sábado, 23 de octubre de 2021

LOS MINISTROS DE LA EUCARISTÍA SE CREEN SANTOS, PALABRAS DEL DEMONIO AL PADRE WILSON SALAZAR. DURANTE LOS EXORCISMOS

Sigue hablando el demonio de las monjitas y monjes, me preocupan aquellas mujercitas con la cabeza cubierta, (las monjas contemplativas) que abandonan todo y a todos por recluirse dentro de cuatro paredes para santificar todo lo que es bello, y bueno por Aquel Dios que yo he logrado vencer en la Cruz.

Día y noche se mortifican con vigilias y ayunos inconscientes, no comen según las necesidades de su cuerpo, no duermen, no hablan, esas me hacen llorar.

Ave María Purísima, sin pecado concebida…. (esto está tomado de exorcismos y liberaciones realizadas por el Padre Wilson)

Esto le agrada al demonio, los que rezan y pecan, van a la Iglesia e hipócritamente rezan y parecen devotos, pero cuando salen pecan y pecan con su lengua, con su mirada, están mirando a otros para juzgarlos y miran lujuriosamente a las mujeres, o chimosean en la misma Iglesia sobre los demás.

La Comunión en la mano es uno de los más grandes triunfos de satanás. Que toquen al mismo Dios con sus manos manchadas, cuando ni siquiera los ángeles pueden tocarlo.

Que dicha como se pasean los soberbios y orgullosos con sus manos negras de maldad tocando a su Dios como si fuera un pedazo de pan.

La Iglesia se degrada en lo más sagrado que tiene al mismo Dios en sus manos, es uno de los más grandes logros que he tenido en toda la historia.

La abominación de la desolación en el Templo de su Dios, ya no necesito robar esa Ostia, para los cultos satánicos, ahora mis súbditos estiran sus manos y se la entregan sin problemas. O podrida Iglesia como sirve a mis fines, y destruye a sus súbditos. Su Iglesia se pudre, es como una leprosa que nadie ve, porque se han atrevido a tocar a su Dios.

Los Apóstoles en el Cielo lloran de dolor al ver como tocan a su Dios, solo a ellos se les dio ese poder. Ahora todos lo tocan como si fueran dueños de Dios.

El que tenga oídos para oír, que oiga, Los ministros de la Eucaristía, se creen santos, sacan a su Dios de los Sagrarios, para darlo a los otros, con arrogancia pensando que tienen autoridad para tocarlo. No toda ley de la jerarquía eclesiástica es querida por ese Dios, esta sí la quise yo.

Creen que son importantes y que un curso los habilita para tener a Dios en sus manos. Como me sirve a la desacralización de esa Iglesia que odio.

Así me río de lo más sagrado, me burlo de su Dios que ve impotente como lo manipulan. Piensan que son santos elegidos para tocar a Dios con sus manos y sacarlo de los Sagrarios y llevarlo a otros.

Aunque me arda el fuego del infierno tengo que reconocer que ni yo mismo puedo tocar a ese Dios. Que rabia me da. Pobres ministros, piensan que son más santos y yo los hago servidores míos.

Las penitencias son hoy en día tan tontas que no reparan nada, y los curas ahora enseñan que los malos pensamientos no son pecado.

Ya muy pocos desean confesarse porque los curas son malos y no inspiran santidad. Las Iglesias se han convertido en moradas de maldad. Quien quiere hoy confesarse con un cura que regaña, que mira con rabia, que cobra todo, que sus actos son más pecadores que los de uno. Que mira con lujuria, y ni hablar de los curas que generan escándalos.

He logrado infiltrar en la Iglesia malos curas, para que los acaben desde adentro. En los medios de comunicación salen cada vez más cura escandalosos que destruyen la fe de los fieles. Pobre Iglesia podrida en sus maldades y todo lo he hecho yo.

Dice el demonio: no veis como todo se ha degradado en la Iglesia, los tontos cristianos ya no se arrodillan, ya no creen como antes, ya no se inclinan ante esa Ostia, hasta comen en los Templos y entran vestidos de cualquier manera, desvergonzados.

Que alegría me dan esos que van a la Iglesia y ya no creen en nada, los hago bostezar y aburrir en la Misa, solo calientan sillas, los hago creer que la Misa no tiene ningún sentido. Pecado y maldad en los Templos de ese Dios falso, y más falsos que rezan pero en el fondo me adoran a mí. No tienen nada de amor en sus corazones.

El amor no vende, y como no vende a muy pocos les gusta amar. Los estúpidos esclavos míos, solo les gusta mirarse el bolsillo y con el maldito dinero piensan que son felices, pobres estúpidos como si cuando se murieran podrían comprar el cielo con sus monedas.

Victor Hugo Madera

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