Ni, por tanto, a ningún político católico abortista
En unas
declaraciones que no deben sorprender conociendo la trayectoria de su autor, el
cardenal Peter Turkson se ha mostrado contrario a que se niegue la comunión al
presidente de EE.UU, Joe Biden, abortista declarado. El cardenal africano dice
que no se puede utilizar la Eucaristía como un arma. Lo cierto es que el dogma
católico afirma que quien está en pecado mortal no puede comulgar. Y legislar a
favor del aborto es pecado mortal y público.
(CNA/InfoCatólica) Turkson fue entrevistado por
Mike Allen en HBO. El periodista preguntó directamente por la situación de Joe
Biden. Al referirse al debate sobre si a los políticos favorables al derecho al
aborto, como el presidente Joe Biden, se les debe negar la comunión. Allen citó
sin identificar a un obispo que dijo: «La
Eucaristía está siendo usada como arma».
«La Eucaristía
no debería convertirse de ninguna manera en un arma», dijo Turkson.
«¿Tienen alguna duda de que el presidente
Biden es un católico en regla?» preguntó Allen. «¿Se le debe dar la comunión?»
Turkson respondió: «Si se dice que alguien no puede recibir la Comunión,
básicamente se está haciendo un juicio
de que está en estado de pecado».
«Parece que usted no cree que eso deba ocurrir en el caso
del presidente Biden», dijo el entrevistador.
«No», dijo Turkson. «Si, usted sabe, un sacerdote
que está distribuyendo la comunión ve... inesperadamente a alguien que sabe que
ha cometido un asesinato, tiene que proteger su dignidad y el respeto de esa
persona».
«¿Entonces es
para casos extremos?»
«Sí. Eso,
para casos extremos, ¿de acuerdo?» respondió Turkson.
El cardenal Turkson, nacido en
Ghana, es prefecto del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral.
LO QUE DICE EL
MAGISTERIO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Tanto la Escritura como la
Tradición como el Magisterio legítimo de la Iglesia, indican con claridad que no se debe comulgar en pecado mortal. San Pablo advierte en 1
Cor 11,27-29 que quien comulga en estado de pecado incurre en un nuevo pecado
que acarrea condenación.
El concilio de Trento decreta
la excomunión para quienes niegan esa doctrina en sus cánones sobre la
Eucaristía:
CAN. XI. Si alguno dijere, que sola la
fe es preparación suficiente para recibir el sacramento de la santísima
Eucaristía; sea excomulgado. Y para que no se
reciba indignamente tan grande Sacramento, y por consecuencia cause muerte y
condenación; establece
y declara el mismo santo Concilio, que los que se sienten gravados con conciencia
de pecado mortal, por contritos que se crean, deben para recibirlo, anticipar
necesariamente la confesión sacramental, habiendo confesor. Y si alguno
presumiere enseñar, predicar o afirmar con pertinacia lo contrario, o también
defenderlo en disputas públicas, quede por el mismo caso excomulgado.
Aunque es el fiel quien debe
de abstenerse de ir a comulgar si sabe o sospecha que está en pecado mortal, lo
cierto es que
cuando los pecados son notorios y
públicos, la Iglesia ha indicado que no se les debe admitir a la comunión en
caso de que la soliciten.
Y Benedicto xVI dejó muy claro que la oposición al aborto es un principio
irrenunciable para un políticos católico, pues de lo contrario, necesariamente
hay consecuencias a las hora de comulgar. Así lo explicó en la Exhortación
apostólica post-sinodal Sacramentum caritatis:
83. Es importante notar lo que
los Padres sinodales han denominado coherencia eucarística, a la cual está
llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a Dios nunca
es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales:
al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto
vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para
quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones
sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la
vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia
fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los
hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son
negociables. Así
pues, los políticos y los legisladores católicos,
conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente
interpelados por su conciencia, rectamente
formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la
naturaleza humana[231]- Esto tiene además una relación
objetiva con la Eucaristía (cf.
1 Co 11,27-29). Los Obispos han de llamar constantemente la atención
sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que
se les ha confiado.
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