Nada más divino –según San Dionisio– nada más noble ni agradable a Dios que cooperar a la salvación de las almas y a derrumbar los planes que el demonio pone en juego para perderlas.
Para ello
descendió a la tierra el Hijo de Dios. Que con la fundación de la Iglesia
destruyó el dominio de Satanás. Pero el tirano rehízo sus fuerzas y esclavizó
con cruel violencia a las gentes mediante la herejía de los albigenses, los
odios, disensiones y vicios abominables que durante el siglo XI hizo reinar en
el mundo.
¿Cuál
sería el remedio para tan graves males? ¿Cómo derribar las fuerzas de Satanás?
La Virgen
Santísima, protectora de la Iglesia, ofreció la cofradía del Rosario como el
medio más eficaz para apaciguar la cólera de su Hijo, extirpar la herejía y
reformar las costumbres de los cristianos. Los hechos lo comprobaron: se reavivó la caridad, se volvió a la frecuencia de los
Sacramentos como en los primeros siglos de oro de la Iglesia y se reformaron
las costumbres de los cristianos.
San
Luis María Grignion de Montfort
Oh María sin pecado concebida.
Padre Andrés
Esteban López Ruiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario