pues, suelo escuchar temas con gran profundidad
lírica que me inspiren a escribir historias (en este caso, las canciones de
Jorge Drexler son ideales). Llegado el fin de semana, el
vallenato y las llaneritas toman protagonismo, dando paso a música más
tranquila como el reggae.
¿Y dónde quedó el reggaeton?, te
preguntarás. Pues sí, admito que de vez en cuando se
cuela en mi lista. Incluso,
coincidiremos en que su ritmo es pegajoso y parece indispensable en las fiestas
que organizan nuestros amigos. Ahora bien, si sabes que su mensaje va en
contra de tus valores, no pierdas más el tiempo y escucha canciones que
realmente aporten algo a tu vida.
DICHO TODO ESTO, ME GUSTARÍA HACERTE UNA
PREGUNTA… ¿QUÉ ESCUCHA TU ALMA?
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