La Iglesia celebra entero el misterio de Cristo, desde su nacimiento hasta su última y definitiva venida.
Por: P. Antonio Rivero | Fuente: Catholic.net
SE LLAMA AÑO LITÚRGICO O AÑO
CRISTIANO AL TIEMPO QUE MEDIA ENTRE LAS PRIMERAS VÍSPERAS DE ADVIENTO Y LA HORA
NONA DE LA ÚLTIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, DURANTE EL CUAL LA IGLESIA
CELEBRA EL ENTERO MISTERIO DE CRISTO, DESDE SU NACIMIENTO HASTA SU ÚLTIMA Y
DEFINITIVA VENIDA, LLAMADA LA PARUSÍA.
Por
tanto, el año litúrgico es una realidad salvífica, es decir, recorriéndolo con
fe y amor, Dios sale a nuestro paso ofreciéndonos la salvación a través de su
Hijo Jesucristo, único Mediador entre Dios y los hombres.
En la carta apostólica del papa Juan Pablo II con motivo del cuadragésimo
aniversario de la constitución conciliar sobre la Sagrada Liturgia, del 4 de
diciembre de 2003, nos dice que el año litúrgico es “camino a
través del cual la Iglesia hace memoria del misterio pascual de Cristo y lo
revive”
(n.3).
EL AÑO LITÚRGICO TIENE DOS FUNCIONES O FINALIDADES:
a) Una finalidad catequética: quiere enseñarnos los varios misterios de
Cristo: Navidad, Epifanía, Muerte, Resurrección, Ascensión, etc. El año litúrgico
celebra el misterio de la salvación en las sucesivas etapas del misterio del
amor de Dios, cumplido en Cristo.
b) Una finalidad salvífica: es decir, en cada momento del año litúrgico se
nos otorga la gracia especifica de ese misterio que vivimos: la gracia de la esperanza cristiana y la conversión del
corazón para el Adviento; la gracia del gozo íntimo de la salvación en la
Navidad; la gracia de la penitencia y la conversión en la Cuaresma; el triunfo
de Cristo sobre el pecado y la muerte en la Pascua; el coraje y la valentía el
día de Pentecostés para salir a evangelizar, la gracia de la esperanza serena,
de la honestidad en la vida de cada día y la donación al prójimo en el Tiempo
Ordinario, etc. Nos apropiamos los frutos que nos trae aquí y ahora Cristo
para nuestra salvación y progreso en la santidad y nos prepara para su venida
gloriosa o Parusía.
En lenguaje más simple: el Año Litúrgico honra
religiosamente los aniversarios de los hechos históricos de nuestra salvación,
ofrecidos por Dios, para
actualizarlos y convertirlos, bajo la acción del Espíritu Santo, en fuente de
gracia divina, aliento y fuerza para nosotros:
EN NAVIDAD Se
conmemora el nacimiento de Jesús en la Iglesia, en el mundo y en nuestro
corazón, trayéndonos una vez más la salvación, la paz, el amor que trajo hace
más de dos mil años. Nos apropiamos de los mismos efectos salvíficos, en la fe
y desde la fe. Basta tener el alma bien limpia y purificada, como nos
recomendaba san Juan Bautista durante el Adviento.
EN LA PASCUA Se conmemora la pasión, muerte y resurrección de
Jesús, sacándonos de las tinieblas del pecado a la claridad de la luz. Y
nosotros mismos morimos junto con Él, para resucitar a una nueva vida, llena de
entusiasmo y gozo, de fe y confianza, comprometida en el apostolado.
EN PENTECOSTÉS Se conmemora la venida del Espíritu Santo, para
santificar, guiar y fortalecer a su Iglesia y a cada uno de nosotros. Vuelva a
renovar en nosotros el ansia misionera y nos lanza a llevar el mensaje de
Cristo con la valentía y arrojo de los primeros apóstoles y discípulos de
Jesús.
Gracias al Año Litúrgico, las aguas de la redención nos cubren, nos limpian,
nos refrescan, nos sanan, nos curan, aquí y ahora. Continuamente nos estamos
bañando en las fuentes de la salvación. Y esto se logra a través de los
sacramentos. Es en ellos donde celebramos y actualizamos el misterio de Cristo.
Los sacramentos son los canales, a través de los cuales Dios nos da a sorber el
agua viva y refrescante de la salvación que brota del costado abierto de Cristo.
Podemos decir en verdad que cada día, cada semana, cada mes vienen santificados
con las celebraciones del Año Litúrgico. De esta manera los días y meses de un
cristiano no pueden ser tristes, monótonos, anodinos, como si no pasara nada.
Al contrario, cada día pasa la corriente de agua viva que mana del costado
abierto del Salvador. Quien se acerca y bebe, recibe la salvación y la vida
divina, y la alegría y el júbilo de la verdadera liberación interior.
EL AÑO LITÚRGICO, ¿CUÁNTOS CICLOS TIENE?
Tiene dos:
1. CICLO TEMPORAL
CRISTOLÓGICO: en torno a Cristo.
2. CICLO SANTORAL: dedicado a la
Virgen y los santos.
A SU VEZ, EL
CICLO TEMPORAL CRISTOLÓGICO TIENE DOS CICLOS:
2. EL CICLO PASCUAL, que se inicia con el miércoles de
ceniza, Cuaresma, Semana Santa, Triduo Pascual y culmina con el domingo de
Pentecostés.
EL CICLO DE NAVIDAD: COMIENZA A FINALES DE NOVIEMBRE O
PRINCIPIO DE DICIEMBRE, Y COMPRENDE: ADVIENTO, NAVIDAD, EPIFANÍA.
A) ADVIENTO: tiempo de alegre espera, pues llega el Señor.
Las grandes figuras del Adviento son: Isaías, Juan el Bautista y María. Isaías
nos llena de esperanza en la venida de Cristo, que nos traerá la paz y la
salvación. San Juan Bautista nos invita a la penitencia y al cambio de vida
para poder recibir en el alma, ya purificada y limpia, al Salvador. Y María,
que espera, prepara y realiza el Adviento, y es para nosotros ejemplo de esa
fe, esperanza y disponibilidad al plan de Dios en la vida. En el hemisferio sur
sintoniza bien el Adviento, pues el trabajador espera el aguinaldo, el
estudiante espera los buenos resultados de su año escolar, la familia espera
las vacaciones, el comerciante espera el balance, todos esperamos el año
nuevo... es tiempo y mes de espera. Y además, estamos en pleno mes de María. ¿Qué color se usa en el Adviento? Morado, color
austero, contenido, que invita a la reflexión y a la meditación del misterio
que celebraremos en la Navidad. No se dice ni se canta el Gloria, estamos en
expectación, no en tiempo de júbilo. Durante el Adviento se confecciona una
corona de Adviento; corona de ramos de pino, símbolo de vida, con cuatro velas
(los cuatro domingos de Adviento), que simbolizan nuestro caminar hacia el
pesebre, donde está la Luz, que es Cristo; indica también nuestro crecimiento
en la fe, luz de nuestros corazones; y con la luz crece la alegría y el calor
por la venida de Cristo, Luz y Amor.
B) NAVIDAD: comienza
el 24 de diciembre en la noche, con la misa de Gallo y dura hasta el Bautismo
de Jesús inclusive. En Navidad todo es alegría, júbilo; por eso el color que
usa el sacerdote es el blanco o dorado, de fiesta y de alegría. Jesús niño
sonríe y bendice a la humanidad, y conmueve a los Reyes y a las naciones. Sin
embargo, ya desde su nacimiento, Jesús está marcado por la cruz, pues es
perseguido; Herodes manda matar a los niños inocentes, la familia de Jesús
tiene que huir a Egipto. Pero Él sigue siendo la luz verdadera que ilumina a
todo hombre.
C) EPIFANÍA: el día de
Reyes es la fiesta de la manifestación y revelación de Dios como luz de todos
los pueblos, en la persona de esos reyes de Oriente. Cristo ha venido para
todos: Oriente y Occidente, Norte y Sur, Este y
Oeste; pobres y ricos; adultos y niños; enfermos y sanos, sabios e ignorantes.
EL CICLO PASCUAL COMPRENDE CUARESMA, SEMANA SANTA,
TRIDUO PASCUAL, Y TIEMPO PASCUAL.
A) CUARESMA: es tiempo de conversión, de oración, de penitencia y de limosna. No se dice ni se canta el Gloria ni el Aleluya. Estos himnos de alegría quedan guardados en el corazón para el tiempo pascual. Se aconseja rezar el Via Crucis cada día o, al menos, los viernes, para unirnos a la pasión del Señor y en reparación de los pecados.
B) SEMANA SANTA Y TRIDUO PASCUAL: tiempo
para acompañar y unirnos a Cristo sufriente que sube a Jerusalén para ser
condenado y morir por nosotros. Es tiempo para leer la pasión de Cristo,
descrita por los Evangelios, y así ir sintonizando con los mismos sentimientos
de Cristo Jesús, adentrarnos en su corazón y acompañarle en su dolor,
pidiéndole perdón por nuestros pecados. Estos días no son días para ir a playas
ni a diversiones mundanas. Es una Semana Santa para vivirla en nuestras
iglesias, junto a la comunidad cristiana, participando de los oficios divinos,
rezando y meditando los misterios de nuestra salvación: Cristo sufre, padece y
muere por nosotros para salvarnos y reconciliarnos con su Padre y así ganarnos
el cielo que estaba cerrado, por culpa del pecado, de nuestro pecado.
C) TIEMPO PASCUAL: tiempo
para celebrar con gozo y alegría profunda la resurrección y el tiempo del
Señor. Es la victoria de Cristo sobre la muerte, el odio, el pecado. Dura siete
semanas; dentro de este tiempo se celebra la Ascensión, donde regresa Cristo a
la casa del Padre, para dar cuenta de su misión cumplida y recibir del Padre el
premio de su fidelidad. En Pentecostés, la Iglesia sale y se hace misionera,
llevando el mensaje de Cristo por todo el mundo.
EL CICLO SANTORAL ESTÁ DEDICADO A LA VIRGEN Y A LOS
SANTOS:
Cada uno de los Santos es una obra maestra de la gracia del Espíritu Santo. Así
dijo el papa Juan XXIII en la alocución del 5 de junio de 1960. Por eso,
celebrar a un santo es celebrar el poder y el amor de Dios, manifestados en esa
creatura.
Los santos ya consiguieron lo que nosotros deseamos. Este culto es grato a Dios,
pues reconocemos lo que Él ha hecho con estos hombres y mujeres que se
prestaron a su gracia. “Los santos, –dirá
san Atanasio- mientras vivían en este mundo,
estaban siempre alegres, como si siempre estuvieran celebrando la Pascua” (Carta
14).
Este culto también es útil a nosotros, pues serán intercesores nuestros en el
cielo, para implorar los beneficios de Dios por Cristo. Son bienhechores,
amigos y coherederos del Cielo. Así lo expresó san Bernardo: “Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les
añade nada nuestra devoción. La veneración de su memoria redunda en provecho
nuestro, no suyo. Por lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos,
se enciende en mí un fuerte deseo” (Sermón 2).
Tenemos que venerarlos, amarlos y agradecer a Dios lo que por ellos nos viene
de Dios. Son para nosotros modelos a imitar. Si ellos han podido, ¿por qué nosotros no vamos a poder, con la ayuda de Dios?
Sobre todos los santos sobresale la Virgen, a quien tenemos que honrar con
culto de especial veneración, por ser la Madre de Dios. Ella es la que mejor ha
imitado a su Hijo Jesucristo. Además, Cristo, antes de morir en la cruz, nos la
ha regalado como Madre.
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