DAVID L. GRAY ERA UN FRANCMASÓN ALTAMENTE CONDECORADO Y SE PREPARABA PARA ALCANZAR EL GRADO DE GRAN MAESTRE CUANDO SE CONVIRTIÓ A LA FE CATÓLICA.
DAVID L. GRAY, AUTOR DEL «CATECISMO CATÓLICO SOBRE LA MASONERÍA»
¿Es posible
abandonar la masonería? ¿Qué tiene que hacer un católico para que su decisión sea definitiva? David
L. Gray ha pertenecido a la masonería durante años y, tras su conversión a la
fe católica, tuvo que pasar por el trance de abandonar un grupo que ha generado
más ríos de tinta a lo largo de la historia. Como presidente y editor de Saint Dominic's Media, responde a
esta y otras preguntas sobre la masonería en su canal de YouTube.
Para David L. Gray, cómo dejar la masonería es una pregunta especialmente interesante, ya que nadie se pregunta cómo huir de otras
situaciones como el casino o una relación abusiva.
“En el primer caso,
sabes dónde está la salida, y en el segundo, tal vez necesites ayuda, pero no
existe la idea de que una vez te encuentras en una relación abusiva, vayas a
estar siempre en esa situación”. Algo que
si ocurre, por el contrario, con la pertenencia a la masonería.
“Una vez
eres francmasón, siempre lo serás”, advierte, antes de sentar la
matriz de su discurso: “Debemos pensar en la
masonería como una religión sincrética, en la que los grados
son su versión de los sacramentos. Y del mismo modo que no es
posible deshacer un bautismo, tampoco los grados obtenidos en las órdenes
masónicas”.
La prueba de ello, avanza, es que
no importa si presentas a la logia una carta de renuncia o de dimisión.
“En
cualquier momento puedes solicitar que te restablezcan como miembro, y no debes comenzar desde el
primer grado. Simplemente se retoma justo donde lo dejaste.
Incluso para un masón que sea expulsado o suspendido, sigue existiendo un
proceso en el que puede solicitar la reinserción”.
Algo que podría hacer el mismo
Gray. Lleva fuera de la masonería casi dos décadas, ha expuesto
muchos detalles de las logias y ha alertado sobre
la prohibición de la Iglesia Católica para pertenecer a la masonería y, sin
embargo, podría solicitar una readmisión.
“Probablemente
sería rechazado, pero hay un proceso abierto que yo ya comencé y que, de ser
admitido, continuaría dónde lo dejé”.
PERO
ENTONCES, ¿QUÉ DEBE HACER QUIEN DESEE DEJAR LA MASONERÍA?
Expone que, en teoría, es fácil. Al menos para quien no es católico.
“El proceso
comenzaría con la presentación de una carta de renuncia o
dimisión al Gran Secretario de la organización”, una figura administrativa encargada de la expedición de documentos,
control de asistencias a las reuniones o de la comunicación con otras logias y
sobre la que se puede.
En ese caso, explica, no se
devolverá ningún documento al remitente, pero habrá hecho todo
lo que debía. “Su evidencia de haber
renunciado con éxito es que dejará de recibir correos, boletines y
facturas de renovación de la pertenencia”. A efectos
prácticos, explica, sería similar a no hacer nada.
¿Y
SI SOY CATÓLICO?
Pero si hay un caso en que completar el proceso administrativo de renuncia es crucial.
“Si eres
católico y has decidido ser obediente a las enseñanzas de la Iglesia, te recomiendo que concluyas este proceso de
renuncia o dimisión de la logia y todos los otros cuerpos masónicos a los que
pertenezcas”, advierte.
“Una vez roto ese
vínculo administrativo”, explica, “todo
lo que debes hacer es continuar tu vida, no mirar atrás y hacer
reparaciones por el tiempo perdido y por todas las personas a
las que puedas haber dañado por tu pertenencia a la masonería”.
PERO NO ES SUFICIENTE.
“Si te uniste a la
masonería antes de tu bautismo y vas a ser recibido en la Iglesia tras
la ruptura administrativa, tu único remedio es el sacramento del
bautismo. A través de él naces de nuevo, recibes la verdadera luz y
te conviertes en un hombre completamente nuevo”.
Algo que se complica para los que se unieron a la masonería siendo
católicos. “Entonces, una vez concluidos los
trámites y roto el lazo, se debe hacer es una buena confesión sobre el pecado
grave que implica pertenecer a la masonería”.
Esta confesión debería incluir “todos los grados masónicos a los que perteneces,
la idolatría, hacer juramentos que usan el nombre de Dios en vano”,
así como “otros pecados
graves asociados”.
ES
IMPORTANTE RECIBIR LA ABSOLUCIÓN
Podría parecer que entonces la ruptura
es definitiva. Por experiencia sabe que no, y alerta a los que
no reciben la absolución por sacerdotes que creen que “ya no es un pecado grave. Esto es importante: informa al obispo y
ellos se asegurarán de que puedas tener la absolución lo antes posible”.
Por último, Gray alerta de la
importancia de deshacerse de todo lo que recuerde sobre la pertenencia pasada. “Asegúrate de tirar tus pertenencias, los
delantales, certificados, indumentaria… etc.”.
Solo entonces, el proceso estaría cerrado y “solo” quedaría la perseverancia. “Confía en los
sacramentos, con toda tu mente, tu cuerpo y tu alma. Los sacramentos son lo que
Jesucristo nos ha dado a través de Su Iglesia para curarnos, para
unirnos a Él y para llevarnos a la plena comunión con Él. Confía en los
sacramentos”, concluye.
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