miércoles, 3 de enero de 2024

EL GRAN CAPITÁN

 Tenía nueve años, vivía curtido en dichos y pensamientos de los viejos, quienes aducían que si hasta los 40 años no hacías fortuna ¡ya estabas condenado a morir pobre!

 Era tal la preocupación de mi parte que empecé a trabajar muy joven, para que esto no me pasara. Mi primera empresa fue lustrar zapatos a los bolicheros (hombres del momento) dado el boom de la pesca en los años de 1960, pero vino el verano y con ello la veda de anchoveta. Tuve que girar y vender “marcianos” (chupetes de hielo), pero la competencia era fuerte y se vendía poco, había muchos vendedores y tenía que caminar mucho. Fue así que caminando por la playa "Paraíso” divisé a lo lejos un grupo de gente rodeando una embarcación varada por el mar. Al acercarme comprobé que eran trabajadores que trataban de poner la bolichera sobre ruedas y poder llevarla al astillero a reparar.

La oruga que jalaba la embarcación tenía el logotipo: "Kurt Lenke, Salvataje" empresa maniobrista de rescates, famosa por aquella época.

Todos se acercaron a mí tratando coger mis helados, dado su sediento estado, pero todos querían fiado hasta el sábado, día que cobraban, a lo cual me negué, pero se veían tan mal y sedientos que dejé toda la caja a crédito; y con mucho miedo que no me pagaran.

En plena negociación se apareció un lujoso auto "Pontiac GTO" descapotable, de donde bajó un hombre alto de cabello negro ensortijado y con palidez mortecina, al cual todos llamaban "Don Lucho". Luego de conversar con '"Kurt Lenke" se dirigió a la gente y les comunicó que el sábado estaría con el remolque que llevaría la embarcación al puerto del Callao.

Luego me miró fijamente y me dijo: ¡Oye zambito! ¿qué vendes? ¡Helados señor, respondí!, él replicó: ¿quieres ganar plata? -A lo que respondí con un movimiento de cabeza y continuó: "Entonces quiero que esta gente no tenga sed toda la semana y tú los vas a mantener así".

¿Aceptas el reto? -Yo que moría por ser rico ¡acepté! Cuando vi que cogiendo su billetera, sacó un billete de 10 libras (cien soles de la época) y acordaba: el sábado arreglamos, ¡no falles, ok! -¡Y acepté! ¡Él era don “Luis Banchero Rossi"! Entusiasmado cogí las 10 libras, corrí al mercado y compré un balde de porcelana.

Media bolsa de limón azúcar, hielo en bloque, etc. y como gran empresario contraté un chacal (ayudante que me ayudaría a llevar el agua). Trabajamos toda la semana, logrando calmar la sed de los trabajadores y llegó el día sábado con la bolichera a un lado de la carretera, lista para ser remolcada a un astillero del Callao. Don Lucho se demoraba, iban a dar las 5 y no aparecía, todos se inquietaban, pues él traía el pago. Fue entonces que bordeando las 06:00 pm, se apareció don Lucho, en su Pontiac GTO descapotable con una bella mujer a su diestra. Bajó y abriendo la maletera retiró un sucio saco de harina Blanca Flor de Santa Rosa (perdón por el cherry) lleno de billetes y dijo: ¡Kurt… ahí está tu pago y el de la gente! Yo nunca había visto tanto dinero junto. Tras él llegó el remolque que enganchó la bolichera y lentamente comenzó su camino.

Sentí que me ignoraba, pues subió a su auto sin contemplarme a mí que lo miraba con mis baldes de limonada en mis manos… Luego de sonreír malévolamente, me miró y dijo: ¿y tú, zambito, qué quieres? ¿pago? Luego sacó su billetera y cogió un billete de cincuenta libras (500 soles) a la vez que decía: ¡Te lo has ganado! ahora falta la de Kurt y llamando a “Kurt Lenke" le dijo: ¡Kurt, la tuya para el aguatero! -Este respondió con su dejo polaco y me dio 15 libras (150 soles). ¡Jamás había tenido tanta plata en mis manos, era un sueño! Don Lucho, se retiró en su vehículo, no sin antes tocar mi cabeza a modo de despedida y se alejó con el rojo atardecer caletero.

Ese día fue especial, con la emoción dejé los baldes y corrí al mercado entre la calle La Merced y Adán Acevedo, y compré un inmenso lenguado que llevé a casa sin envolver para que vean en el barrio que hoy comeríamos pescado fino los que siempre comíamos “machete”… Y esa noche se comió pescado fino en nuestra pobre mesa ¡hasta saciarnos!

Cinco años después, ya trabajando en Lima, un primero de enero los periódicos parametrados informaban del asesinato de Luis Banchero Rossi, por su jardinero con sólo un cuchillo de cocina. Él era maestro armero, cinturón negro, medía casi dos metros, especialista en lucha greco romana y lo mató un adefesio de 1.55 de estatura, ¿raro no?... ¡militares hdp! Se tejieron muchas hipótesis, pero esa es otra historia.

Por: Darío Pimentel Delgado (2018).

Alejandro Smith Bisso

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