EL P. Francisco “Patxi” Bronchalo, sacerdote de la Diócesis de Getafe (España), compartió el dramático testimonio de un joven, “Felipe”, y el sufrimiento que pasó al intentar “cambiar” de sexo.
En un hilo publicado en su cuenta de Twitter, el sacerdote compartió un
reciente discurso de Irene Montero, ministra de Igualdad del gobierno social
comunista español, en el que la política de izquierdas dice que “los niños, niñas y niñes (sic) tienen derecho a ser felices y a saber que pueden
ser quienes son sin sufrir discriminación”.
Montero defendía así su proyecto de “Ley
Trans”, que busca que las personas puedan tener una “libre determinación de género” sin requerir un
informe médico o someterse a un tratamiento hormonal. Además, de ser aprobado,
permitiría que los menores desde los 16 años se sometan a un cambio de sexo sin
consentimiento de sus padres.
Hace un par de años conocía Felipe. El nombre es ficticio, para
preservar su intimidad.
Resulta que Felipe ya no quiero a ser Felipe, quería que le llamáramos Sara. Estaba convencido de que era una chica, atraída en el cuerpo de un chico.
— Patxi Bronchalo ن (@PatxiBronchalo) October 6, 2022
A raíz de ese mensaje, el P. Bronchalo advirtió del peligro de este tipo
de discursos, y recordó que “hace un par de años
conocí a Felipe. El nombre es ficticio, para preservar su intimidad”.
“Felipe”, dijo el
sacerdote comenzó a pedir “que le llamáramos Sara”, pues “estaba convencido” de que era una mujer atrapada
en el cuerpo de un varón.
El sacerdote español dijo que “la infancia
de Felipe no fue nada fácil. Su padre era un hombre muy sencillo, y estuvo muy
ausente en el acompañamiento de la educación de su hijo”.
“Su madre trabajaba muchísimo para sacar adelante a
Felipe y sus 4 hermanos, no decía nada ni llevaba la contraria a su marido”, continuó.
“Además Felipe era un niño muy tímido. En el
colegio y el instituto los demás decían que era raro. Se metían con él y
siempre estaba solo, no tenía amigos”.
“Y ya sabéis lo que hace el bullying: los
chicos llegan a creerse las mentiras que les dicen, llegan a pensar que no
valen”, lamentó.
El P. Bronchalo indicó que cuando Felipe “contaba
esto en casa”, la respuesta de su padre era que “eso
se lo decían porque era un flojo, y le regañaba en vez de defenderle”.
“Imaginaros cómo estaba la autoestima de Felipe.
Vivía con miedo a ir al instituto y con más miedo aún a ir a casa”.
El sacerdote dijo que “cuando Felipe
tenía 15 años dos personas fueron a su instituto público a dar una charla. Eran
una mujer y un hombre transexual”.
“De lo que iba la charla os lo podéis imaginar.
Ideología de género a tope. Que si una cosa es el sexo biológico y otra el que
uno elige… Que llegada la edad que tenían ellos tenían que elegir lo que
querían ser, porque el género lo construimos nosotros”.
“Dijeron también que muchos adolescentes como ellos
sufrían mucho y no sabían por qué, y que la causa era que no vivían el género
que realmente eran”, señaló.
El sacerdote español dijo que esa charla “marcó
mucho a Felipe”, quien “empezó a pensar que
la fuente de sus sufrimientos no eran los problemas en casa y en el instituto,
sino que era una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre”.
“Felipe estaba desesperado y se aferraba a esta
idea como a un clavo ardiendo. Lo único que quería era parar de sufrir, y ante
estas ideas que les habían metido en clase sentía que podía escapar de sus
problemas”.
Con este convencimiento, Felipe “empezó a leer acerca de
ideología de género en internet. Se
pasaba las tardes enteras encerrado en su cuarto con el ordenador, sin que sus
padres supieran que hacía”.
“Empezó a frecuentar foros de chicos y chicas en su
misma situación”. Uno de estos jóvenes, a quienes llegó a considerar amigos,
“le dijo que cuando tuviera 18 años podría hormonarse y comenzar el proceso de
cambio de sexo”.
Esos ambientes, dijo el sacerdote, eran “ideologizados”,
y llevaron a que Felipe se radicalizara y empezara “a tratar muy mal a sus padres y hermanos”.
“Él decía que estaba mejor, que ahora le
entendían, pero la realidad es que estaba más triste, más enfadado, trataba
peor a todo el mundo, se pasaba el día
sin hablar en casa”.
Luego comenzó a pedir que le llamen Sara y a
vestirse como mujer. El día que cumplió 18 años “fue al médico para pedir que
quería comenzar con su proceso de tomar hormonas”.
“El proceso no fue rápido ni inmediato, pero
después de varias pruebas y análisis comenzó a tomar hormonas femeninas”, dijo el sacerdote.
“Lo que vino durante este proceso fue una profunda
depresión y muchos problemas de ansiedad y de sueño. Se volvió más irritable
conforme avanzaba el proceso”, continuó.
Para el P. Bronchalo “la historia de
qué le hizo dar marcha atrás es hermosa. Las lágrimas y el amor de su madre en un momento en el
que, empezado el proceso, se sentía peor que nunca. Sus dudas comenzaron, su
madre tenía razón. Estaba peor que al principio”.
“Felipe aceptó ir a ver a un médico que le escuchó
su historia entre lágrimas. Comprendió cómo había sido víctima de una ideología
que le había convencido y mentido diciéndole que la causa de sus problemas era
que no era un hombre”.
Felipe descubrió, indicó el sacerdote español, que “hormonarse
no era más que una huida hacia adelante de los problemas que le estaban
destrozando en su familia y en el
instituto. Su corazón necesitaba cariño y se fue hacia quien aparentemente se
lo dio”.
“Felipe mismo me decía que toda la gente que conoció esos años tenía
problemas como los suyos, y más. Heridas muy profundas. Allí no había amistad,
solo vidas rotas que eran manipuladas por una ideología perversa para los
jóvenes”.
Tras esto, Felipe detuvo su tratamiento hormonal y “su situación pudo ser reversible”.
“Gracias a Dios pudo empezar a tratar las
heridas con su familia de verdad, y a ir a una terapia con su padre en la que aún hoy sigue y que le
está ayudando”, relató.
El P. Bronchalo dijo que actualmente Felipe “se
dedica a acompañar a otros jóvenes en su misma situación y con sus mismos
sufrimientos”.
“Conoce bien ese mundo y puede ayudar a que otros
chicos y chicas no caigan en las redes de una ideología que se aprovecha de sus
heridas para captarles”, dijo.
“La misma ideología que está detrás de leyes como
esta que se quiere aprobar en España. Una visión del hombre y de la mujer que
no es humana. Hay mucho sufrimiento detrás, ya lo veis, pero no te lo cuentan
ni te lo van a contar”, lamentó.
El sacerdote español precisó que “no me
invento nada. La historia de Felipe es totalmente cierta”.
“Conozco otras similares, de jóvenes afectados, y
de padres que han perdido a sus hijos pues estos no quieren saber nada de
ellos. No es invención, es lo que he visto”, aseguró.
“Y creo que ante estas leyes que vienen, en
honor a la verdad, hay que contarlo todo y hay que hablar de esto sin miedo”,
expresó.
POR DAVID RAMOS | ACI Prensa
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