El Rosario es una
oración mariana que inmediatamente centra nuestra mente y corazón en el Señor
Jesús.
Fuente: www.caminohaciadios.com
El Rosario es un acto de amor a Santa María. ¿Por qué rezarlo? Porque amamos a María y con el
Rosario podemos darle una muestra sencilla, pero profunda, de nuestro filial
amor.
La tradición de la Iglesia ha recomendado esta oración desde que
apareció en el peregrinar del Pueblo de Dios como expresión concreta de piedad
filial. Ha sido motivo de numerosas recomendaciones pastorales de obispos y
Papas. Entre ellas dos cercanas a nosotros: la Exhortación Mirialis cultus del
Papa Pablo VI y la Carta Rosarium Virginis
Mariae del Beato Juan Plablo II. Tal vez este mes de Mayo-que en
muchos lugares está dedicado a Santa María-sea una buena ocasión para
revisarlas y nutrirnos de sus enseñanzas y orientaciones.
UNA ORACIÓN MARIANA
CENTRADA EN JESÚS
El Rosario es una oración mariana que inmediatamente centra nuestra
mente y corazón en el Señor Jesús. Esta sencilla plegaria nos
introduce en un ritmo mediativo que nos pone «en comunión vital con Jesús a
través-podríamos decir-del corazón de su Madre». En cada Padrenuestro rezamos con las palabras que
Jesús mismos nos enseñó y por acción del Espíritu nos unimos a la voz del mismo
Hijo; en cada Avemaría reconocemos «el milagro más grande de la historia», la
Encarnación del Verbo, y hacemos nuestra confesión de fe de Isabel: "Bendita
tú y bendito el futuro de tu vientre, Jesús"; al término de cada decena
damos gloria al Padre a través del Hijo en comunión con el Espíritu Santo.
Por otro lado, los misterios que vamos anunciando antes de cada denario
nos permiten ir meditando en acontecimientos de la vida del Reconciliador de la
mano de la Madre, En la escuela de María nos vamos compenetrando con el Señor
Jesús.
¿Por qué rezar el Rosario? Pues porque con la Madre nos
acercamos más a Jesús. Y conociendo y amando más intensamente a su Madre. Desde
esta óptica, el Rosario es una práctica espiritual que nos ayuda mucho a ir
realizando el ideal vivir como verdaderos hijos de María a través del proceso
de amorización: "Por Cristo a María y por
María más plenamente al Señor Jesús".
Es importante señalar que el Rosario nos dispone para una
más activa y fructífera participación en los Sacramentos, particularmente en la Santa Eucaristía. Como enseña el Papa
Pablo VI, «la meditación de los misterios del Rosario, haciendo familiar a la
mente y al corazón de los fieles los misterios de Cristo, puede constituir una
óptima preparación a la celebración de los mismo en la acción litúrgica y
convertirse después en eco prolongado». La idea es que el Rosario esté
entegrado armónicamente en el marco de la oración común de toda la Iglesia. «En realidad-dice el Papa Benedicto XVI-el Rosario no se
contrapone a la meditación de la Palabra de Dios y a la oración litúrgica; más
aún, constituye un complemento natural e ideal, especialmente como preparación
para la celebración eucarística y como acción de gracias. Al Cristo que
encontramos en el Evangelio y en el Sacramento lo contemplamos con María en los
diversos momentos de su vida gracias a los misterios gozosos, luminosos,
dolorosos y gloriosos. Así en la escuela de la Madre aprendemos a configurarnos
con su divino Hijo y anunciarlo con nuestra vida».
Sin embargo integrar el rezo del Rosario a la oración litúrgica de la
Iglesia no significa mezclarlo o ponerlo por encima. Esto lo recordaba el Papa
Pablo VI cuando señalaba el error presente en algunos lugares de rezar el
Rosario durante las celebraciones litúrgicas, por ejemplo durante la Misa. Cada
cosa a su tiempo y lugar, según su propia naturaleza.
UNA ORACIÓN SERENA
La oración del Rosario tiene como una de sus características el ritmo
sereno y pausado. Con la práctica, se va desarrollando una cadencia interior
que favorece la meditación y resulta sumamente beneficiosa, especialmente en
este tiempo en que no pocas veces nos vemos inmersos en diversas actividades. ¿Cómo no encontrar en esta práctica espiritual un
precioso remanso espiritual?
Todos nos damos cuenta de que el Rosario es una oración repetitiva en su
forma. Para algunos esto puede ser un obstáculo que los aleja de rezarlo. No
pocas veces se escucha decir “es muy aburrido… es
una oración monótona… no puedo evitar distraerme”. Sin embargo, esa
forma externamente repetitiva esconde un gran beneficio. En la oración vocal
hay una gran riqueza espiritual que favorece la meditación. El Beato Juan Pablo
II señalaba una interesante relación del Rosario con la llamada “oración a Jesús” u “oración
del corazón” que se practica en el oriente cristiano. Ésta consiste en
la repetición continua de una frase dirigida al Señor buscando estar en
comunión con Él, como por ejemplo: “Señor Jesús,
Hijo de Dios, ten piedad de mí pecador”. El Papa destacaba cómo el ritmo
típico de estas plegarias resulta muy adecuado para la interiorización y el
recogimiento. En tal sentido, lejos del aburrimiento, se convierte en un camino
muy sencillo y práctico de profundización en el conocimiento del Señor Jesús.
En el caso del Rosario con mayor razón, pues «nadie
mejor que Ella (María) conoce a Cristo, nadie como su Madre puede introducirnos
en un conocimiento profundo de su misterio».
Es verdad que muchas veces en el desgranar las cuentas del Rosario
podemos distraernos. Junto con la necesaria lucha para mantener la
concentración debe darse cabida también al ejercicio del silencio de mente que
nos ayudará a mantener la mente y el corazón centrados en el Señor y nuestra
Madre. Esto requiere paciencia y comprensión con nosotros mismos. Distraerse o
perder la concentración no invalida nuestra oración. Retomemos el ritmo y
reafirmemos el propósito de ofrecer esta práctica espiritual como un acto
concreto de amor a María. Además debemos recordar ―como lo decía el Beato Juan
Pablo II―que nuestro corazón puede incluir en estas decenas del Rosario todos
los hechos que entraman nuestra vida, la de nuestra familia, nuestra nación, la
Iglesia o la humanidad. Experiencias personales o del prójimo, sobre todo de
las personas más cercanas o que llevamos más en el corazón. De este modo la
sencilla plegaria del Rosario sintoniza con el ritmo de la vida humana.
ORACIÓN PERSONAL Y
COMUNITARIA
El Rosario no requiere de grandes preparativos ni de materiales
especiales. Esto hace que sea fácil rezarlo de manera personal o junto a otras
personas. Los modos en los que se suele rezar son variados y se adecuan
fácilmente a las necesidades personales o grupales: «o
privadamente, recogiéndose el que ora en la intimidad con su Señor; o
comunitariamente, en familia o entre los fieles reunidos en grupo para crear
las condiciones de una particular presencia del Señor (ver Mt 18,20); o
públicamente, en asambleas convocadas para la comunidad eclesial». En
la Iglesia se ha alentado desde antiguo la práctica cotidiana de esta oración,
teniéndola como un momento especial de la jornada. Lejos de ser una obligación,
poco a poco se va convirtiendo en un momento especial para estar con María. Y
con Ella, dejarnos conducir a Jesús.
Resulta muy significativo el aliento de los Papas a rezar el Rosario en familia.
«En continuidad de intención con nuestros
Predecesores ―decía Pablo VI―, queremos recomendar vivamente
el rezo del Santo Rosario en familia. El Concilio Vaticano II ha puesto en claro
cómo la familia, célula primera y vital de la sociedad “por
la mutua piedad de sus miembros y la oración en común dirigida a Dios se ofrece
como santuario doméstico de la Iglesia”». Conscientes de que hoy el
ritmo de vida muchas veces no favorece los momentos en los que la familia puede
estar reunida, se reconoce sin embargo que estar reunida, se reconoce sin
embargo en el esfuerzo por hacer un espacio de encuentro familiar para rezar el
Rosario una gran riqueza que tendrá efectos muy positivos en la vida espiritual
de sus miembros y en la misma vida familiar.
Conviene recordar finalmente que esta plegaria mariana está enriquecida
con la posibilidad de obtener indulgencias plenarias. «Se
confiere una indulgencia plenaria si el rosario se reza en una iglesia o un
oratorio público o en familia, en una comunidad religiosa o asociación pía».
Para ello se deben cumplir, evidentemente, las condiciones propias para lucrar
la indulgencia.
PREGUNTAS PARA EL
DIÁLOGO
- ¿Qué lugar tiene el rezo del Rosario en mi vida espiritual?
- ¿Cómo puedo ayudar para que otros conozcan y recen el
Rosario?¿Tiene el Rosario una dimensión apostólica?
- ¿Conozco suficientemente las enseñanzas y recomendaciones del
Magisterio de la Iglesia sobre esta forma de oración?
- ¿Qué medios puedo poner para rezar con mayor fruto espiritual esta
oración?
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