En la Misa celebrada este sábado 16 de mayo en Casa
Santa Marta, el Papa Francisco advirtió contra la mundanidad, contra el
espíritu del mundo que odia el Evangelio, odia a Jesús y a sus discípulos, un
espíritu que mata a los cristianos, como les sucede a tantos mártires, pero que
tiene un punto débil: la Cruz de Cristo.
“La mundanidad tiene una cosa que no tolera: el
escándalo de la Cruz, no lo tolera. Es la única medicina contra el espíritu de
la mundanidad es Cristo muerto y resucitado por nosotros”, subrayó el Pontífice.
El Papa evidenció que “Jesús, en varias
ocasiones y, sobre todo, en su despedida de sus apóstoles, habla del mundo”. En
esa despedida, dice: “Si el mundo os odia, sabed
que antes me ha odiado a mí”. “Claramente, habla del odio que el mundo tuvo con
Jesús y que tendrá con nosotros”, señaló el Pontífice.
Por otra parte, “en la oración que hace en
la mesa con los discípulos en la última cena pide al Padre que no lo aparte del
mundo, sino que lo defienda del espíritu del mundo”.
Ante esta importancia que Jesús da al peligro de la mundanidad, del
espíritu del mundo, el Santo Padre invitó a preguntarse cuál es ese espíritu
del mundo: “¿Qué es esta mundanidad capaz de
destruir a Jesús y a sus discípulos? ¿Incluso de corromperlos, y de corromper a
la Iglesia? ¿Cómo es el espíritu del mundo? ¿Qué es eso? Nos hará bien
pensarlo”.
El Papa Francisco explicó que “la mundanidad
es una propuesta de vida. Alguno puede pensar que la mundanidad es hacer
fiesta, vivir en la fiesta… No. La mundanidad puede ser eso, pero no es eso
fundamentalmente”.
“La mundanidad es una cultura”, subrayó. “Una cultura de lo efímero. Una
cultura del aparentar, del maquillaje. Una cultura del hoy sí, mañana no,
mañana sí y hoy no. Tiene valores superficiales. Una cultura que no conoce
fidelidad porque cambia según las circunstancias. Lo negocia todo. Esa es la
cultura mundana, la cultura de la mundanidad”.
Jesús, en sus palabras a los discípulos durante la última cena, “insiste en defenderse de esto, reza para que el Padre
nos defienda de esta cultura de la mundanidad. Es una cultura del usar y tirar
según convenga. Es una cultura sin fidelidad, no tiene raíces. Es un modo de
vivir, incluso de un modo de vivir de tantos que se llaman cristianos. Son
cristianos, pero son mundano”.
En su homilía, recordó también la parábola de la semilla que cae a
tierra, en la que Jesús dice que “las
preocupaciones del mundo, es decir, la mundanidad, ahogan la palabra de Dios,
no la dejan crecer”.
También aseguró sentirse impresionado con las palabras del P. De Lubac
cuando habla de la mundanidad espiritual y dice que “el
peor de los males que le puede suceder a la Iglesia es la mundanidad. Y no
exagera, porque luego señala algunos males que son terribles, y esto es peor:
la mundanidad espiritual”.
El motivo por el que la mundanidad puede hacer tanto mal es “porque es una hermenéutica de vida, es un modo de vivir,
también un modo de vivir el cristianismo. Y para sobrevivir ante la predicación
del Evangelio, odia. Mata”.
El Papa rechazó que la mundanidad sea algo superficial, “no tiene nada de superficialidad, tiene unas raíces
profundas. Es camaleónica: cambia, va, viene, pero la sustancia es la misma,
una propuesta de vida que entra en todos sitios, incluso en la Iglesia”.
Sin embargo, señaló que sí que hay una “medicina”
contra la mundanidad: la Cruz de Cristo, la
muerte y resurrección del Señor.
En el Libro de los Apóstoles figura un ejemplo que explicó el Papa en su
homilía: “El apóstol Pablo acudió a Atenas y quedó
impresionado cuando vio en el Areópago tantos monumentos a los dioses. Entonces
pensó en hablar a los atenienses sobre esos monumentos: ‘Vosotros sois un
pueblo religioso. Yo veo estos monumentos… Pero me llama la atención aquel
altar al dios desconocido, y ese, que es el que yo conozco, vengo a deciros
quién es’. Y comenzó a predicar el Evangelio. Pero cuando llegó a la Cruz y a
la Resurrección, se escandalizaron y se marcharon”.
“La mundanidad tiene una cosa que no tolera: el
escándalo de la Cruz, no lo tolera. Es la única medicina contra el espíritu de
la mundanidad es Cristo muerto y resucitado por nosotros”, insistió el Papa Francisco.
El Papa Francisco finalizó la homilía pidiendo “la
gracia de discernir qué es mundanidad y qué es Evangelio, y no dejarse engañar,
porque el mundo nos odia, el mundo ha odiado a Jesús, y Jesús rezó para que el
Padre nos defendiese del espíritu del mundo”.
Redacción ACI Prensa
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