Catequesis en la audiencia general
En la primera
audiencia general de Adviento, el papa Francisco siguió adelante con sus
catequesis sobre San José. En esta ocasión eligió profundizar en su condición
de «justo» y «desposado con María», y dio un mensaje para los novios
cristianos.
(Aica/InfoCatólica) A las ocho mil personas
presentes en el Aula Pablo VI, el Papa explicó que «justo
frente
a unas circunstancias de la vida, que en un principio nos parecen dramáticas,
se esconde una Providencia que con el tiempo toma forma e ilumina
con sentido incluso el dolor que nos ha golpeado».
En cuanto a José, «el hecho de que antes de que se fueran a vivir juntos,
María se encontró embarazada -dijo- expuso a la Virgen a la acusación de
adulterio. Y esta falta, según la ley antigua, se castigaba con la lapidación».
«El Evangelio
dice que José era 'justo' precisamente porque estaba sujeto a la ley como
cualquier israelita piadoso. Pero en su interior el amor a María y la
confianza que tiene en ella sugieren un camino que salva la
observancia de la ley y el honor de la novia: decide entregarle la escritura de
divorcio en secreto, sin aspavientos, sin someterla a humillación pública.
Elige el camino de la confidencialidad, sin juicio ni recurso». Un comportamiento, comentó
Francisco, diferente al «parloteo» que suele
acompañar a las noticias.
PERO EL EVANGELISTA
MATEO AGREGA DE INMEDIATO:
«Mientras
pensaba en estas cosas, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:
'José, hijo de David, no temas llevarte contigo a María, tu esposa, porque lo
que está engendrando viene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo y lo
llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
«La voz de Dios -explicó el Papa- interviene en el discernimiento de José y, a través de un
sueño, le revela un significado mayor que su propia justicia. ¡Cuán importante
es para cada uno de nosotros cultivar una vida recta y al mismo tiempo sentir
siempre la necesidad de la ayuda de Dios! Para ampliar nuestros
horizontes y considerar las circunstancias de la vida desde un punto de vista
diferente, más amplio».
DEL ENAMORAMIENTO AL
AMOR MADURO
El pontífice se detuvo a
reflexionar sobre un detalle de esta historia narrada por el Evangelio y que «muchas veces descuidamos». María y José son una
pareja comprometida que probablemente han cultivado sueños y expectativas con
respecto a su vida y su futuro. Dios parece entrar como un imprevisto en su
historia y, aunque con un esfuerzo inicial, ambos abren el corazón a la
realidad que les espera. «Muy a menudo -agregó-
nuestra vida no es como la imaginamos». «Sobre todo
en las relaciones de amor, de afecto, nos cuesta pasar de la lógica del
enamoramiento a la del amor maduro».
«La primera fase
siempre está marcada por un cierto encanto, que nos hace vivir inmersos en un
imaginario que muchas veces no se corresponde con la realidad de los hechos.
Pero justo cuando el enamoramiento de sus expectativas parece terminar, el
verdadero amor puede comenzar allí».
«En efecto, amar
no es esperar que el otro o la vida corresponda a nuestra imaginación», advirtió Francisco: «Es más bien elegir con total libertad la responsabilidad
de la vida que se nos ofrece. Por eso José nos da una lección importante, elige a
María con los ojos abiertos».
«Los novios
cristianos están llamados a dar testimonio de este amor, que tiene el
valor de pasar de la lógica del enamoramiento a la del amor maduro. Esta es una
elección exigente que, en lugar de aprisionar la vida, puede fortalecer el amor
para que perdure frente a las pruebas del tiempo».
El pontífice señaló que «la castidad, la fidelidad, el respeto, la escucha no son
virtudes que se piden en un compromiso para despertar sentimientos de culpa,
sino para indicar esa dirección que, por sí sola, puede dar a nuestros sueños
la posibilidad de ser cumplidos y perdurables».
ORACIÓN A SAN JOSÉ
El Santo Padre
concluyó la catequesis con una oración a San José:
«San José, tú que has amado a María con libertad, y has elegido
renunciar a tu imaginario para hacer espacio a la realidad, ayuda a cada uno de
nosotros a dejarnos sorprender por Dios y a acoger la vida no como un
imprevisto del que defendernos, sino como un misterio que esconde el secreto de
la verdadera alegría. Obtén para todos los novios cristianos la alegría y la
radicalidad, pero conservando siempre la conciencia de que solo la misericordia
y el perdón hacen posible el amor. Amén.»
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