«MI HIJA ME ODIABA COMO EL DROGADICTO ODIA A QUIEN LE IMPIDE DROGARSE»: HAY QUE SER FIRME
Una joven que se deshace... la ideología trans, como las drogas y las
sectas, se aprovechan de la identidad vulnerable de los adolescentes
Desde que nació, a la hija de
Charlie Jacobs le gustaba el
color rosa, se ponía vestidos y se metía en el armario a
probarse los tacones de su madre. Pero a los 12 años, unas charlas para jóvenes
en el colegio y las redes sociales la
introdujeron y ataron al movimiento transgénero.
Charlie Jacobs -pseudónimo de una
norteamericana, madre de dos adolescentes- ha querido explicar con
detalle en The Daily Signal cómo la ideología de género, reforzada y radicalizada desde
Internet, funcionó en
su hija como una secta destructiva, o como una adicción.
Charlie, como madre, luchó por
rescatarla, a menudo teniendo en contra al colegio, costándole encontrar ayuda
terapéutica. Con perseverancia incansable de madre, logró grandes mejoras.
Su relato se titula: "Lo que he aprendido rescatando a mi hija de su
fantasía transgénero".
PRIMERA
ADOLESCENCIA: ROPAS AMPLIAS
Todo empezó al llegar la adolescencia,
al asumir su cuerpo las curvas de la feminidad. "A
medida que su cuerpo maduraba empezó a evitar cualquier ropa que acentuara
su figura".
A la madre no le preocupó al
principio que la chica usara siempre ropa ancha, porque también ella, de
adolescente, había hecho lo mismo.
"Luego mi
hija se sumergió en el anime [dibujos animados japoneses] y el cosplay [disfraces
elaborados] vistiéndose como personajes fantásticos, y yo la
animé por su lado creativo", explica.
Su hija tiene una vertiente artística y creativa muy grande, y por lo general
es bueno apoyar algo así.
La madre descubrió tiempo después
que en los ambientes de aficionados al anime y el cosplay hay una cantidad desproporcionada de activistas de ideología de género, militantes
y seductores.
El otro punto de "contagio" fue una charla en la
escuela... ¡a pesar de que era un centro católico!
"Durante aquel
tiempo, en la escuela -que era católica- mi hija pasó por Teen Talk, un programa con
base en Manitoba, Canadá, que dice que enseña a los jóvenes información
detallada y 'sin prejuicios' sobre sexualidad, salud reproductiva o el uso de
sustancias", explica.
"Llegó a casa
con un lenguaje completamente nuevo. Ella y todas sus amigas se definieron
entonces como lesbianas, pansexuales e incluso poliamorosas.
Ninguna de las cinco eligió lo que el programa llamaba 'básico', ser
heterosexual".
INTENTANDO
PARECER UN NIÑO, DESCENDIÓ A LA IRA
Su madre comenzó a preocuparse
por el cambio que veía en su hija. La chica se distanció de
amistades anteriores. Pasaba horas en las redes sociales a través de cuentas falsas que su
madre desconocía, mientras la engañaba mostrándole cuentas inocuas en Internet.
Cuando tenía 13 años, madre e
hija fueron a una convención de anime en California. Allí la muchacha conoció a
una chica de 16 años, mucho más madura.
"Esa chica
hipnotizó a mi hija con su personalidad. Después de la convención, se
cortó el pelo como un chico, dejó de depilarse y empezó a pedir
ropa interior de niño", recuerda Jacobs.
Esa chica sería, en persona o a
través de Internet, la que introduciría e impulsaría más profundamente a la
muchacha en el entorno transgénero. "Más tarde supe que había abusado sexualmente [molested,
en inglés] de mi hija", relata.
La preocupada madre
quedó sorprendida ante la promoción de la ideología transgénero en la escuela
de su hija, incluso siendo un centro católico [foto referencial]
EL
INFIERNO EN REDES: FETICHISMO, PEDOFILIA, DROGAS Y PORNO
La niña se puso "irreconocible". "Su personalidad
descendió a la ira, comenzó a
hacer vídeos groseros en TikTok, empezó a hablar mal y rompió todas
las reglas familiares".
No había cumplido los 15 años
cuando anunció que se consideraba transgénero.
"Después comenzó
a amenazar con suicidarse y se hundió en una profunda
depresión", relata la madre.
Angustiada, consiguió las
contraseñas de las redes sociales de su hija y quedó impresionada por lo que
vio. "Su amiga de la convención de anime le
había enviado un vídeo masturbándose, hablaban de fetichismo sexual, incesto y
pedofilia y las chicas mayores enseñaban a las más
pequeñas como vender a hombres fotos de ellas desnudas y así ganar
un buen dinero", comenta.
Entre otras conversaciones,
encontró que las propias chicas hablaban sobre qué efecto
causaba cada droga o extirparse los pechos. Enviaban mensajes a la chica
animándola a 'patear la cabeza' de su madre por 'tránsfoba'.
Muchos jóvenes son
víctimas del engaño de la ideología transgénero motivados por una actividad
compulsiva en redes sociales, con efectos que pueden ser irreversibles.
COMO
CON UN ADICTO: NI MÓVIL, NI INTERNET, NI TWITTER
La decisión de Charlie Jacobs,
como madre, fue radical e inmediata. "Cogí su
teléfono, eliminé todas las redes sociales (YouTube, Instagram,
Twitter…) y contactos y le bloqueé la capacidad de acceder a internet. Eliminé YouTube de la televisión, tiré todos sus disfraces e
involucré a la policía por la pornografía", enumera. "Le advertí de que si alguien le enviaba
pornografía, no dudaría en denunciarlo a la ley".
"[Mi hija] me
odiaba como un adicto odia a la persona que impide que se drogue, pero me mantuve firme a pesar de sus excesos y abusos
verbales", relata Jacobs.
Tuvo que pasar por siete profesionales de la salud mental para que solo uno estuviese dispuesto a analizar el asunto, la
repentina identidad transgénero de la joven.
Desde entonces la madre dedicó su vida por entero a investigar el tema trans y a tratar de recuperar el vínculo con
su hija. Y ha logrado avances.
SU
RECETA, MUCHA COMPRENSIÓN Y FIRMEZA EN LA VERDAD
"Tras un año y
medio infernal, está volviendo a su ser: una hija hermosa, artística, amable y cariñosa",
explica aliviada, antes de enumerar su "receta" para aliviar la disforia de
género de la adolescente.
"Después de un
breve tiempo en que cometimos el error de usar el nombre masculino, nuestra
familia y todos los adultos en la vida de mi hija solo usamos su nombre de
nacimiento y los pronombres correspondientes", relata.
"No
permitimos la 'transición social', aunque no pudimos controlar su colegio", añade. "Una escuela católica que,
increíblemente, se negó a seguir nuestra decisión", denuncia.
La madre también comenzó a
acercar a su hija historias de mujeres trans que
se arrepentían de su transición. Dejó libros de Abigail Shrier y Susan Evans por
toda la casa para que los leyese.
También recurrió a los consejos
del podcast Partners for Ethical Care y del libro de una co-fundadora de este
grupo, Maria Keffler: "Desist,
Detrans & Detox: Getting Your Child Out of the Gender
Cult” (Desistir, destransicionar, desintoxicar: sacar
a tu hijo de la secta de género).
En "Un daño
irreversible", Abigail Shrier muestra como la imposición de
la ideología de género está haciendo un "daño irreversible"
a las chicas adolescentes y jóvenes multiplicando los casos de disforia de
género.
En inglés, Maria
Keffler habla de su libro "Desist, detrans, detox": para "sacar
a tu hijo de la secta de género"
Esta madre explica su empeño así:
"Me dediqué por entero a recuperar la estrecha relación que mi hija y yo
habíamos tenido. Tuve que morderme la lengua y responder a su
ira con amor o alejándome cuando sabía que no podría responder
así".
"Me acerqué a
ella en momentos vulnerables, la abracé, me puse a su lado en su
cama. Dejé de mirarla como su fuera una víctima y le
hice saber que nunca dejaría de luchar por ella", añade.
"Al mismo
tiempo, dejé que viese los carteles de las protestas a las que yo asistía, le
acribillé con preguntas que demostraban la ausencia de lógica en la ideología
de género, incluso ponía memes divertidos, críticos contra el género, cuando
entraba en mi oficina".
Lo más importante, insiste "es
que me mantuve firme. Me negué a
aceptar su engaño con compasión".
"Sé que he
de continuar con tenacidad ya que la ideología de género repta
por cada aspecto de la vida, pero por ahora puedo dar ya un suspiro de
alivio", concluye esta madre valiente y firme.
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