Esta
es una reflexión del Padre Justo A. Lofeudo, amigo de Conchita y seguidor de
Garabandal, además de ser un promotor mundial de las Capillas de Adoración
Perpetua. Os recomiendo su atenta lectura.
“Este mundo apóstata solo podemos cambiarlo con la adoración.”
“Garabandal gira en torno a la Eucaristía, a la que «cada vez se le da
menos importancia»”.
Lo
importante no es adivinar fechas sino vivir los Mensajes.
Eso es lo
que importa y no estar pendientes de fechas.
Tenemos
que dejar de pensar en cuándo será el Aviso, que seguro vendrá y será un acto
de la misericordia divina.
Démonos
en cambio por avisados y permanezcamos alerta que lo urgente es convertirse el
día de hoy – porque de este hoy, de lo que hagamos o dejemos de hacer, depende
nuestra eternidad – y no imaginar cómo será el mañana. “Así
que no os preocupéis del mañana, el mañana se preocupará de sí mismo. A cada
día le basta su pena” (Mt 6,34).
En el
núcleo de los Mensajes y hechos de Garabandal está la Eucaristía. Es la
Eucaristía a la que debemos honrar y guardar la máxima devoción y respeto
porque es la misma Persona de Cristo. Darle la importancia a la que nos llama
la Virgen significa que debe estar en el centro de nuestra vida espiritual y
ser celebrada y participada con dignidad y unción.
Los
Mensajes son una unidad en la que todo tiene que ver con todo. Así, la devoción
y el respeto a la Eucaristía exige también la purificación del corazón, la
reconciliación con Dios que supone también la reconciliación con el hermano, a
quien se le ha perdonado las ofensas o reparado el mal contra él cometido. Es
de un corazón así que la oración es escuchada y que es posible meditar con
frutos la Pasión del Señor, a la que nos exhorta al final la Santísima Virgen.
Meditarla también nos llevará a abandonarnos en Él, sin temor ni especulación
alguna.
Juan Cruañes
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