APORTAR SENTIDO COMÚN Y DE LAS PROPORCIONES A UNA CULTURA INSACIABLE Y ACELERADA: DIOS AYUDA
Higinio Marín, rector de la Universidad CEU
Cardenal Herrera en Valencia -
¿Y si en la raíz de los
problemas de salud mental hubiera causas que van más
allá de lo psíquico?
Es la tesis de Higinio Marín, rector de la Universidad CEU Cardenal Herrera,
profesor de Filosofía y autor de obras como Teoría de la cordura y de los
hábitos del corazón, que en esta entrevista para la
revista La Antorcha aborda
temas como la psicologización de la vida, la morfología del deseo o la
necesidad de hacer promesas incondicionales.
-
EN ALGUNA OCASIÓN HA DICHO QUE LA SALUD MENTAL ES “UN ÁREA DE COMBATE
IDEOLÓGICO”. ¿EN QUÉ SENTIDO?
- Hoy entendemos por enfermedad
la ausencia recurrente de bienestar. Entonces, cuando hay cierta insatisfacción
personal con la vida de uno —o con el trabajo, o las relaciones— enseguida tendemos a tratar esa situación como una patología. Tendemos
a reducir la existencia y su trama a los desórdenes o dolencias psicológicas
que las acompañan. Si alguien se muere, nos parece que hay que gestionar las
etapas del duelo… Bueno, pero quizá hay que hacer algo más, ¿no?
»Es una sociedad muy superficial, que atiende de forma muy solícita a los
síntomas, pero esquiva las causas. Es un debate científico, pero también moral
y político. Un ejemplo: por supuesto que hay
que cuidar a los niños cuando se producen separaciones… pero tal vez debamos
revisar si las políticas públicas deben fomentarlas o
plantear otras líneas de actuación.
- MIENTRAS,
ESPAÑA LIDERA RÁNKINGS MUNDIALES EN CONSUMO DE ANSIOLÍTICOS Y SEDANTES…
- Y de cirugía estética, y de caída de nacimientos, y
de aprobación de leyes
en contra de la vida… Creo
que la correlación no es irrelevante. Los españoles nos aprestamos a las causas ideológicas
con el mismo entusiasmo con el que nos aprestábamos a las causas religiosas.
A mí me parece que todos estos psicofármacos son paliativos de una
dolencia que no se cura, cuyas causas no abordamos y cuyas raíces no alcanzamos
a entender.
-
¿TAL VEZ PORQUE LAS CAUSAS DEL MALESTAR SON ESPIRITUALES, Y NO FÍSICAS?
- Pienso que sí, y una de ellas
es la distorsión del deseo. Vivimos en un régimen de exacerbación del deseo
posesivo. La saturación de satisfacciones ha generado una morfología
del deseo obesa. Me recuerda
a Los zapatos rojos, el
cuento de Andersen: cuando deseamos con una intensidad desmedida —es decir, sin
un deseo más profundo que se oponga— quedamos poseídos por el objeto de nuestro
deseo. Por eso dice el sociólogo Anthony Giddens que a medida que han
ido cayendo las tradiciones —que
siempre conllevaban una alternancia de momentos de satisfacción y de privación
voluntaria— han ido creciendo las adicciones.
-
¿CÓMO PODEMOS MODERAR ESTE DESEO DE POSEER?
- Desde sí y por sí no es
posible. La forma de moderarlo es entender que los seres humanos tenemos otra
forma de deseo más decisiva y capaz de dinamizar la existencia: el deseo comunicativo. El ejemplo más
elemental es cuando te cuentan un
chiste y sientes la necesidad de contárselo a otros: todos los bienes desencadenan esa dinámica expansiva.
El deseo comunicativo no nace de una carencia, sino de una posesión, pero que
no está privada. Cuanto más se participa, más perfectamente se posee. Por
ejemplo, el deseo sexual se reproporcionaliza al vincularse con
la pasión interior de la intimidad comunicante. Ahí se produce el milagro de la castidad cristiana.
-
EN SU LIBRO TEORÍA DE LA CORDURA Y DE LOS HÁBITOS DEL CORAZÓN PLANTEA QUE LA
“LOCURA” ES UN CONCEPTO SOCIAL.
- Sí, pero hay palabras que no se
dejan domesticar, como “cordura”, que viene del
término latino cor, cordis (“corazón”). Tener cordura es tener corazón,
y el ejercicio propio de este es recordar —que también incluye cor, cordis en
su etimología; regresar las
cosas al corazón. Recuerda quien no deja caer en el olvido lo
sustancial de la existencia, como Penélope en la Odisea o
la Virgen
María, de quien
se dice en el Evangelio que guardaba todo “en su corazón”. Recordar es una forma de adensar la
existencia y la interioridad: guardar las palabras
escuchadas, las palabras dichas… Hacer promesas
incondicionales es un acto
que abre y consolida una morfología interior en la que los afectos se adensan y
son muy relevantes, pero no decisivos.
-
COMO EL MATRIMONIO, AUNQUE HOY EN DÍA MUCHOS LO VEN —PRECISAMENTE— COMO UNA
LOCURA...
- Eso es muy interesante, porque nadie en su sano juicio haría una promesa como
la matrimonial. Es
decir, ¿de verdad puedes prometer un vínculo
incondicional? ¿Ocurra lo que ocurra, en la pobreza y en la riqueza, en la
enfermedad y la deformidad…? Es una promesa que expresa un anhelo
originario del corazón humano, y al hacerla con la pretensión de darle
cumplimiento uno sabe que por sí mismo no será capaz, y que está apelando a un poder más grande que el suyo.
»Por eso casarse en una iglesia es el movimiento espontáneo y razonable
para los que hacen esa promesa. Vamos a un lugar sagrado a
invocar auxilio para un
anhelo del corazón que sospechamos que nos haría felices de poder darle
cumplimiento.
Esta entrevista en papel se
publicó originalmente en la revista La Antorcha, una
publicación gratuita editada por la Asociación Católica de Propagandistas
(ACdP) que ofrece una mirada cristiana sobre la realidad.
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