¿Cómo empezamos a vivir la castidad? Nuestra historia se lleva a cabo a través de nuestro proceso pastoral. Nos conocimos en una comunidad juvenil y por misericordia de Dios empezamos a coordinar el grupo juntos.
Poco a poco fuimos
conociéndonos e interesándonos por el otro hasta el punto de formar un
noviazgo. Éramos dos personas muy diferentes que queríamos vivir una buena
relación con el Señor, sin embargo no conocíamos ni vivíamos la castidad en su
totalidad.
En una reunión vicarial
conocimos de la Opción V y conocimos al padre Jürgen
Daum y a raíz de eso conocimos también que muchos jóvenes luchaban por
vivir la castidad en todo el mundo.
Ahí fue cuando comenzamos a
interesarnos por vivir de una manera distinta y aprender más y más de un tema
tan necesario en la vida de toda persona.
A continuación vamos a mostrarles 10 claves que nos permitieron
vivir la esperanza del amor y así, siete años después, llegar al verdadero fin
de toda relación: el matrimonio.
1. CULTIVAR UNA VERDADERA AMISTAD
Es necesario conocerse
realmente, sin mascaras o aparentando lo que no se es. Cultivar la amistad
quiere decir darse el tiempo y el espacio para observar a esa persona especial
desde un ángulo que nos permita conocerla en su ámbito natural.
Poder saber la respuesta a
interrogantes que son importantes para nosotros, por ejemplo: ¿Cómo es esta persona en su vida «normal»?, ¿cómo trata a
las otras personas?, ¿cómo trata a su mamá, a sus hermanas? (Este dato
es clave: es probable que más tarde te trate así).
¿Qué le
interesa, qué gustos tiene?, ¿qué es lo que ama?, y muchas más. Y es importante
también, cultivar otras amistades alrededor, no solo
centrarnos en esa persona.
Buscar amistades que compartan
la misma importancia de la castidad, hará más fácil la vivencia. No quiere
decir que ahora por vivir la castidad rechazamos a las personas que no la viven
y nos sentimos superiores, no es para nada eso, debemos extender lazos
fraternos y acompañar a esas personas.
2. CULTIVARNOS A NOSOTROS MISMOS
La soltería es un tiempo para vivir esa «soledad» dirigida a Dios y
enfocarla en conocernos a nosotros mismos. Muchas veces buscamos la perfección
en las otras personas, queremos que sean como nosotros queramos.
Y en muchos casos, si estamos
en una relación, luchamos por cambiar a la otra persona para que «sea mejor» cuando en realidad buscamos que sea
como nosotros queremos.
Toma este tiempo para cultivar tu
relación con Cristo, para conocer tus defectos y tus
debilidades. Aquello que te hace caer y te separa de Dios y luego de esto,
aprende a dominar esas tentaciones y busca tu propio crecimiento.
Nunca está de más orar por tu
futura esposa o esposo. Eso te ayudará a pensar en ser la
mejor versión de ti mismo para él o ella.
3. CRECER EN LA PUREZA
No tenemos que tener miedo del
deseo sexual, ni considerarlo malo por sí mismo. El impulso sexual
es puesto por Dios en nuestros corazones, y es bueno.
Cuando Dios nos creó como
hombre y mujer, nos creó con la capacidad de atraernos, crecer y
multiplicarnos, y Dios vio que eso era bueno.
Crecer en la pureza es toda
una aventura, a veces nos sentimos solos y pensamos que solo nosotros vivimos
de esta forma y no es así.
Lo que sucede es que el bien no hace tanto ruido como el mal, pero son muchos los que viven
esta virtud.
Para crecer en la pureza
nosotros hicimos uso de las redes sociales siguiendo páginas que compartieran
esta virtud, compramos libros, vimos muchos videos de YouTube.
Y el Señor es tan generoso y
chineador que nos permitió conocer a «Corazón Puro», un apostolado que promueve y forma
en la virtud de la castidad y la pureza a través de la Teología del Cuerpo.
4. PARA LOS VARONES
¡Tomen la
iniciativa! Dios puso en
el corazón del hombre el impulso y deseo de conquista, y eso es muy bueno. Como
hombres debemos saber dominarnos y enfocar ese deseo de conquista para bien.
Esto significa que nunca te
canses de conquistar a esa persona especial, ella te lo va a agradecer, se
caballeroso, respétala, recuerda que es la niña de los ojos del Señor y tiene
una dignidad única e irrepetible para Dios.
Este consejo también aplica
para los que no tienen pareja. Si estas solo, esa conquista equivale a la
conquista de uno mismo, aprender cosas que me permitan mirar a la mujer como lo
que es, una bella creación del Padre y no un objeto sexual.
Un complemento que me va a
permitir en un futuro vivir una vida plena si mi vocación es el matrimonio.
5. PARA LAS MUJERES
Chicas no se conformen con
menos, muchas veces le tememos a la soledad y aceptamos la compañía de cualquier
joven, aunque este no viva la castidad, no tenga buenas amistades o comparta
vicios o actitudes no positivas.
Otras veces nos vamos a los
extremos y tenemos una lista perfecta del hombre ideal que contiene todos los
anhelos de nuestro corazón y rechazamos a cualquier joven que tiene quizás
buenas intenciones pero no cumple a la perfección esta lista.
Cuando conocí a mi esposo, él
no sabía si quiera el significado de la palabra castidad, pero tenía un
corazón sediento de conocer al Señor y servirle.
Yo no bajé el estándar, yo no
quité de mi lista la virtud de la castidad, al contrario mantener el estándar
lo hizo a él crecer para poder llegar a eso que mi corazón anhelaba.
6. PARA AMBOS, SI LA RELACIÓN YA EMPEZÓ MANTÉNGANLA
PURA
Vivir un noviazgo en santidad
no es fácil, pero vale la pena. Cuando la pareja se enfoca por vivir en
castidad y no incluir el sexo en la relación, esto le permite a ambos
fortalecer los vínculos entre ellos.
Conocerse realmente cómo
personas y llevar a cabo una verdadera conquista del corazón y del Espíritu y
no así del cuerpo.
Cuando
una pareja incluye encuentros sexuales dentro de la relación, todo termina por
volverse meramente físico, principalmente para los
hombres.
Comenzamos a pensar solamente
en eso y olvidamos la parte emocional de la mujer y su verdadera riqueza de
corazón. Debemos esforzarnos por tener una relación de tres y puede que hasta
cuatro, cinco o más, que no se me malinterprete.
Esa tercera persona debe ser
Jesús y esa cuarta, quinta y más, pueden ser aquellos santos a los cuales
tenemos devoción y que admiramos.
Mamita
María y san José siempre serán nuestros más fieles compañeros de batalla. A nosotros
la castidad nos ha permitido adentrarnos en el otro, conocer las virtudes, los
defectos, conocer nuestro pasado.
Nuestros errores y aun así
decidir amarnos y quedarnos siempre juntos. De ahí que el amor es una
decisión y no un sentimient.
Cuando yo miro todo lo que el
otro es, toda su realidad y deseo a pesar de todo estar con él o ella, eso es
amar.
7. PARA AMBOS, SI NO LO HAN HECHO BIEN PUEDEN
VOLVER A EMPEZAR
Aprovechen este tiempo para
curar el corazón y crecer en la virtud. El amor requiere corazones sanos y
enteros, y si por alguna causa lo tuvimos dividido o roto, este tiempo puede
ayudarnos a recomponernos.
A buscar la curación que
proviene de Dios. «La castidad nos recompone, nos
devuelve a la unidad que habíamos perdido dispersándonos» (san Agustín,
Confesiones , 10, 29; 40).
La
castidad es la virtud de la segundas oportunidades, sabemos que no es fácil pero sí es posible.
8. PREPARARSE PARA DARSE
Este es uno de los puntos más
importantes de todos, el darse. Darse es donarme a la
otra persona, es poner mi vida al servicio de los demás y
en nuestro caso, al servicio de mi amada.
Eso es algo que, dentro del
matrimonio, será de todos los días, una decisión continua y diaria de un «sí, te amo y me entrego a ti para hacerte feliz hasta
que la muerte nos separe».
De
eso se trata el matrimonio, no me caso para ser feliz yo, sino para hacer feliz
a mi amada. Suena sencillo pero no es tan
fácil, principalmente para nosotros los hombres.
Es por eso que se requiere una
preparación de corazón, con una buena vida interior y comunión con Dios. Cuando
entendemos que Cristo murió por nosotros en la cruz, que Él se donó a sí mismo
por nuestra redención y nuestra salvación y que en nosotros está imitarlo, poco
a poco podremos aprender que nuestra verdadera felicidad es y será siempre la
felicidad del otro.
Se dice que, cuando somos
esposos y lleguemos a nuestro encuentro con el Señor, se nos juzgará según cuán
feliz hicimos a nuestro cónyuge y cuánto nos esforzamos por alcanzar su
santidad.
9. EL MATRIMONIO
Gracias a la misericordia de
Dios nos casamos el 19 de marzo del 2021, en el día de san José, en el año de
este mismo santo, a él consagramos nuestra vida y matrimonio.
A un mes de estar casados, les
ponemos compartir que el Sacramento del matrimonio es
una bendición y la mejor decisión de nuestras vidas.
Que el haber vivido la
castidad no nos quitó nada, más bien todo lo contrario, nos está dando
muchísimos frutos como matrimonio, nos ha entrenado en paciencia y en saber
decir «no».
Al vivir la castidad en el
noviazgo todo en nuestro matrimonio es nuevo, desde lo más simple hasta lo más
novedoso y nos hace vivir una vida ordinaria de manera
extraordinaria.
Este
es el camino que el Señor nos dio para alcanzar la santidad y luchamos por llevarnos el uno al otro a ello.
Sabemos que no es fácil y que
el matrimonio no es color de rosa, pero estamos seguros de que el Señor nos
acompaña y que entre más unidos a Él estemos, más fuerza tendremos para darle
frente a este caminar.
10. SEAN HOMBRES Y MUJERES DE DIOS
La vida de oración y los
sacramentos serán nuestras mejores armas, en la medida que logremos mantenernos
en comunión con Dios, así se verá reflejada la comunión entre los cónyuges.
Es por esto que es de suma importancia vivir los sacramentos, frecuentar la confesión y
la Eucaristía. Así también el
orar juntos, desde que somos novios, es más, desde que estamos solteros.
Oremos por nuestra futura pareja, por su bienestar, por su
pureza, por su vida en general. El día de mañana podrás decirle que desde antes
de estar con él o ella y hasta antes de conocerla(o) ya orabas por él/ella.
Si algo nos permitió sanar
muchas heridas, fortalecer nuestra unión, nuestra comunión y nuestra relación
con el otro y con Dios, fue la oración.
Todas
las noches empezamos a orar juntos y no nos acostábamos sin hacerlo. Se
convirtió en ley para nosotros y doy gracias a Dios por haber puesto esto en
nuestro corazón.
Con ello logramos crecer en
nuestro camino hacia la santidad y así poco a poco purificar más
nuestro corazón. Les invitamos a confiar y a esperar en el Señor, Él es
misericordioso y nadie le gana en bondad.
Su obra siempre se cumple en
nuestras vidas solo hay que dejarlo terminar. Mientras tanto vive la castidad
que es la esperanza del amor.
Artículo elaborado por la familia Fernández Chacón.
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