Decía San Francisco de Sales: «No os dejéis dominar por la ira, ni siquiera le abráis la puerta, con el pretexto que fuere, porque, una vez dentro, no está en vuestra mano arrojarla ni aun dominarla».
Los remedios contra la ira son:
1.°
Combatirla al punto y distraer la mente en otros
asuntos sin replicar palabra;
2.°
A imitación de los apóstoles en la tempestad del
mar, recurrir a Dios, que puede apaciguar el corazón;
3.°
Cuando veáis que la ira, por vuestra debilidad, se
ha adentrado en vuestro espíritu, esforzaos por recobrar la calma y procurad
después ejercitaros en actos de humildad y de mansedumbre con la persona contra
la cual os enojasteis; mas todo esto hay que hacerlo con suavidad y sin
violencia, porque importa mucho no enconar la llaga.
(Práctica
de amor a Jesucristo, san Alfonso Mª de Ligorio)
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