Cuando los
protestantes niegan la intercesión de los santos, su razón fundamental es que
los santos del cielo están durmiendo en espera del Juicio Final.
Por: Christian | Fuente: www.apologia21.com
Cuando los protestantes niegan la intercesión de los santos, su razón
fundamental es que los santos del cielo no pueden interceder ni hacer nada
porque están durmiendo en espera del Juicio Final, que llegará al final de los
tiempos.
Un lector nuestro, llamado Stuard, nos acaba de escribir un mensaje en
ese mismo sentido, intentando demostrar con citas bíblicas que los muertos
duermen. Esta es su carta, escrita en respuesta a nuestro artículo ¿Pueden los santos interceder por nosotros? Copiaremos aquí su carta y después de ella
pondremos nuestra respuesta, y de paso agradecemos la participación de Stuard
en nuestros enriquecedores debates y pedimos disculpas por abreviar algunas
citas, dejando sólo la referencia, pero quien quiera puede leerlas clicando en
ella.
CARTA DE STUARD
Bastante persuasivo, como las palabras que escuchó Eva, pero todo el
argumento se derrumba por una verdad claramente bíblica; todos quienes han
fallecido han dejado de existir, están en un estado “dormido”,
no pueden tener contacto con ningún ser humano y por ende no pueden
interceder por ningún ser humano.
Job 3:11-13 / Job 7:9-10,21 / Job 10:18-22
Job 14:10-15,20-21: Pero el hombre muere, y queda postrado. Y al morir, ¿a dónde va? Como el agua de un lago se evapora, y
el río se agota y se seca; así el hombre yace y no se vuelve a levantar, hasta
que no pase el cielo, no despertará de su sueño. ¡Ojalá
me escondas en el sepulcro, me encubras hasta que pase tu ira, y me fijes un
plazo, para acordarte luego de mí! Cuando el hombre muere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi milicia
esperaré, hasta que venga mi liberación. Entonces llamarás, y yo te responderé.
Pues tú amas la obra de tus manos. Siempre serás más fuerte que él, y él se va.
Desfiguras su rostro, y lo despides. Si sus hijos son honrados, él no lo sabrá,
O serán humillados, y no entenderá de ello.
Salmo 6:5: Porque en la muerte no hay memoria de ti. ¿Quién
te loará en el sepulcro?
Salmo 13:3 / Salmo 30:9 / Salmo 76:5 / Salmo 78:39
Salmo 88:10-12: ¿Mostrarás tus maravillas a los muertos?
¿Se levantarán los muertos para alabarte? ¿Se hablará de tu amor en la tumba?
O, ¿de tu fidelidad en el lugar de la destrucción? ¿Serán conocidas en las
tinieblas tus maravillas tu justicia en la tierra del olvido?
Salmo 115:17: Los muertos no alabarán al Señor, ni cuantos descienden al silencio.
Salmo 146:4: Sale su aliento, vuelven a la tierra. En ese mismo día perecen sus
pensamientos.
Isaías 26:14: Están muertos, no vivirán; son sombras que no se levantarán; porque los
castigaste y destruiste, y borraste todo recuerdo de ellos.
Isaías 38:18: Porque el sepulcro no te exaltará, ni te alabará la muerte. Ni los que
descienden al hoyo esperarán en tu fidelidad.
Jeremías 51:39,57: Cuando tengan calor les serviré
su bebida, y los embriagaré, para que se alegren, y duerman el sueño eterno, y
no despierten jamás —dice el Señor— Embriagaré a sus príncipes y
a sus sabios, a sus capitanes, a sus nobles y a sus fuertes. Y dormirán el
sueño eterno y no despertarán” —dice el Rey, cuyo nombre es el Eterno
Todopoderoso.
Hechos 2:34: Porque David no subió al cielo, pero él dice: ‘Dijo
el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra.
1 Corintios 11:30: Por eso hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y algunos
duermen.
1 Corintios 15:6,51: Después apareció a más de
quinientos hermanos a la vez, de los cuales la mayoría vive aún, y otros duermen.
Os voy a decir un misterio. No todos dormiremos, pero todos seremos
transformados.
En resumen: Los vivos saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen
más paga; hasta su memoria es puesta en olvido También su amor, su odio y su
envidia perecieron ya, y nunca más participan en nada de lo que se hace bajo el
sol. (Eclesiastés 9:5-6)
Así pues, tantas palabras para que queden vacías ya que tanto María,
Teresa y nuestros familiares que ya duermen el descanso de la muerte no paran
nada de lo que sucede en nuestras vidas hoy ¡Cuánta
no será la sorpresa de todos ellos cuando despierten en la resurrección de
Cristo para enterarse que nunca oyeron los pedidos que se hicieron a sus
nombres!
Si bien la Biblia menciona que Moisés y Elías están en el Cielo, ellos
están en carne y hueso. Elías fue trasformado y llevado vivo mientras que
Moisés fue resucitado, glorificado y llevado así al Cielo, ambos como modelos
de lo que ocurrirá con los santos vivos y muertos al momento que Jesús regrese.
NUESTRA RESPUESTA
Estimado Stuard
Para empezar, gracias por tu comentario y por haberte tomado la molestia
de explicar a fondo tu visión del tema. Reconociendo que tienes parte de razón
y que tus ideas no son en absoluto absurdas ni antibíblicas, intentaremos aquí
demostrar que, no obstante, están en esencia equivocadas, pues aunque tus citas
son correctas, tus conclusiones no lo son, y ello se debe a que te centras en
unas partes de la Biblia que apoyan tu teoría pero ignoras o malinterpretas
otras muchas.
Señalar también un error de expresión (a todos nos pasa), por si alguien
queda confundido. Creo que lo que dices no es exactamente lo que pretendías
decir, así que me atrevo a aclararlo. Dices “todos
quienes han fallecido han dejado de existir, están en un estado ‘dormido’”. Es
evidente que lo que no existe no puede estar en ningún estado, así que
dejémoslo en que quienes han fallecido están en un estado dormido, mas no han
dejado de existir. O si han dejado de existir entonces no están ya dormidos ni
de ningún otro modo.
Aclaremos también, en favor de algunos lectores,
dos puntos básicos:
1- Resucitar significa que el alma recupera su cuerpo (glorificado), no
simplemente que el alma inmortal sigue existiendo tras la muerte.
2- La revelación es progresiva. Los antiguos hebreos iban paso a paso
descubriendo la verdad según Dios, calculando muy bien los tiempos, se la iba
revelando. Ellos, por ejemplo, no sabían que Dios era trino ni muchas otras
cosas que fueron descubriendo poco a poco o que no supieron hasta que Jesús las
mostró. Por tanto en el Antiguo Testamento podemos encontrar algunas creencias
que no muestran la verdad, sino el camino hacia la verdad.
La mayoría de esas citas que das, tomadas del Antiguo Testamento,
reflejan la antigua creencia de que todos los muertos iban al hades y, al igual
que creían muchos griegos, quedaban allí en un estado inconsciente, o
simplemente desaparecían. Incluso en la época de Jesús buena parte de los
judíos aún no creían en la resurrección, aunque ya sí estaba generalizada la
creencia de que el alma (sin cuerpo) iba al cielo o al infierno.
Lo que cree el cristianismo es que tras la muerte habrá un Juicio Final
y entonces resucitaremos todos a salvación o condenación. Esa idea de que desde
que morimos hasta que resucitamos hay que esperar un tiempo es lógica, pues el
Juicio Final se hará con todo el mundo, y por tanto no podría realizarse hasta
el fin de los tiempos, o sea, sería tras el fin de la humanidad. Por lo tanto,
si alguien muere hoy, hasta el fin del mundo no resucitaría.
Y sin embargo la Iglesia primitiva, como puedes comprobar por las citas
de nuestro artículo sobre el cual comentas, creía que al morir, aunque aún
esperando la resurrección del cuerpo, ya ibas al cielo o al infierno, lo que no
deja de ser paradójico porque aún no ha ocurrido el Juicio, que ocurrirá en el
futuro lejano (o no tan lejano). Y esa idea era la que justificaba el que los
santos del cielo (que ya estaban en el cielo) pudieran interceder por nosotros.
Si piensas que la Iglesia primitiva se equivocaba lo entiendo perfectamente,
tiene sentido, pero te explicaré por qué no.
Hace un siglo podría haberte dicho que si los protestantes rechazasteis
las creencias de la Iglesia primitiva, al menos en ese punto parecía tener
sentido, si nos limitamos a la lógica humana. Pero hoy, descubierta ya la
teoría de la Relatividad, podemos comprender por qué las creencias de la
Iglesia primitiva no eran ninguna contradicción, pues si en el plano espiritual
no existe tiempo ni espacio (pues ambas cosas son atributos de la materia, sin
existencia por sí mismas), entonces lo absurdo es pensar que los muertos, que
pasan al plano espiritual, tienen que estar en algún lugar esperando cierto
tiempo. Ni lugar ni espera. Si Pedro muere hoy, ¿a
dónde está durmiendo? ¿Cuánto tiempo va a esperar a la resurrección?
Antiguamente era comprensible que uno se empeñase en pensar con esquemas
espaciotemporales incluso pensando en el Más Allá, pero con lo que hoy sabemos,
tenemos que dar la razón a la Iglesia primitiva, resuelta al fin su paradoja. Y
dicha paradoja se ha resuelto ni más ni menos que dándole la razón a San
Agustín, que fue el primero, al menos conocido, que formuló claramente que el
tiempo y el espacio no forman parte sino del universo físico, aunque no
formulase ninguna teoría científica.
Si leyeras escritos católicos o simplemente de gente católica, verás que
también nosotros, como San Pablo etc., hablamos a menudo de “dormir” para referirnos al “eterno descanso”, pero nunca lo usamos en el
sentido literal de que realmente el muerto está dormido, simplemente es una
forma dulce de referirnos a que está muerto, y así mismo parece usarse en la
Biblia. Si en un epitafio católico lees “María, 9
años, se durmió el 5 de abril, descanse en paz” no pienses que quien tal
escribió está de acuerdo contigo, sólo es una forma bonita de decir que se ha
muerto, al igual que es frecuente la expresión “durmió
el sueño de los justos”, con el significado de que se murió. Te copio
aquí de nuevo una de las citas que muestra el artículo: Entonces [durante la oración eucarística] conmemoramos a aquellos que ya
han dormido: primero a los patriarcas, a los profetas, apóstoles y mártires,
para que a través de sus oraciones y suplicas, Dios reciba nuestras peticiones.
(San Cirilo de Jerusalén. Lecturas catecumenales 23:9, año 350)
Habla de santos “que ya han dormido” y
añade que les rezan “para que a través de sus
oraciones… Dios reciba nuestras peticiones”. Descansar, reposar, dormir,
son formas de expresar la idea de la muerte, pero dicho por un católico (o en
la Biblia) no significa que el alma del difunto esté realmente durmiendo o
sentada en una silla por toda la eternidad. De hecho se da el caso que la misma
Biblia afirma que ese “dormir” es una forma
literaria de expresar el morir, no significa que realmente la muerte sea un
sueño: Dijo esto, y después de esto añadió: Nuestro
amigo Lázaro se ha dormido; pero voy a despertarlo. Los discípulos entonces le
dijeron: Señor, si se ha dormido, se recuperará. Pero Jesús había hablado de la
muerte de Lázaro, mas ellos creyeron que hablaba literalmente del sueño.
(Juan 11:11-14)
Probablemente tú dirás que cuando los protestantes afirman que los
muertos “duermen” no quieren decir que
duerman literalmente, sino que están en un estado similar al sueño (por eso tú,
con buen criterio, pusiste “dormir” entre
comillas). En tal caso estáis interpretando, igual que nosotros, el sentido de “dormir” de forma alegórica, pues dormir sería “entrar en un estado temporal de inconsciencia”, como
en un sueño. ¿Y quién os asegura que vuestra alegoría es la correcta? Nosotros
lo interpretamos de la misma manera en que lo hacían los primeros cristianos (“dormir” es una alegoría de “morir”), los cuales recibieron las explicaciones
doctrinales de los apóstoles o sus discípulos, pero vosotros ¿en qué os apoyáis para pensar que vuestra interpretación
es la correcta? Porque además esa interpretación vuestra hace que muchos
pasajes de la Biblia resulten o bien oscuros o bien incorrectos.
Pero sigamos con tu escrito y veamos algunas de las citas que tan
amablemente nos ofreces. Job, por ejemplo, ni siquiera creía en la
resurrección, por eso se empeña en buscar el premio o castigo en esta vida y no
en la otra, y por tanto citar a Job no tiene ningún sentido en ese punto
concreto, sus creencias sobre el tema no son cristianas, él no cree en la vida
después de la muerte. Y por ejemplo Isaías, al menos interpretado literalmente
como tú pareces hacer, tampoco ha alcanzado aún la revelación del cristianismo
cuando dice, según tu cita: Están muertos, no
vivirán; son sombras que no se levantarán; porque los castigaste y destruiste,
y borraste todo recuerdo de ellos (Isaías 26:14)
Según el cristianismo, si Dios castiga a gente malvada que muere, esos
condenados van al infierno, o según tú, dormirán por cierto tiempo y luego irán
al infierno. Mas no es eso lo que Isaías cree, él dice que han sido destruidos,
sin vida, sombras que ya no resucitarán (o según tu traducción, que no se
levantarán) y su recuerdo desaparecerá, que es lo único que según los antiguos
hebreos podía dar cierta inmortalidad a quien había muerto. Por tanto esa cita
tampoco sirve para demostrar ninguna doctrina cristiana sino sólo para
documentar una antigua creencia judía. Pero peor aún para este caso es tu cita
de Jeremías: Porque el sepulcro no te exaltará, ni
te alabará la muerte. Ni los que descienden al hoyo esperarán en tu fidelidad. (Isaías
38:18)
Además de que, como veremos más adelante, esto contradice otra cita
bíblica, de nuevo vemos aquí la idea no de que los muertos duermen, sino que
dejan de existir, y por tanto, buenos o malos, una vez muertos ninguno “esperará en tu fidelidad”. Incluso tú mismo has
de ver que cuando alguien muere, al menos si es bueno, esperará en la fidelidad
del Señor el día de la resurrección, aunque sea dormido.
Igual podría ofrecerte yo, como tú has hecho, un montón de citas del
Antiguo Testamento para defender la muy poco cristiana creencia de que los
muertos, que van todos al reino de las sombras, llamado allí hades o sheol o
infierno (en el sentido judío), tienen ese destino independientemente de que
sean o no justos, y sólo en algunos casos, por deseo del Altísimo, esos muertos
que allí son sólo sombras vuelven a la vida, que no al cielo: Yahvé da muerte y vida, hace bajar al sheol y retornar (1
Samuel 2:6)
Evidentemente esa cita no puede usarse para discutir ninguna doctrina
cristiana, pues Jesús nos reveló algo muy distinto, aunque cierto es que el
concepto de sheol y de qué nos espera tras la muerte es muy ambiguo en el
Antiguo Testamento y se podrían hacer interpretaciones para todos los gustos,
lo que también se ven en las traducciones a veces muy diferentes que existen. Y
si crees que los salmos muestran con claridad la misma doctrina que el
cristianismo, puedes ver montones de citas que dicen lo contrario, como esta: Por eso se me alegra el corazón, mis entrañas retozan, y
hasta mi carne en seguro descansa; pues no has de abandonar mi alma al sheol,
ni dejarás a tu amigo ver la fosa (Salmo 16[15]:9-10).
¿Está diciendo el salmista que Dios no permitirá
que muera? Hasta el
mismo Jesús “vio la fosa”. Incluso para un
judío de entonces tal afirmación es metafórica, y así la entendería, pero al
parecer la interpretación que tú haces en tus citas es siempre literal (creo
yo), mas si hiciéramos lo mismo con este salmo, quedaríamos perplejos y
pensaríamos que tal vez todas nuestras creencias son falsas o algo por el
estilo, pues en estos salmos no vemos que tras la muerte tengamos un cielo o un
infierno esperando.
Esta otra cita tampoco parece de doctrina muy cristiana: “Embriagaré a sus príncipes y a sus sabios, a sus
capitanes, a sus nobles y a sus fuertes. Y dormirán el sueño eterno y no
despertarán” —dice el Rey, cuyo nombre es el Eterno Todopoderoso.
(Jeremías 51:57)
Tú la usas para intentar demostrar que los muertos duermen, pero aquí
ese sueño del que hablas parece ser eterno y sin fin, “no
despertarán”. Si lo interpretamos literalmente tendríamos que admitir
que los muertos duermen, y también que no hay ni cielo ni infierno, al menos
para algunos. Esta otra cita, sin embargo, parece más clara a tu favor: Porque David no subió al cielo, pero él dice: “Dijo el
Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra…” (Hechos 2:34)
Pero sólo lo parece, porque San Pablo podría estar refiriéndose
simplemente a que cuando David dijo esa frase, no estaba en el cielo, sino aún
vivo. Pero bien podría ser que sí quiso San Pablo decir que al momento de
escribir su carta el rey David aún no estaba en el cielo. En ese caso
tendríamos que contextualizarla para entenderla. Si Jesús nos trajo la
salvación, antes de Jesús nadie podía acceder al cielo, sea al momento o
esperando al Juicio. San Pablo, como todo el mundo antes, pensaba que el
espacio y el tiempo eran cosas que tenían existencia propia (la Biblia no es un
libro de ciencias), por tanto en el Más Allá también existía el tiempo y el “antes” y “después”.
Por eso el mismo Nuevo testamento sugiere que Jesús bajó a los “infiernos” a sacar de allí las almas de los
justos que estaban “esperando”. La propia
Iglesia primitiva desarrolló esta creencia y fruto de ello es el Evangelio
apócrifo de Nicodemo, en el capítulo XVII, donde se explica tal suceso con todo
lujo de fantasiosos detalles (puede descargárselo aquí). Es de suponer que los
primeros cristianos recibieran por predicación oral más detalles sobre el tema,
pero lo que la Biblia nos dice al respecto, más que explicar la bajada de Jesús
a los infiernos, da el asunto por ya sabido y sólo encontramos algunas
referencias a dicho suceso. Hablando de Jesús dice: “Este
que bajó es el mismo que subió” (Efesios 4:9-10)
Bajó a “los infiernos”, o sea, al
hades, la morada de los muertos y luego subió de los infiernos al resucitar. Si
queda duda, más claro es Pedro aquí: …por eso hasta
a los muertos se ha anunciado la Buena Nueva, para que, condenados en carne
según los hombres, vivan en espíritu según Dios (1 Pedro 4:6)
Vemos que alguien ha predicado la Buena Nueva de Jesús entre los muertos
(en el hades), y sabemos que quien lo hizo fue el mismo Jesús porque ya nos lo
había dicho un poco antes: Porque también Cristo
padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos
a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en
el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro
tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días
de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir,
ocho, fueron salvadas por agua. (1 de Pedro 3:18-20)
Según esta cita, los “espíritus
encarcelados” son las almas de los pecadores que ofendieron a Dios en
tiempos de Moisés, y que en el capítulo siguiente son nombradas como “los muertos”, así que se trataría del hades o del
infierno. Y Jesús tras ser “muerto en la carne”, antes
de resucitar, aún sólo espíritu, “fue y predicó a
los espíritus encarcelados”. Jesús al morir no estuvo dormido esperando
la resurrección, y al igual que su resurrección fue señal de la nuestra, sus
actividades entre muerte y resurrección podrían ser interpretadas igualmente
como señal de la nuestra. Pero si decidimos que tal no es el caso porque siendo
Dios es lógico pensar que él no podía estar esos tres días dormidos (aunque
digo yo que por qué no, si siendo Dios dormía por las noches mientras estuvo
con nosotros), decíamos que si negamos que Jesús sea en este caso ejemplo para
nosotros, aun así quedaría la clara idea de que bajó a predicar a los muertos.
Si la Biblia en repetidas ocasiones afirma que Jesús predicó a los
muertos… ¿cómo es que pudo predicarles si estaban
dormidos? Si los muertos duermen y están inconscientes, la predicación
de Jesús sería inútil y entonces Jesús habría empleado esos tres días claves en
perder el tiempo. Por lo tanto, esta cita de Pedro sólo tiene sentido si
admitimos que los muertos pudieron escuchar a Jesús, y por tanto no estaban
dormidos. Pero ya de paso no dejaremos la oportunidad de señalar algo más: si esa gente pecadora, que sufrió el castigo divino por
su maldad, estaba en el infierno, según el mismo Jesús nos dijo vana era ya su
esperanza y por tanto, nuevamente, inútil su predicación, pues del infierno no
se puede salir. Por tanto habría que suponer que no estaban en el
infierno, pero tampoco en el cielo por la sencilla razón, diría un protestante,
de que aún no ha llegado el Día del Juicio Final.
Esta idea de que “aún no ha llegado” y
por tanto tienen que esperar, nos obligaría a suponer que San Agustín y
Einstein y la ciencia entera se equivocan al pensar que el tiempo y el espacio
son atributos de la materia y sólo en ella existen. Pero incluso si admitimos
tal cosa, volvemos a caer en el catolicismo, pues siendo que tal lugar no es
cielo ni infierno… entonces ¿qué es? Tendríamos
que decir que es limbo o purgatorio, y ninguna de las dos cosas podrían ser
admitidas por un protestante, así que se mire por donde se mire, las creencias
del apóstol Pedro chocan con las de los protestantes y las contradicen. Sin
embargo para un católico no existe en esta cita ninguna dificultad.
Frente a esto, he oído a protestantes decir que esos “espíritus encarcelados” no se refieren a hombres
muertos, sino que la Biblia usa “espíritus” para
referirse a los ángeles, por tanto serían demonios. No sé si tiene sentido
predicar a los demonios pues ellos, “estando” en
el infierno, tampoco de él pueden ya salir, con lo cual volvemos al absurdo de
que Jesús empleó tres días claves en perder el tiempo predicando a quien no lo
puede aprovechar. Además la palabra “espíritus” puede
referirse a los ángeles pero igualmente a los muertos, y de hecho en esa misma
cita se está usando para referirse al mismo Jesús descarnado, o sea, muerto y
aún sin resucitar. Por tanto esa típica explicación, además de improbable no
resuelve el problema al que se enfrenta un protestante. Y fíjate también en
esta otra: al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra y en los abismos (Filipenses 2:10)
Si los muertos están dormidos, malamente podrán doblar su rodilla ni
hacer nada. Y si suponemos que esas rodillas del cielo y los abismos son las de
ángeles y demonios, nos encontramos con que los demonios han de arrodillarse
ante Jesús. Sería como pedir que los ángeles blasfemen contra Dios, tal cosa no
tiene sentido. Los demonios podrían temer a Dios, pero nunca lo adorarían. Por
tanto San Pablo se está refiriendo a los vivos y a los muertos. Veamos otra de
tus citas: Yo embriagaré a sus príncipes y a sus
sabios, a sus gobernadores, a sus prefectos y sus guerreros: ellos dormirán el
sueño eterno y no se despertarán –así dice el Rey cuyo nombre es Señor de los
ejércitos–. (Jeremías 51:57)
Si interpretamos esta cita de forma literal, el mismo Dios dice que “dormirán el sueño eterno y no despertarán”. O
sea, nada de esperar la resurrección para ir al infierno y sufrir su justo
castigo, no; duermen, pero para siempre. Si según tú ese dormir es más o menos
literal (= inconsciencia), entonces tendrá también que ser literal el “sueño eterno” y el “no
despertarán”, lo cual nos llevaría a la conclusión de que tras la muerte
no habrá ni cielo ni infierno, sino sólo una humanidad eternamente dormida, sin
provecho ni sentido alguno ni para nosotros ni para el mismo Dios. Y si total
nos espera una eterna inconsciencia ¿qué más da
entonces la fe o las obras en esta vida si todos acabaremos del mismo y absurdo
modo?
Cuando verdaderamente vemos claro en la Biblia la creencia en la
resurrección y en que nuestro destino tras la muerte será de premio en el cielo
o de castigo en el infierno es en el segundo libro de Macabeos. Pero hay un
gran problema con este libro, que allí mismo también se muestra la creencia en
el purgatorio y que se puede rezar por los muertos. Cuando Lutero rompió con la
Iglesia, una de las principales fuentes de conflicto (de hecho la causa
principal y primera) fue el bochornoso tratamiento de las indulgencias, y eso
estaba íntimamente relacionado con la creencia en el purgatorio y las oraciones
por los difuntos. Eso fue por sí mismo motivo más que suficiente para que
Lutero declarase que Macabeos y algunos otros libros “demasiado
católicos”, no eran Palabra de Dios y por tanto no formaban parte
estricta de la Biblia. De ese modo era mucho más fácil para un protestante
decir que ciertas ideas católicas no se encontraban en la Biblia. También quiso
suprimir libros excesivamente católicos del Nuevo Testamento, como la epístola
de San Juan o el mismo Apocalipsis. De haberlo conseguido tendrían los
protestantes aún más argumentos para decir que estas o aquellas creencias
católicas no están en la Biblia. Si alguien eliminase de la Biblia todos los
libros del Nuevo Testamento, podría afirmar con certeza que Jesús es
antibíblico (según su Biblia, claro).
Si de verdad Jesús, en sus años de predicación, pensase que los muertos
están dormidos esperando la resurrección, ¿cómo se
le ocurrió contarnos algo tan contrario como esto?: Cuando el pobre murió, los
ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Tiempo después murió también el rico, y
fue enterrado. Y sucedió que, estando el rico en el abismo, levantó los ojos en
medio de los tormentos y vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su compañía.
Entonces exclamó:… (Lucas 16:22-24) etc. (leer historia completa)
Se supone que ambos, Lázaro y el rico, deberían están durmiendo, y por
tanto ni hablando ni sufriendo ni disfrutando de nada, y tampoco en el cielo ni
en el infierno, pues habrían de esperar al Juicio Final. Sería absurdo pensar
que Jesús nos cuenta una historia sobre el cielo (si no me equivoco la única
que habla del cielo y del infierno sin recurrir a simbolismos) y nos lo
presenta de forma totalmente incorrecta. Menudo maestro sería en tal caso si
utiliza una historia para crearnos tal confusión, pues aquí vemos que nada más
morir, tanto el uno como el otro van directamente al cielo o al infierno, y
allí presentes, hablan y se preocupan de lo que en la tierra acontece.
Un detalle a tener en cuenta es que la historia de Lázaro y el hombre
rico suele suponerse parábola, pero tiene en realidad todos los signos de ser
verdaderamente un suceso real, pues no encaja con los parámetros de las
parábolas. Las parábolas son relatos de sucesos terrenales que se usan como
analogías para explicar cosas espirituales. Sus personajes y acciones son
simbólicos y arquetípicos, nunca se habla de gente concreta con nombres
propios. En cambio aquí Jesús nos está hablando de personas concretas con
circunstancias concretas y nos cuenta lo que les sucedió en la tierra y luego
en el cielo sin usar simbologías terrenas. Todo eso hace pensar que no nos
encontramos aquí con una parábola sino con un suceso histórico. Mas si pensamos
que es parábola, lo muy peculiar de su estilo la convertiría en una parábola
que no puede ser interpretada como alegoría, sino como descripción real, que si
no ocurrió realmente así, al menos se trata de algo que perfectamente podría
haber ocurrido exactamente así. Por todo ello sería un error interpretar
alegóricamente una historia que no está escrita en modo de alegoría sino a modo
de crónica. Más citas: Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por
qué me has inquietado haciéndome venir” Y Saúl respondió… (1 Samuel
28:15)
En esta escena Samuel está muerto y Saúl lo ha convocado. La Biblia
condena esto de convocar a los difuntos, pero el hecho de que Saúl convoque al
espíritu de Samuel y éste acuda, aunque sea para reprochárselo, contradice la
idea de que los muertos no se enteran de nada ni pueden escucharnos. Otra cita:
Y se les apareció Elías junto con Moisés, y estaban
hablando con Jesús. (Marcos 9:4)
En la Transfiguración Jesús aparece hablando con Moisés y Elías. Puesto
que Elías fue arrebatado al cielo en un carro de fuego, los protestantes dicen
que el espíritu de Elías está vivo y consciente porque subió al cielo sin
morir, y por eso no está dormido, y por tanto suponen que a Moisés le ocurrió
lo mismo. Pero si suponemos que Moisés corrió la misma suerte que Elías, o que
fue resucitado por favor especial, entonces resulta pasmoso que tal enorme
dignidad haya sido en la Biblia silenciada acerca de nada menos que Moisés,
teniendo en cuenta que hoy en día, según los protestantes, en el cielo sólo
habitan Dios, Elías, Enoc y Moisés (y los ángeles). Siendo Enoc alguien de
quien apenas se cuenta nada, sí nos dice la Biblia que subió al cielo sin
conocer la muerte, ¿y de Moisés se callaría? Del
destino de Moisés lo que la Biblia únicamente cuenta es esto: Y murió allí Moisés, siervo del señor, en la tierra de
Moab, conforme al dicho del Señor. (Deuteronomio 34:5)
Pues fíjense que sí se nos habla de su muerte, y ciertamente dice la
Biblia “murió allí”, no que fuese ascendido vivo al cielo, que sí se nos dice
de Enoc, de Elías y de Jesús. Y si eso no basta tenemos otra cita, esta vez del
Nuevo Testamento: Y, sin embargo, la muerte ejerció
su imperio desde Adán hasta Moisés, incluso sobre quienes no pecaron con una
transgresión como la de Adán, que es figura del que había de venir. (Romanos
5:14)
La Biblia no dice que Jesús murió y ascendió al cielo, o que Elías murió
y fue arrebatado en un carro de fuego, no, ellos estaban vivos cuando
ascendieron o fueron ascendidos, el uno por no haber muerto y el otro (Jesús)
por haber resucitado, pero de Moisés la Biblia es muy clara, dice que murió, y
según las creencias protestantes, tras morir tuvo que haber entrado en un
estado de inconsciencia hasta el fin de los tiempos. Pero luego lo vemos
hablando con Jesús en la tierra. Y en la epístola de Judas no se nos habla de
que Moisés subiera al cielo en cuerpo y alma, sino todo lo contrario, que el
ángel y el diablo se peleaban por llevárselo, lo cual también contradice la
idea de que al morir duermes y hasta el Juicio no serás despertado y juzgado,
según Judas Moisés murió y fue juzgado (juicio representado por esa simbólica
lucha del ángel y el diablo por su alma): Pero
cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo disputando con él por el
cuerpo de Moisés… (Judas 1:9)
Que en esa “pelea” ganó el ángel y se
lo llevó al cielo, lo sabemos por lógica y porque como ya vimos aparecerá luego
Moisés junto con Elías hablando con Jesús en la Transfiguración.
Sin embargo tú das una versión de los hechos más sensata al afirmar que
Moisés, tras morir, “fue resucitado, glorificado y
llevado así al cielo”, y de ese modo aceptas, como dice la Biblia, que
Moisés murió. Sólo hay un problema con tu explicación (que otros protestantes
también usan), que la Biblia tampoco dice absolutamente nada que nos lleve a
pensar semejante cosa. Y puesto que tú eres protestante y lo que no está
escrito en la Biblia no puede ser cierto, al igual que imagino que tú negarás
que la Virgen María fuese “resucitada, glorificada
y llevada así al cielo” en cuerpo y alma, yo te aplico a ti la misma
regla y declaro que no puedes creer de ningún modo que Moisés disfrutara de eso
mismo, pues al no decir la Biblia nada de ello tal creencia sería, según
vuestros parámetros, antibíblica. Para afirmar lo que afirmas tendrías antes
que hacerte católico, pero a continuación tendrías que negar tu afirmación
porque tal idea tampoco se encuentra en la Tradición oral de la Iglesia
primitiva. A mayores, creer que Moisés fue muerto y glorificado y resucitado
entraría en contradicción con la cita bíblica en donde se nos dice que la
resurrección de Jesús fue la primicia y anuncio de la de los hombres, con lo
que la primicia no pudo haberla tenido ya Moisés: Mas
ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es
hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre
la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también
en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo,
las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. (Corintios
15:20-23)
Y algunos pueden pensar que en cualquier caso Jesús no fue el primero en
resucitar, pues ya en el Antiguo y Nuevo Testamento encontramos personas
muertas que han sido resucitadas. Todas esas personas murieron, y al poco un profeta
o Jesús las devolvió a la vida y siguieron viviendo hasta que de nuevo murieron
y resucitaron en cuerpo glorioso para ir al Más Allá. Cuando Jesús resucitó al
hijo de la viuda de Naím, por ejemplo, no fue que el hijo resucitó en cuerpo
glorioso y fue al cielo, fue simplemente que el cadáver fue reanimado. Eso no
es “la resurrección de la carne”, sino la
reanimación de un cadáver. Por tanto sí es exacto decir, como nos dice la
Biblia, que Jesús fue el primero en resucitar, “las
primicias de la resurrección” (quienes afirman que en esta cita “las primicias” se refiere a toda la gente que
vivirá “el Rapto” es que no sabe lo que
significa la expresión “las primicias”). Si
Moisés hubiera muerto, resucitado con cuerpo glorioso y ascendido al cielo,
entonces las primicias serían Moisés, no Jesús. Menudo chasco para el
cristianismo.
Por tanto, sigo sosteniendo que la escena de la Transfiguración es uno
de los elementos bíblicos que con más fuerza imposibilitan esa idea moderna de
que los muertos duermen. Otra cita importante en el mismo sentido: Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a
establecer tu Reino». Él le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás
conmigo en el Paraíso». (Lucas 23:42-43)
Jesús le promete al buen ladrón que estará con él en el Paraíso “hoy”, no dentro de milenios. He leído artículos
en donde intentaban explicar que cuando Jesús dijo ahí “Paraíso”
no se refería al cielo, sino a un estado de paz, y por tanto Jesús no
quería decir que el buen ladrón estaría en el cielo ese mismo día, sino que
antes de morir tendría paz. ¿En serio? En
tal caso el pobre ladrón se llevó una buena desilusión, y con razón, pues lo
que él pidió nada tenía que ver con eso. Otra.
Me siento urgido de ambas partes: deseo irme
para estar con Cristo, porque es mucho mejor, pero por el bien de ustedes es
preferible que permanezca en este cuerpo. (Filipenses 1:23)
En la segunda cita San Pablo dice que preferiría irse (morir) y así
estar con Jesús, pero no dentro de milenios, sino ya mismo, por eso dice “me siento urgido”, urgencia, ya mismo. Si pensara
que tiene que esperar muchos años o siglos o milenios o quién sabe, ¿dónde estaría la urgencia? Igual podría vivir
cien años sirviendo aquí a los cristianos y morir luego. Si él siente urgencia
por estar con Jesús es porque piensa que en cuanto muera podrá estar con él.
Y de paso fijémonos en un pequeño detalle, dice San Pablo “es preferible que permanezca en este cuerpo”. Si
nos lo tomamos al pie de la letra podríamos usar esta cita para afirmar que San
Pablo no creía en la resurrección de la carne, pues en esta cita parece que ir
al cielo con Jesús supone abandonar el cuerpo, y seguir vivo en la tierra
supone “permanecer en este cuerpo”. Pero los
cristianos creemos que después de morir (al instante o tiempo después, según
católicos o protestantes) resucitaremos en nuestro cuerpo glorioso y después
tendremos el Juicio y después iremos al cielo o al infierno. Lo que San Pablo
afirma, como se puede ver, no encaja para nada con este esquema, él parece
creer que si muere va derecho al cielo y sin cuerpo alguno. A no ser que
pensemos que el cuerpo glorioso no es “este cuerpo”
glorificado sino un cuerpo nuevo y diferente, lo cual tampoco es
creencia cristiana. Pero el mismo San Pablo es quien más detalles nos da sobre
la resurrección de la carne y nuestro cuerpo glorioso, así que tal conclusión
sería errónea. Este detalle sirve para ver claramente que cuando una persona
intenta interpretar citas bíblicas fuera del Magisterio y la Tradición de la
Iglesia, es muy fácil “rayarse” y acabar
viendo lo que no es. Y el método protestante de interpretación bíblica (cada
uno puede interpretar la Biblia por su cuenta) se presta totalmente a ello.
Pero volvamos al tema de nuestra carta. Otra cita. Cuando
abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido
muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían, y
clamaban a gran voz diciendo… (Apocalipsis 6:9-10)
Esta escena ocurre hacia el principio del Apocalipsis, el Juicio Final
ocurre hacia el final del mismo libro. O sea, mucho antes del Juicio nos
encontramos a los mártires muertos hablando con Dios en el cielo y
pidiendo vengar sus crímenes. Según los protestantes deberían estar durmiendo.
Vale que estén ya en el cielo sin juicio alguno por ser mártires, pero
dormidos.
Pero los protestantes entonces señalan a la continuación de esta cita,
en donde “se les dijo que descansasen todavía un
poco de tiempo hasta que se completara el número de sus consiervos y sus
hermanos que también habían de ser muertos como ellos“; pero ese “descansad un poco más” no implica que se vuelvan
a dormir, simplemente que no se afanen aún en buscar venganza de sus asesinos
(que siguen vivos) porque la retribución no llegará hasta el fin de los tiempos
(en el Juicio). En cualquier caso, el hecho de que Dios y los muertos estén en
tal conversación implica que los muertos no están en estado inconsciente hasta
la Resurrección, en el futuro, sino que son seres con consciencia y voluntad, y
que son capaces de hablar con Dios y pedirle cosas, que es lo que nosotros
afirmamos.
Pero los cristianos católicos no negamos las otras citas en donde la
Biblia nos habla de que la gente irá al cielo o al infierno después del Juicio
Final, el cual ocurrirá al final de los tiempos. Los protestantes creen que esa
fase de dormición y espera es la única que la Biblia defiende, nosotros creemos
que lo que dicen unas citas es correcto y lo que dicen las otras también es
correcto, sin necesidad de retorcer los significados hasta hacerlos poco o nada
creíbles. Dicho de otro modo, el catolicismo siempre ha aceptado la paradoja de
que estas dos verdades, aparentemente contradictorias, son ciertas al mismo
tiempo.
NI DORMIR, NI CIELO
NI INFIERNO: EXTINCIÓN Y TODO LO CONTRARIO
Para que se vea bien que una o un puñado de citas no hacen doctrina,
excepto cuando consideramos globalmente la Biblia entera, vamos a dar varias
citas que parecen contradecir en parte o en todo la doctrina cristiana de
católicos o protestantes. Por ejemplo estas afirman que cuando morimos
simplemente desaparecemos sin más nada, o al menos algunos sí desaparecerán, o
al menos dormirán eternamente sin sufrir premio ni castigo alguno.
Entonces, ¿por qué no perdonas mi transgresión y
quitas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo; y tú me buscarás, pero
ya no existiré. (Job 7:21)
Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y
lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así
mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el
hombre que la bestia; porque todo es vanidad (Eclesiastés 3:19)
Está diciendo aquí que los hombres, igual que los animales, al morir se
acabó, no hay diferencia. En realidad, buscando citas bíblicas podemos
encontrar toda una gama de creencias, como que al morir no desaparecemos pero
dormiremos eternamente (ya vimos la cita) o que algunos serán despertados para
recibir premio o castigo y otros seguirán durmiendo, o que los justos
despertarán al cielo y los otros seguirán durmiendo, etc, etc, etc. Por ejemplo
compare estas dos afirmaciones: “Y muchos de
los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados” (Daniel
12:2) “Porque vendrá la hora cuando todos los que
están en los sepulcros oirán su voz..”. (Juan 5:28)
En la primera cita se dice que “muchos” muertos
serán despertados, se supone que el resto seguirá durmiendo eternamente. En la
segunda cita se dice que “todos” los muertos
serán despertados y resucitarán para premio o castigo. Pero ya vimos a Isaías
decir que los malvados nunca despertarán: Están
muertos, no vivirán; son sombras que no se levantarán; porque los castigaste y
destruiste, y borraste todo recuerdo de ellos. (Isaías 26:14)
Y el salmo 88 dice que incluso Dios se olvida de
los muertos.
Yo tengo mi lecho entre los muertos, como los
caídos que yacen en el sepulcro, como aquellos en los que tú ya ni piensas,
porque fueron arrancados de tu mano. (Salmo 88)
Pero el salmo 139 dice lo contrario, que incluso en
el Sheol está Dios: Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si
hiciere mi estrado en el Sheol, hete allí. (Salmos 139:8)
Claro que ya vimos que según la Biblia Jesús, tras morir, bajó al hades
a predicar a los muertos y que los muertos del sheol se arrodillan ante él en
adoración, y sin embargo en el Antiguo Testamento se nos dice que los muertos
ni pueden adorar a Dios ni pueden escuchar su predicación: Porque el Seol no te confesará, ni te alabará la muerte;
ni los que descienden en el hoyo esperarán tu verdad. (Isaías 38:18)
Sólo para dejar claro que en la Biblia encontramos citas para todos los
gustos si queremos valorarlas aisladamente y si nos olvidamos de que la
revelación es progresiva. Tal como comentamos anteriormente, es muy peligroso
ponerse a interpretar citas bíblicas por cuenta propia, y ofrecer citas
bíblicas no es garantía de verdad en sí mismo. Cualquier persona que conozca
bien la Biblia sería fácilmente capaz de confundir a un creyente haciéndole
creer que la Biblia dice tal o cual verdad aunque sea totalmente lo contrario.
Y por último, dejemos la Biblia para dar otro dato interesante: las
experiencias de la vida después de la muerte (NDE). Toda la gente que afirma
haber muerto durante cierto tiempo y luego ha vuelto a la vida (reanimados, que
no resucitados), lo mismo católicos que protestantes y aún de otras creencias,
afirman que al morir iban hacia una luz o un ángel o persona venía a por ellos
y cuentas todo lo que vieron, oyeron y hablaron en esas visiones, generalmente
beatíficas, hasta que vuelven a su cuerpo. Si al morir cayésemos en la
inconsciencia absoluta, nadie tendría ninguna experiencia de estos hechos
ocurridos al abandonar su cuerpo, y lo curioso es que muchos protestantes
cuentan sus experiencias sin caer en la cuenta de que su propia experiencia
está yendo en contra de su protestantismo. Del mismo modo muchos afirman haber
entrado en el cielo o haber ido camino de él (del infierno ya no podrían
regresar), lo cual contradice igualmente su idea de que tras la muerte el alma
no va ni al cielo ni al infierno hasta que llegue el Juicio, que sería al final
de los tiempos. Un enorme bestseller en Estados Unidos hace tres años (Heaven
is for Real) está escrito por un pastor evangélico fundamentalista que nos
describe con todo detalle las experiencias postmortem de su hijo, que fue declarado
muerto por los médicos y que tiempo después volvió a la vida dando también
detalles claros de cosas que habían sucedido dentro y fuera de su habitación
durante la operación. El padre considera todo ello como cierto, y sin embargo
en ningún momento se hace la pregunta de ¿entonces
estamos equivocados al pensar que los muertos pierden su consciencia al morir? Pues
si crees que es de día pero niegas que exista la luz ¿cómo
puedes creer que es de día?
CONCLUSIÓN
Pensemos lo que pensemos, vimos ya que en la Biblia
encontraremos citas para todos los gustos, principalmente tres categorías:
1- Al morir desaparecemos o entramos en un estado eterno de inconsciencia
en el limbo o algo similar.
2- Al morir quedamos en estado suspendido (dormido, inconsciente) en el
limbo o algún sitio similar hasta que el Día del Juicio, al final de los
tiempos, Dios nos resucite y juzgue y envíe al cielo o al infierno.
3- Al morir, en ese momento Dios nos juzga y vamos al cielo o al infierno
(o al purgatorio).
La primera idea sólo corresponde con las antiguas creencias judías, que
así se reflejan en el Antiguo Testamento, pero Jesús, en la plenitud de la
revelación, dejó atrás.
La segunda y tercera ideas son cristianas, y el Nuevo Testamento afirma
claramente ambas cosas así que de un modo u otro, ambas deberían ser ciertas, a
pesar de que son incompatibles en cuanto al tiempo (¿cuándo
es el Juicio y la resurrección, al morir o al final de los tiempos?).
Ante esta aparente contradicción la Iglesia siempre reaccionó aceptando ambas
cosas como ciertas aun sin comprender bien de qué modo podían ambas ser
posibles. Cuando apareció el protestantismo, éste resolvió la paradoja negando
las antiguas creencias y diciendo que sólo la idea 2
era cierta y la 3 no lo era, lo cual
resolvía la paradoja al tremendo precio de alejarse de la Iglesia primitiva y
de tener que ignorar o darle vueltas a todas las citas que expresaban la idea
tercera para presentarlas como si en realidad también quisiesen expresar la 2.
La Iglesia fue sabia al aceptar como verdaderas la 2 y la 3 aunque
no comprendiera bien de qué modo ambas podían ser ciertas, pues estaba claro
para los primeros cristianos que ambas cosas eran ciertas, pues así se lo
enseñaron y como tal las mantuvieron. El pionero de San Agustín ya resolvió la
paradoja no negando nada, sino estableciendo que el tiempo y el espacio eran
atributos del mundo físico. Esa misma idea, que durante milenio y medio era una
teoría teológica, se convirtió en realidad científica cuando Einstein la
propugnó en su Teoría de la Relatividad y la ciencia moderna pudo luego
demostrar que era cierto. De este modo sabemos hoy que en el mundo espiritual
no existe ni espacio ni tiempo, y por tanto no es necesario ni posible
preguntar dónde ocurre algo ni cuándo ocurre. La misma idea de “esperar” implica tiempo, y decir que los muertos
esperan hasta el Juicio Final es cierto desde la perspectiva de los que
habitamos la tierra, pero deja de tener sentido en cuanto nos trasladamos al
cielo. Por tanto quienes pasan al plano espiritual no están en ninguna parte
esperando a nada, ya están disfrutando del cielo o penando en el infierno. El
mismo purgatorio sería una purificación por la que atravesaría el cristiano
impuro para entrar en el cielo, pero tampoco tiene ya ningún sentido discutir
de dónde se encuentra el purgatorio o cuánto dura. Lo mismo sirve para el
concepto de limbo, que la Iglesia sabiamente utilizó, porque en un esquema
espaciotemporal es imprescindible contar con ello, pero nunca llegó a aceptar
oficialmente como doctrina porque no tenía ninguna base bíblica ni se hallaba
en la Tradición de la Iglesia primitiva.
Por lo tanto, no podemos hoy sostener la idea de que los muertos están
dormidos esperando el fin de los tiempos. Ni la Biblia ni la ciencia nos
permiten suponer que la idea 2 sea falsa
mientras sólo la 3 es verdadera.
Sorprendentemente, hoy podemos afirmar que el Juicio Final ocurrirá al final de
los tiempos, con toda la humanidad cumplida, y al mismo tiempo afirmar que
cuando alguien muere inmediatamente pasa por ese juicio. Todo depende de si
estamos mirando el fenómeno desde aquí o desde allí. Es por eso que la idea de
que nuestros difuntos están allá en el cielo (esperemos) y nos pueden escuchar,
santos oficiales incluidos, no sólo no contradice sino que encaja perfectamente
con lo que la Biblia, además de la Tradición, nos cuenta.
En la Biblia Jesús habla muchas veces del cielo, pero usando símbolos y
analogías. Las dos únicas veces en las que el Nuevo Testamento nos habla con
claridad y detalle del cielo son en la historia del mendigo Lázaro y en el
Apocalipsis, y en ambos casos se nos muestra claramente a los muertos bien
despiertos y actuando e interactuando, y preocupados de lo que en la tierra
sucede.
Y otra aclaración. No creemos en un lugar llamado sheol (morada de los
muertos), eso es creencia de los antiguos hebreos, que aún no conocían bien la
revelación, pero incluso si el sheol existiera, no tiene sentido utilizar citas
sobre el sheol, como muchos hacen, para con ellas negar que los santos estén despiertos
y puedan comunicarse con nosotros. Nuestros santos están en el cielo, no en el
sheol, así que lo que ocurra en el sheol no tiene ninguna relevancia para este
asunto.
Baste para terminar señalar que los cristianos católicos, también en
este asunto, estamos de acuerdo con lo que la Iglesia primitiva defendía. Los
protestantes no. Complicado defender la idea de que el Dios Todopoderoso se
hizo hombre, predicó la Verdad, y a los tres días sus seguidores ya eran todos
una panda de herejes desorientados y confusos. ¿Tan
mal predicó Jesús? ¿Tan mal lo hicieron sus apóstoles? ¿de tan poco sirvió la
protección del Espíritu Santo que envió Jesús a su Iglesia al marcharse?
Yo, desde luego, no lo creo así, la Verdad que trajo Jesús fue por su gracia
fielmente preservada en su Iglesia. Fuera de ella es lógico y normal que el
tiempo vaya haciendo mudar las ideas.
Jesús les respondió… Que los muertos van resucitar,
Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el
Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Porque él no es Dios de
muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él. (Lucas 20:34..7-38)
APÉNDICE
Nos han recordado un argumento que algunos protestantes y
paraprotestantes dan para afirmar que al morir no vamos al cielo o infierno,
sino que esperamos nuestro premio o castigo durmiendo. De entrada el argumento
nos pareció poco sólido pero hemos creído conveniente añadir un apéndice sobre
ello tras comprobar que en muchos sitios de internet se utilizan estas dos
citas para “demostrar” su doctrina de la
dormición. Se trata ni más ni menos que de dos citas del mismo Jesús. Empecemos
por la escena del Jesús resucitado a María Magdalena.
NOLI ME TANGERE
Entonces Jesús la llamó por su nombre:
— ¡María!
Ella se volvió y exclamó en arameo:
— ¡Rabboní! (que quiere decir “Maestro”).
Jesús le dijo:
— No me retengas más, porque todavía no he ido a mi Padre. Anda, ve y diles a mis hermanos que voy a mi Padre, que es también vuestro Padre; a mi Dios, que es también vuestro Dios.
(Juan 20:16-17)
— ¡María!
Ella se volvió y exclamó en arameo:
— ¡Rabboní! (que quiere decir “Maestro”).
Jesús le dijo:
— No me retengas más, porque todavía no he ido a mi Padre. Anda, ve y diles a mis hermanos que voy a mi Padre, que es también vuestro Padre; a mi Dios, que es también vuestro Dios.
(Juan 20:16-17)
El argumento de ellos, no sin lógica, es que si tras resucitar Jesús
dice que “aún no he subido al Padre”, eso
demuestra que cuando Jesús murió no subió al cielo, sino que permaneció dormido
en su tumba, pues tal es como acontece a quienes mueren. Para no alargar este
apéndice, en lugar de entrar en explicaciones más profundas, contextualizando
más las cosas y entrando en sutiles debates científicos y teológicos, vamos a
dejar a un lado la noción de que en el Más Allá no hay espacio ni tiempo y
vamos a dar una explicación más simple y más apegada a la Biblia, pues eso hará
que sea también más efectiva.
El principal error de este argumento es suponer que si al morir Jesús no
estuvo con el Padre, entonces necesariamente tuvo que estar “durmiendo”. Pero es la propia Biblia la que nos
da otra alternativa: Jesús estuvo… en los
infiernos! Bueno, en realidad esos “infiernos” no se refieren al infierno
eterno, sino al Más Allá, al Hades o como queramos llamarlo. Sea donde sea que
estuvo el caso es que allí no estuvo dormido, sino muy activo: Fue entonces
también cuando proclamó su mensaje a los espíritus que se hallaban en prisión (1
Pedro 3:19)
Y nada más diremos sobre esta cita porque ya ha sido comentada en este
artículo. Hay otra cita que incide en la misma idea: Si
“subió”, como dice, ¿no supone que previamente había bajado a lo profundo de la
tierra? (Efesios 4:9)
Esto debería bastar para ver que, según la Biblia, Jesús no estuvo
dormido en estado inconsciente durante esos tres días (o más exactamente un día
y dos trozos). Pero entonces, ¿qué quiere decir
Jesús cuando dice “aún no he subido al Padre”?
La respuesta más sencilla sería decir que al morir Jesús bajó a los
infiernos a predicar a los espíritus encarcelados (respuesta literal de la
Biblia), luego resucitó, y por eso cuando vio a la Magdalena aún no había
subido al Padre, cosa que no hizo hasta el día de su Ascensión. Pero también
hay otra respuesta posible, otra respuesta que tiene más en cuenta esa ausencia
de espacio-tiempo en el Más Allá.
Recordemos las palabras de Jesús: “No me
retengas más, porque todavía no he ido al Padre”. La antigua traducción
de “no me toques” no es exacta, pues el
griego muestra que la acción de “no tocar” se
refiere a algo que está ya en marcha, por lo tanto María le estaba “tocando” cuando Jesús pronuncia sus palabras.
Después de la inmensa alegría de hallar vivo a quien ella creía muerto, María
Magdalena se abalanzó a Jesús y lo abrazaría o se aferraría a sus pies (como se
hacía con los maestros) y al cabo de segundos o de minutos o del tiempo que
fuera, Jesús decidió que ya era suficiente, pues si por María fuese seguiría
abrazada a él por los siglos de los siglos, pero él tenía otras cosas que
hacer. Pero tampoco podemos decir que es una traducción errónea, pues al igual
que pasa en español, si yo estoy tumbado en el sofá y le digo a mi hijo pequeño
“no te subas encima de mí que me haces daño”, eso
puede interpretarse como que le veo intención de subirse encima de mí y le
prohíbo que lo haga, o como que ya lo tengo encima y le pido que se baje porque
me hace daño.
Cuando Jesús habla de “todavía no he subido
al Padre” nos está hablando del futuro, no del pasado. Dicho de otro
modo, Jesús no está diciendo: nunca he estado antes
en el cielo (de lo que esos protestantes concluyen que tras morir Jesús había
estado dormido). De hecho, si yo, simple mortal, digo “todavía no he subido al cielo” se entiende que
nunca lo he hecho, pero si es Jesús quien lo dice, tal cosa no se puede
entender, pues él sí que ha estado antes en el cielo (de hecho siempre estuvo
en el cielo hasta el día de su encarnación en María). Más claro aún que Jesús
estaba pensando en el futuro, y no en el pasado, al decir esa frase lo vemos
por la frase siguiente que dice: “Anda, ve y diles
a mis hermanos que voy a mi Padre”. Puede que esa subida al Padre se
refiera a la que hará en la Ascensión o puede que no, que Jesús va a subir al
Padre al cabo de un rato (en tal caso en los días que estuvo aquí resucitado
estaría constantemente “subiendo y bajando” del
Padre a los hombres hasta que finalmente en la Ascensión regresó al cielo “definitivamente”). De ser así, Jesús tras
resucitar tenía el plan de regresar al Padre de nuevo y la aparición a la
Magdalena sólo debía durar lo suficiente como para dar testimonio, por eso
Jesús no quiso alargarla y le dijo que le dejara marchar porque todavía no
había subido al Padre tal como tenía pensado hacer. Sinceramente, preferiríamos
no tener que meternos en tantas especulaciones, pero puesto que otros se meten,
no hay más remedio que acompañarles y especular igualmente, aunque sólo sea
para demostrar que otras opciones también son posibles.
Ahondando más podríamos preguntarnos que si Jesús le dijo a María que le
soltara “porque aún no había subido al Padre”,
¿quiere eso decir que podría volver a abrazarlo después de que subiera al
Padre? Pues ciertamente sí. Si ese subir al Padre se refiere a la
Ascensión, entonces tal como prometió Jesús a todos enviaría luego el Espíritu
Santo y a través de él Jesús estaría con nosotros (y con María Magdalena) de
nuevo. María volvería a tenerlo no en sus brazos (hasta que ella misma
muriera), pero sí dentro de su corazón, no como un recuerdo sino de forma real,
cuando quedara ella también llena del Espíritu Santo.
Así que da igual si suponemos que al morir Jesús fue al cielo o que, tal
como dice la Biblia, estuvo también en los “infiernos”
(el hades, el reino de los muertos), el caso es que Jesús no estuvo
inconsciente y que las palabras que le dijo a la Magdalena no demuestran nada
sobre este asunto que nos ocupa, pues si significaran lo que algunos quieren
que signifique estaríamos contradiciendo a la Tradición e incluso a la misma
Biblia.
EL BUEN LADRÓN
El otro argumento que esos mismos utilizan es la cita del buen ladrón: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso.”
(Lucas 23:43). Ellos dicen que la cita literal sería esta: “Yo te aseguro hoy, que estarás conmigo (algún día) en el
Paraíso”. De este modo no está hablando de que ese mismo día ambos
estarían en el Paraíso, sino de que “hoy te
aseguro” que algún día estarás conmigo en el Paraíso (cuando tú
despiertes el día del Juicio).
Desde el punto de vista lingüístico esa otra forma de traducir el pasaje
griego es posible, pues el “hoy” podría
referirse a la promesa o al paraíso. Pero siendo ambos sentidos posible, la
Iglesia siempre tuvo claro que el sentido era el de “hoy
estarás”, no del de “hoy te prometo”, y
los protestantes también lo han entendido así siempre, hasta que algunos en
tiempos recientes han querido verlo de la otra forma (porque de ese modo
eliminaban una de las dificultades que contradecían a su idea de la dormición
post-muerte). E incluso si esa hubiera sido la intención del evangelista (que
como hemos visto, no lo fue), “hoy te prometo” tampoco
impide que sea “hoy” cuando estarás conmigo
en el paraíso.
Pero para comprobar mejor el otro punto de vista, comprobamos un montón
de comentarios de teólogos protestantes a cerca de esa cita de Lucas. Hemos
encontrado que muchos de ellos, más de la mitad, no sólo no ignoraban el hecho
de que el “hoy” podía referirse a “te digo” o
a “estarás conmigo”, sino que se metían de
lleno en el asunto, y todos ellos, sin excepción, defendían la idea de que se
refería a “hoy estarás conmigo”. De hecho no
deja de sorprender que creyendo ellos que al morir quedas dormido, no aprovechen
la “fácil” oportunidad de elegir la otra
traducción, que les sería mucho más conveniente. Así que incluso ellos deben de
ver muy claro que la traducción tradicional es la correcta dadas las
circunstancias. Uno de los comentarios, por el famoso ministro metodista y
exegeta bíblico Joseph Benson, daba esta explicación: Jesús usa frecuentemente expresiones enfáticas habituales del arameo
como “yo te/os digo” o “verdaderamente te/os digo”, pero nunca utiliza en
ninguna parte la expresión “hoy te digo”, que
sería, como las otras, una forma enfática de “te
digo” (pues el verbo presente indica que se dice “hoy”). Además, en este pasaje Jesús dice “En verdad te digo…”, con lo cual ya está
utilizando la forma enfática, así que sería inútil añadir otra forma enfática,
que no encontramos en ningún otro lugar, en una supuesta construcción “En verdad hoy te digo”, a menos que el énfasis (y
esto ya lo añadimos nosotros) vaya dirigido al “hoy”
(realmente es hoy cuando te lo digo, y no ayer ni mañana), lo que nos
daría un sentido absurdo a la frase, pues el énfasis no puede dirigirse a otra
cosa que al “te digo”, y ese ya está
enfatizado por “verdaderamente te digo” (no
hay ningún motivo para enfatizar que es hoy cuando te lo digo, pues su promesa
sería igual de válida aunque se lo hubiera dicho ayer).
En el evangelio apócrifo de Nicodemo, del 350 aproximadamente, se narra
la escena del buen ladrón (a quien llaman allí Dimas) y luego nos cuentan su
llegada al cielo ese mismo día, lo que demuestra que la tradición de esa interpretación
es muy antigua. En copias siríacas y coptas del evangelio de siglos anteriores
aún, también aparece la traducción de “te digo que
hoy”, lo que muestra que también ellos interpretaban la cita griega de
la misma forma que nosotros.
Hay otro argumento. Los judíos, cuando alguien moría, solían decir “hoy se sentará en el seno de Abraham”. Era una
expresión muy corriente, algo así como hoy, cuando muere alguien, que decimos “que Dios le tenga en su gloria” o algo semejante.
Pues bien, en esa situación de estar al borde de la muerte, la idea expresada
por esas palabras (hoy te sentarás en el seno de Abraham) estarían a flor de
piel en la mente del ladrón, y del judío Jesús, así que es en ese contexto
donde mejor interpretaremos las palabras de “hoy
estarás conmigo en el paraíso”, que es un equivalente casi exacto de esa
idea pero expresada de forma personal, y más aún si tenemos en cuenta que la
palabra “paraíso” se utiliza a veces como
equivalente moderno del hebreo “seno de Abraham”,
tal como por ejemplo ocurre en la traducción de los Setenta del hebreo al
griego hecha muchos años antes de Cristo. Jesús le estaría confirmando casi
literalmente el deseo típico para el difunto. Algo así como si en nuestra época
Jesús hubiera dicho “yo te tendré en mi gloria”, parafraseando
a nuestro “que Dios te tenga en su gloria”, y
todos hoy captaríamos claramente ese paralelismo.
Por lo tanto, sin darle ya más vueltas al asunto y ciñéndonos a lo que
la Biblia dice, la respuesta a ¿dónde estuvo Jesús
entre su muerte y su resurrección? sería: en
el cielo y en el hades, pues ambas cosas afirma la Biblia. Y no estuvo
dormido.
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